Después del enésimo bloqueo del Partido Popular a la renovación del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ) se ha abierto la veda de las alternativas para neutralizar a los conservadores y cumplir con el mandato constitucional. Lilith Vestrynge, secretaria de Organización de Podemos, ha puesto sobre la mesa reformular el sistema de mayorías para no depender de los “tres quintos” y, así, sortear la obstrucción de la derecha. Sin embargo, la propuesta no tendrá demasiado recorrido, pues desde Ferraz la han desestimado de raíz y subrayan que la clave de bóveda la tienen en Génova.

En la formación morada han insistido en que no se puede tolerar que el Partido Popular “tenga el dedo en el botón” hasta que en Génova decidan “desbloquear” el Poder Judicial. El sentir en Podemos es que el órgano ha de asemejarse lo máximo posible a la “realidad parlamentaria”, que cataloga como “plural”. De esta manera, la renovación del gobierno de los jueces no dependería de los tres quintos que facilitan el obstruccionismo conservador.

En declaraciones a Radio Euskadi, Vestrynge ha censurado la “deriva de bloqueo constante” del PP, reprochándoles que reinicien unas conversaciones que detienen al entenderse por “encima de la propia democracia”. La dirigente morada desliza que los conservadoras condenan al CGPJ a continuar “sin renovarse”.

Asimismo, ha afeado la línea roja marcada por Génova con Victoria Rosell, vetando su posible inclusión en la terna final. “Es una jueza con una trayectoria intachable y que ha padecido un acoso jurídico muy grande”, ha destacado Vestrynge, al tiempo que insistía en la necesidad de “trabajar para una mayoría plural y diversa”, que acoja a todas las sensibilidades representadas en el Parlamento. “El órgano ha de parecerse lo más posible a la realidad política para no depender del PP”, ha rematado.

Por otro lado, no ha desdeñado la ayuda que pueda brindar la Jefatura del Estado para encauzar la renovación del Poder Judicial. No obstante, Vestrynge subraya que la Justicia vive en un escenario que ha de desbloquearse “por la vía política”, aunque sostiene que “todo lo que pueda hacer” el rey Felipe VI “será útil”, siempre y cuando fomente un “sistema más democrático”.

Propuesta denegada

La alternativa de los morados está condenada al ostracismo. Al menos, así lo despachan en la dirección federal del PSOE. Fuentes de Ferraz rechazan siquiera estudiar la propuesta de Vestrynge. Los socialistas emplazan al Partido Popular a cumplir con sus alardes de constitucionalidad y desbloqueen, más de 1.400 días después, la renovación del órgano de gobierno de los jueces.

Las fuentes consultadas exigen al PP que vuelva al “marco constitucional” y apelan a la valentía de un Feijóo acuciado por las presiones de la “derecha reaccionaria”, tanto mediática como interna. “Su crisis de liderazgo no puede afectar a un poder del Estado y a todos los españoles”, desgranan voces autorizadas próximas a la dirección federal socialista. La alternativa verbalizada por Vestrynge cae en saco roto en el cuartel de general del PSOE. Tanto es así que incluso altos cargos del partido apuestan por el acuerdo con los populares: “Ellos tienen la llave”.

La enésima marcha atrás

El Partido Popular se aferró el jueves al inoportuno comentario de María Jesús Montero. La ministra de Hacienda dio su voz a los planes del Ejecutivo en torno al delito de sedición, deslizando que plantearía en el Congreso una reforma del Código Penal, incluyendo esta falta que, a la postre, no es sino una petición de Esquerra Republicana de Catalunya (ERC). La excusa ya sobrevolaba en el cuartel general del PP.

A ello se agarraron los conservadores, en primer término, para desmentir al presidente del Gobierno, que desde Pretoria (Sudáfrica) daba por cerrado el acuerdo, a la espera de que el PP estampara su sello en el documento. La brecha, aparentemente cauterizada, supuraba de nuevo bajo la amenaza de la enésima ruptura. Y así fue.

A última hora de la tarde del jueves, Génova consumaba una nueva obstrucción al paralizar los trabajos de fontanería. Pese a desvincularlo en las horas y días previos, el delito de sedición destrozó los puentes reconstruidos en ese “último intento” que se dieron PP y PSOE. Los conservadores emplazaban a sus interlocutores a despejar las presuntas incógnitas en torno a la reforma del Código Penal y sacar a ERC de la ecuación en pos de un acuerdo de Estado con un partido “constitucionalista”. Entre tanto, los de Feijóo persistían en su incumplimiento para con la Carta Magna.

Dos disparos de advertencia

Antes de utilizar el delito de sedición como parapeto, la derecha mediática cuestionaba el acuerdo con el PSOE de Pedro Sánchez. La portada de El Mundo de aquel jueves evidenciaba el futuro que correría el gallego de “plegarse” a Ferraz: “El PP teme la reacción de “la derecha política, judicial y mediática”. Primer aviso.

El segundo disparo de advertencia procede de las cuerdas vocales de Federico Jiménez Losantos. El locutor señaló desde su púlpito radiofónico a Feijóo, trasladándole toda la presión posible ante el acuerdo inminente con Sánchez. “No va a llegar a presidente”, advirtió desde EsRadio. Su amenaza sintió los ecos en las páginas de El Mundo, precisamente, donde le recordó el error mortal que supondría plegarse a los designios de Moncloa.

Fuego amigo, pero letal

La última bala ya no fue de advertencia ni tampoco procedía de los medios de comunicación, sino con remite de la Puerta del Sol. Isabel Díaz Ayuso dio la puntilla a Feijóo, amenazando con replicar la rebelión que certificó la defunción política de su predecesor, Pablo Casado. La presidenta de la Comunidad de Madrid y baronesa, según publicó El Periódico de España, telefoneó al gallego para pedirle que se echara atrás. Ayuso reclamó y Feijóo cumplió. Negociaciones rotas y fuego interno sofocado.

Mano blanda

El diagnóstico que elaboran desde Ferraz pivota sobre la escasa autonomía del líder gallego. Altos cargos de la dirección verbalizan, tanto en público como en privado, que la presión de la “derecha más reaccionaria” ha podido con un Feijóo que se presentaba meses atrás como un líder rudo, en comparación con su antecesor.

Pero la rudeza del gallego se ha desvanecido como el humo de un cigarrillo a las primeras de cambio. La autoridad de la séptima planta de Génova no es tal y su actuación en esta crisis orgánica y mediática es una prueba irrefutable para los socialistas. “Demuestra que no manda y que le viene grande liderar la oposición”, comentaron pesos pesados de Ferraz y Moncloa.