1. El precio

 Todos los partidos pagan un precio electoral y reputacional por la corrupción, pero el que pagan los partidos de izquierdas suele ser más alto, e incluso mucho más alto, que el que pagan los de derechas. La explicación, grosso modo, sería esta: la izquierda encarna en general los valores del idealismo mientras que la derecha representa más bien los del realismo.

2. Don Quijote y Sancho

Que el realista Sancho robe está feo, pero entra dentro de lo que cabría esperar de alguien que es la encarnación de lo humano, demasiado humano; que el idealista don Quijote robe descuadra y desalienta a cualquiera porque es lo último que cabría esperar de quien es titular indiscutible de los más altos valores. No quiere decirse en absoluto que las personas de derechas sean, como tales personas, peores que las de izquierdas; no lo son ellas pero sí lo son sus fobias, sus valores, sus expectativas, sus abstracciones.

3. Defender doncellas, amparar huérfanos

 Pero justamente por todo ello la corrupción de la izquierda ocasiona al propio sistema un daño reputacional de muchísimo mayor impacto y calado que la corrupción de la derecha. Si roba quien milita en la orden de los caballeros andantes, creada “para defender las doncellas, amparar las viudas y socorrer a los huérfanos y a los menesterosos”, la esperanza de forjar un mundo más igualitario y más sereno corre el riesgo de desvanecerse.

4. El Madrid y el Alcorcón

 El rendimiento obtenido por los corruptos de derechas no admite comparación con el obtenido por sus homólogos de la izquierda: en este aspecto puramente monetario, la derecha es el Real Madrid y la izquierda es la Agrupación Deportiva Alcorcón, lo que no quita para que excepcionalmente el equipo modesto pueda derrotar al grande.

5. Trajes a medida

 Los corruptos de derechas tienen mucho más talento que los de izquierdas para disfrutar del botín. Acostumbran, por ejemplo, a gastar en trajes mucho más dinero que los corruptos de izquierdas: basta comparar el porte de un Zaplana o un Bárcenas con el de un Ábalos, un Cerdán y no digamos un Roldán. Un corrupto de izquierdas sospecha que los trajes a medida no están hechos para él.

6. Heliesquí

 Los corruptos de derechas se compran casoplones en la sierra de Madrid o practican heliesquí, que una modalidad en la que un helicóptero sube al esquiador a la cima de una montaña para descender por nieve virgen. Saben que sus compañeros de partido y su entorno familiar los mirarán con reconocimiento, con admiración y hasta con un poco de envidia, pero nunca con sospecha o resentimiento. En la derecha, los tuyos no te respetan si no tienes dinero, pero como suelen ser gente educada nunca van a decírtelo.

7. Gamba roja

 Los corruptos de izquierdas están condenados a seguir viviendo en el mismo piso de 90 metros y casi ni se atreven a pedir en público una ración de gamba roja de Garrucha y no digamos de percebes de la costa atlántica. Un corrupto tipo Santos Cerdán, viviendo como un pobretón e incapaz de disfrutar del dinero robado, es inimaginable en la derecha.

8. Alto standing

 Un corrupto tipo el exministro de Hacienda Cristóbal Montoro robaba tan bien que parece que no robaba. Su caso muestra, una vez más, el alto grado de profesionalidad, de sofisticación, de finura jurídica y administrativa, de solvencia técnica de las tramas corruptas de la derecha: gente de buena familia, tipos que han estudiado en buenos colegios y que suelen disfrutar de buenos empleos, pero no tan buenos como para que la herencia que dejarán a sus hijos permita a estos subir a lo más alto de la escala social. Una vía arriesgada pero muchas veces exitosa para lograr ese ascenso familiar es robar. Nos lo enseñó Balzac: detrás de toda gran fortuna se enconde un crimen.

9. Lobos solitarios

 La corrupción de la izquierda rara vez es institucional, racional, coordinada, disciplinada ni, por supuesto, jerarquizada como Dios manda. Y el caso ERE, ¿qué? El caso ERE fue una burbuja judicial que, como las burbujas financieras o inmobiliarias, nadie se atrevió a pinchar en su momento; la sentencia del Constitucional la explotó, pero cuando lo hizo ya era demasiado tarde; el caso tuvo su origen en un atajo administrativo para agilizar la concesión de ayudas sociolaborales que posibilitó el clientelismo, la chapuza, el descontrol y, en casos muy tasados, el delito. A excepción de Filesa, el resto de casos conocidos de corrupción socialista estuvieron protagonizados por lobos solitarios sin demasiado talento para cazar fortunas ilícitamente. Los lobos de la derecha operan en manada y por eso la piezas cobradas en sus cacerías suelen ser las más cotizadas en el mercado negro del ladronicio.

10. Omnívoros

 Los granujas de izquierdas practican una corrupción escuálida, menesterosa, vegetariana. Ni uno solo de ellos ha logrado ascender de clase social. La corrupción de los granujas de derechas, en cambio, es no ya carnívora sino omnívora, come de todo pero siempre a lo grande, conocen buenos abogados y banqueros que les enseñan dónde esconder el botín, cómo blanquearlo y cuál es la urbanización más adecuada donde adquirir una pequeña mansión rodeada del vecindario ideal para que sus hijos se hagan amiguitos de otros niños cuyos papás jamás pondrán cara de asombro o desconcierto al escuchar la palabra heliesquí.

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