Más de tres siglos después del pacto de la conocida como Santa Alianza, que el 28 de septiembre de 1815 acordaron constituir el zar de Rusia Alejandro I, el emperador de Austria Francisco I y el rey de Prusia Federico Guillermo III, las derechas españolas encabezadas por los máximos dirigentes del Partido Popular, Ciudadanos y Vox, esto es Pablo Casado, Albert Rivera y Santiago Abascal, respectivamente han creado un remedo de aquella histórica y funesta Santa Alianza, cuyo único objetivo era el restablecimiento y la defensa de las monarquías absolutistas y la lucha a muerte contra cualquier intento no solo de revolución sino también del más mínimo asomo de liberalismo.

Las derechas españolas, hermanadas y aliadas ya en Andalucía y con el nada oculto interés de trasladar esta alianza al conjunto de España, en municipios y comunidades autónomas y también en el gobierno español, han resucitado el concepto de la Reconquista y han resucitado el lenguaje guerracivilista. Un lenguaje no ya rancio y casposo sino abiertamente anticonstitucionalista y pura y simplemente antidemocrático e iliberal. Los insólitos despropósitos que tanto Casado y Rivera como Abascal han dicho durante estos últimos días conforman un catálogo insuperable de descalificaciones, insultos, acusaciones, calumnias e injurias contra el legítimo presidente del gobierno español, el socialista Pedro Sánchez.

En su notoriamente fallida manifestación del pasado domingo en la madrileña plaza de Colón, con la complaciente complicidad de periodistas como Albert Castillón, María Claver y Carlos Cuesta, capaces los tres de proceder a la obediente lectura de un manifiesto plagado no ya de inexactitudes sino de gran número de mentiras, los tres líderes de las tres ramas de las derechas de este país traspasaron todas las líneas rojas y se lanzaron de forma irresponsable por el tobogán del guerracivilismo.

No es de extrañar que, con esta lamentable clase de dirigentes azuzando a sus huestes, se hayan producido, entre otras, las profanaciones de las tumbas del histórico fundador del PSOE y de la UGT Pablo Iglesias Posse y de la también histórica presidenta en el exilio del PCE Dolores Ibarruri “la Pasionaria”, así como del memorial dedicado a “Las Trece Rosas”, trece jóvenes de izquierdas fusiladas por el franquismo.

Mal andamos en España cuando las derechas se echan al monte, avivan hasta el límite el fuego de la discordia y utilizan a espuertas un lenguaje que llama al enfrentamiento civil. Algunos aducen como excusa que todo ello responde al uso y abuso que el secesionismo catalán ha hecho y hace de expresiones tanto o más peligrosas, cuestionando las mismas bases de un Estado democrático    y de derecho como sin duda es España desde hace ya más de cuarenta años. La excusa no me parece en modo alguno admisible. Como no me lo parecen las mentiras y falsedades que gran parte de los dirigentes del separatismo catalán propalan dentro y fuera de nuestras fronteras, también con la complicidad activa y complaciente de numerosos periodistas transmutados en simples propagandistas.

Unos y otros recurren y apelan, de forma consciente o inconsciente, al siempre peligrosísimo guerracivilismo. Y ello me lleva, de manera poco menos que inevitable, a la cita de dos grandes poetas españoles, el sevillano Antonio Machado y el catalán Jaime Gil de Biedma. Escribía Machado: “De diez cabezas, nueve embisten y una piensa. Nunca extrañéis que un bruto se descuerne luchando por una idea”. Y Gil de Biedma escribió que “de todas las historias de la Historia sin duda la más triste es la de España, porque termina mal”.