El Gobierno ha admitido que está en una encrucijada, entre el frente abierto por PP, Ciudadanos y Vox, por un lado, y los independentistas, por el otro. La vicepresidenta,Carmen Calvo, que ayer contaba las bondades de la figura de "relator" para propiciar el diálogo, hoy ha reconocido que la fórmula no va a ninguna parte, después de la movilización de la derecha más recalcitrante, pero, también, de voces críticas desde el propio PSOE.

"Ciudadanos no se sienta a hablar, el Partido Popular tampoco. La CUP tampoco. Este Gobierno tiene la firme decisión y vocación de establecer todos los puentes posibles que la ley nos permite para que el diálogo se produzca, pero en este momento el trazado que hemos hecho para que ese diálogo se canalice no es aceptado por los partidos independentistas", ha afirmado la vicepresidenta en rueda de prensa este viernes, en vísperas de la concentración que organizan PP y Ciudadanos, con la ayuda de la ultraderecha, de Vox y España 2000.

A cuatro días del debate de los Presupuestos

Carmen Calvo ha hablado del "empeño" del Gobierno de entablar cauces hacia el diálogo con la Generalitat , pero esos cauces han chocado con la persistencia de un referéndum que, según ha subrayado la vicepresidenta, es inaceptable y en estos momentos no es posible una salida. Todo, a cuatro días de que se inicie en el Congreso de los Diputados el debate de la totalidad de los Presupuestos Generales del Estado y dejando al Ejecutivo de Sánchez en una situación de extrema debilidad.  

El Gobierno ha mostrado el documento que recoge la oferta planteada al bloque independentista -distribuido durante la rueda de prensa a los medios- en el que se habla de una mesa de diálogo con "dos representantes, con capacidad de decisión en los dos ámbitos territoriales (estatal y catalán), de cada uno de los grupos políticos con representación en Cataluña y, en su caso, de las formaciones vinculadas a los mismos". Este jueves, la vicepresidenta negaba que el Gobierno central estaría en esa fórmula de diálogo y aseguraba que serían los partidos quienes trazarían una hoja de ruta. Un planteamiento sin mucho futuro, teniendo en cuenta que el Partido Popular y el partido más votado en Cataluña, Ciudadanos, que lo apuestan todo a la celebración de unas elecciones generales, jamás se sentarían a esa mesa, cuya misión inicial era crear de mutuo acuerdo un ente que pocos han entendido, el "relator".

Una persona, "hombre o mujer", conocedora de la realidad catalana, insistía la vicepresidenta, encargada de "facilitar el diálogo" y establecer un "orden del día" para "trabajos y convocatorias" cuyo fin era llegar a acuerdos a la crisis política generada por el desafío independentista. Una fórmula tras el fracaso de la estructura institucional porque, según ha reconocido hoy, no funcionan ni la comisión bilateral ni la mesa de partidos que existen en Cataluña

El "empeño" hacia ninguna parte

Pero la estrategia del Gobierno no ha llegado a ninguna parte, sólo ha dado gasolina a una derecha con ansia desmedida por llegar al poder. El presidente del PP, Pablo Casado, se ha dado gusto en descalificar a Pedro Sánchez de todas las maneras posibles, y se ha conseguido lo impensable, que populares y ciudadanos vayan de la mano a la concentración del próximo domingo, en la Plaza de Colón. 

La estrategia de diálogo ideada por el Gobierno de Sánchez tampoco ha sido entendida dentro del PSOE, al menos, dentro de una parte importante del partido, en la que ha destacado la opinión, de peso, de Felipe González, quien ha dicho, sin tapujos, que "no necesitamos relatores" y que le preocupa "la degradación institucional", aunque también el nivel de "crispación, insulto y descalificación" que guía a la derecha. El expresidente ha defendido el diálogo, pero dentro del "perímetro" institucional, de la Constitución y el Estatuto de Cataluña. 

"¿Para qué necesitamos una mesa de partidos convocada por un Ejecutuvo que no permite funcionar al Parlamento catalán? ¿Para qué necesitamos un notario cuando el Parlamento tiene notarios y asesores jurídicos de sobra?", se preguntaba Felipe González sobre ese "empeño"  de encauzar el diálogo al que aspiraba Pedro Sánchez y que ahora ha encallado.