Los presuntos abusos sexuales a decenas de niños, la ausencia de control por parte del centro escolar y los mecanismos de control ejercidos por su dirección para tratar de alejar el escándalo de la opinión pública vuelven a situar a El Alborada, colegio concertado de carácter católico con históricas vinculaciones con el Opus Dei, en el centro de la polémica.

La investigación realizada por ElPlural.com, documentada con decenas de pruebas -testificales, mails internos, denuncias ante la Policía y un nutrido grupo de fuentes que van desde los familiares de las víctimas hasta exprofesores y docentes en activo-, evidencian que el colegio pudo hacer más al menos desde septiembre de 2024, ocho meses antes de que el abusador sexual que ejercía de cuidador fuese despedida tras la denuncia de una profesora. 

No obstante, este episodio no parece aislado. Padres de los niños presuntamente abusados, de entre tres y seis años, no esconden que no es la primera vez que El Alborada convierte Alcalá de Henares en el epicentro de ominosas investigaciones. Este centro, especializado además en el tratamiento de personas con Trastorno del Espectro Autista (TEA) -lo que acaba provocando que familias sin ninguna vinculación con órdenes religiosas se vean forzadas a escolarizar a sus hijos en el centro-, ha vivido "otros momentos difíciles", como reconocía su propio director, David Arranz, en un mail a las familias de los niños que potencialmente habían podido ser víctimas de abusos sexuales. 

“Estoy a vuestra disposición para lo que sea necesario, como en otros momentos en los que hemos tenido que afrontar una situación dolorosa o difícil”, exponía este correo electrónico. Pero, ¿de qué hablamos? ¿Qué otros momentos difíciles se han vivido en El Alborada? ¿Por qué su director los menciona como arma para buscar el silencio de las víctimas?

"O perteneces al Opus, o nunca serás uno de ellos"

Las fuentes consultadas por este periódico reconocen que han habido varios momentos de tensión interna. No obstante, y atendiendo a la cercanía del suceso y a un capítulo por todos conocido, el director probablemente hacía alusión al intento de secuestro que tuvo lugar en 2019, cuando un hombre trató de raptar a una niña de 11 años a la salida de clase. Los hechos, que no llegaron a materializarse, fueron denunciados por la familia ante la Policía, que emitió una circular con datos físicos del sospechoso a raíz de la descripción aportada. Mientras tanto, el centro, según informaciones del momento, advirtió a padres y madres de ese colegio y de otros de alrededor de lo ocurrido para que extremaran la precaución.

Años antes, otra niña del Alborada había sufrido acoso escolar, pero el colegio lo negó a pesar de que la alumna, de 14 años, había estado ingresada hasta en siete ocasiones por fuertes cuadros de ansiedad. Los padres no comprendían qué ocurría hasta que una profesora les ayudó a entenderlo: sufría presuntamente amenazas e insultos en clase, que la menor escondía por no preocupar a sus progenitores y porque creía que el bullying solo obedecía a una cuestión física.

El centro, según declaró la madre en ese momento, no solo no hizo nada, sino que justificó el acoso diciendo que obedecía a conflictos típicos de la edad, por lo que decidió denunciar a seis compañeras.

A estos hechos, que aparecen en otros medios de comunicación y han confirmado fuentes consultadas por este periódico, hay que añadir otros que tienen que ver con supuestos despidos improcedentes. “Son una auténtica mafia”, indica una persona que ha trabajado en el centro.

Las mismas voces recuerdan que el colegio tuvo “muchos problemas” desde su fundación debido a la segregación por sexos y destacan que hay “pseudo curas” en el área de responsabilidad del mismo, al que vinculan abiertamente con el Opus Dei. “O perteneces a esa mafia, o nunca serás de ellos”, dictan.

Con niños hasta el último momento

Ya en el caso que concierne a los presuntos abusos sexuales a niños de entre tres y seis años, voces que prefieren mantener el anonimato complementan la falta de ayuda por parte del centro y la desprotección del mismo, pero también el comportamiento de algunas familias por su condición ultrarreligiosa.

Varios testimonios apuntan que el cuidador acudió a una excursión con menores de edad “el mismo día que la institución fue notificada por las autoridades (…) Uno o dos días antes de expulsarle”. Y añaden que esta persona “cuidaba clases cuando lo necesitaban, aparecía en los cronogramas como cuidador de niños con necesidades especiales, se movía libremente por la institución y tenía contacto con los alumnos”.

Otras fuentes lamentan que los responsables de cada curso “vinculados a organizaciones religiosas como el Opus desactivaban los grupos de Whatsapp”. “Cuando intentábamos expresar nuestro malestar siempre intervenía un padre relacionado con estas organizaciones que decía que debíamos confiar en el colegio, asegurando que tenía diez hijos estudiando allí y que nunca había pasado nada”.

Se trata de un ejemplo similar, seguramente salvando las distancias, a otro del que dejaban constancia a este periódico voces autorizadas cuando explicaban qué eran las conocidas como Mec: “Se trata de madres que llevan a sus hijos al colegio, pero como que se casan con él. Se metían en las reuniones para hacer, digamos, el papel de llorar porque estaban haciendo daño al colegio e intentar tranquilizar a las familias (…) Que creían en la palabra de Dios y que no pasaba nada”, proyectaban.

Son varios los testimonios a los que ha tenido acceso este medio de comunicación y que apuntan en esa dirección: la de la desprotección, el silencio cómplice e incluso el encubrimiento por posibles lazos entre el colegio y el antiguo trabajador más allá de lo estrictamente profesional. Las familias lamentan no haber recibido información y salvan de este tipo de actuaciones a profesorado y otro personal del centro gracias a los cuales, dicen, han ido recibiendo respuesta, aunque sean mínimas, con el paso del tiempo.

De hecho, fueron varias profesoras las que habrían advertido “aproximadamente” en septiembre de 2024 de los comportamientos “extraños” o “inadecuados” del cuidador, pero el colegio no procedió a su despido hasta mayo del año siguiente. Todo se limitó a “avisos” hacia él para que “depusiera” su actitud, pero en ningún momento se activaron “protocolos” ni “medidas”, según la amplia documentación en la que se ha basado este medio para elaborar las informaciones. El centro mantiene que actuó en cuanto tuvo constancia de los hechos.

*Si alguien está afectado por el 'Caso Alborada' y no sabe dónde acudir, por favor, escriba a afectadosalborada@gmail.com

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