Para una buena parte de la prensa conservadora española, una vía de ataque al Gobierno consiste en mezclar la actividad pública de los ministros con la actividad privada y profesional de sus familiares, aunque no tenga nada que ver.
Con esto, logran dos efectos: dar la falsa impresión de que entre ambas cuestiones hay algún tipo de relación, a menudo mediante insinuaciones veladas y sin fundamento, y poner en el punto de mira a personas ajenas a la política. Es lo que, en el ámbito de la desinformación, se llama smearing campaigns, acusaciones nominales de descrédito que quedan en Internet ensuciando y tergiversando la trayectoria de profesionales.
Aunque sean fácilmente desmontables, en el menor de los casos, pueden hacer mella en la reputación y también el bienestar emocional de las personas afectadas. Es pura guerra sucia.
Un caso recurrente afecta al ministro José Manuel Albares, a quien la prensa conservadora suele relacionar falsamente con Huawei, sin que conste ningún vínculo entre el ministro ni el ministerio que dirige con esta empresa. ¿El motivo? Que su pareja, profesional especializada en el sector tecnológico, trabajó para la compañía por un breve período de tiempo, como tantas otras personas, (de la que se fue voluntariamente) hace casi tres años, y desde entonces no tiene ningún tipo de relación con esa empresa.
Cuando no se tienen más argumentos, resulta sencillo dejar en Internet una sospecha infundada, una acusación velada, casi nunca del todo en firme, ya que son falsedades a sabiendas como en este caso.