Se rompió la tregua en Génova. La transición de Pablo Casado a Alberto Núñez Feijóo auguraba un largo y próspero -a juzgar por las encuestas- armisticio en el Partido Popular. Sin embargo, la armonía ha durado poco y el gallego ya experimenta en sus propias carnes lo que precipitó la defunción (política) de su antecesor: la libertad de Isabel Díaz Ayuso para marcar la agenda, sobre todo a sus compañeros de partido.

El frenético primer día del mes de agosto llegaba a su ocaso. España se acostaba después de que el Gobierno diera a conocer una batería de medidas para el ahorro energético y, así, hacer frente a las consecuencias de la invasión de Ucrania. Con nocturnidad, la presidenta regional reaccionó fiel a su estilo, en su eterna estrategia de oposición al jefe del Ejecutivo, Pedro Sánchez. Madrid anunciaba su oposición al plan de Moncloa porque “espanta al turismo” y Ayuso buscaba las cosquillas no solo de su archienemigo, sino también de sus propios compañeros de partido. Alea jacta est.

El tuit intempestivo de Ayuso marcó el paso a absolutamente todos los actores de la primera línea política. No hubo aparición, ya sea en rueda de prensa, en entrevista o canutazo, en la que no se preguntara por el desmarque de la lideresa madrileña. El Gobierno salió en tromba al desafío de la baronesa, situándola a la vera de Putin e incluso calificando sus actitudes como “egoístas” y “unilaterales”.

Pero los planes de la presidenta regional no se limitan a confrontar con el Gobierno de la Nación, sino que obligan a los miembros de su partido a ponerse ante el foco y retratarse. Precisamente lo que no hizo Génova este pasado martes. El silencio institucional se instauró en el cuartel general conservador y no fue hasta bien entrada la tarde cuando portavoces territoriales reaccionaban al enésimo acto de rebeldía madrileño.

Tibia respuesta ‘popular’

Hasta el momento, Alberto Núñéz Feijóo no ha respondido públicamente a la presidenta regional. Sí lo ha hecho, sin embargo, su número 3, Elías Bendodo, otrora consejero de Presidencia de la Junta de Andalucía, que  comprende la “desesperación” y la reacción de Ayuso, pues lo que serían unas meras “recomendaciones” han adoptado forma de “decreto”. “No se puede gobernar así, sin ningún tipo de diálogo”, apostilló antes de dar “libertad” a todos los presidentes autonómicos del PP para decidir “si las aplican o no”. Es decir, Génova da vía libre.

Antes del pronunciamiento del coordinador general del PP, desde la Junta de Andalucía evidenciaban también su malestar ante el enésimo “decretazo” del Gobierno de Sánchez. No obstante, marcaron una diferencia fundamental con el discurso de oposición de Ayuso, evitando siempre la confrontación directa con la baronesa madrileña. “Un recurso no exime del cumplimiento”, expresó Antonio Sanz, actual consejero de Presidencia de Moreno Bonilla, tras los planes del Gobierno de la Comunidad de Madrid de llevar el ahorro energético a los tribunales.

Lo que sí rechaza Sanz, y es donde convergen todos, es en afear al Ejecutivo la aprobación del paquete de medidas sin que se haya consensuado con las comunidades autónomas. No obstante, el consejero de Presidencia andaluz resuelve que “la norma es la norma”.

El tono suave del Ejecutivo de Moreno Bonilla confronta directamente con Murcia y Castilla-La Mancha, desde donde aplaudían la “valentía” de Ayuso. El consejero de Presidencia de Murcia, Marcos Ortuño, tildaba de “cosméticos” los decretos de Moncloa. Pese a no pronunciar un rotundo rechazo al ahorro energético, el consejero murciano anunciaba que aguardarían a la publicación del articulado para estudiar si lo aplican o no.

En el caso de los conservadores castellanomanchegos, Paco Núñez deseaba que Page “fuese valiente” para enfrentarse a Sánchez como lo hace su homóloga madrileña. “Las medidas de ahorro energético perjudicarán al comercio, hostelería y a las empresas de la región. Castilla-La Mancha merece un Gobierno preocupado por su gente”, apostilló el barón territorial en un áspero tono.

Fantasmas del pasado

El tuit de Ayuso dividió al Partido Popular. Génova es consciente de que el estilo de la líder regional y el de la dirección nacional no convergen. La baronesa mantiene su “línea disonante” porque entiende que es el único camino para marcar perfil propio y “sacar la cabeza”. Entre la cúpula conservadora, según El Huffington Post, asumen su carácter y esperan que haga lo que le plazca “mientras gane” y “nos deje hacer a nosotros”.

Pero resulta imposible no echar la vista atrás y establecer comparativas con los últimos coletazos del casadismo. Lógicamente, no es la misma situación ni tan siquiera Feijóo evidencia esa debilidad orgánica que destilaba su antecesor. No obstante, la imperiosa necesidad de Ayuso, impulsada desde la sombra por Miguel Ángel Rodríguez, de copar los titulares se mantendrá como principal quebradero de cabeza de la zona noble en Génova 13.

Rebelión contra todo lo que huela a Sánchez y marcar el paso a su partido. Así funciona una Ayuso que no abandona posicionamientos más propios de los lisérgicos Puigdemont y Torra, como ya ocurriera en 2020, cuando incluso se puso sobre la mesa el debate sobre una posible aplicación del artículo 155 en Madrid.