El excomisario retirado José Manuel Villarejo comía mensualmente con el presidente de la Sala Segunda del Tribunal Supremo, Manuel Marchena, así como con el entonces ministro de Justicia, Rafael Catalá, según unas grabaciones que forman parte del sumario de la pieza 7 del caso Villarejo a las que ha tenido acceso ElPlural.com

Los audios datan de febrero del año 2017, y se enmarcan en una comida entre el polémico excomisario, el empresario Adrián de la Joya y el entonces director del Centro de Inteligencia contra el Terrorismo y el Crimen Organizado (CITCO), José Luis Olivera.

Villarejo explica a sus camaradas que teme que la situación se complique y puedan encarcelarle por asuntos que ya coleaban, como el del pequeño Nicolás y el apuñalamiento a la doctora Elisa Pinto. En ese preciso momento, se jacta de reunirse periódicamente con varios pesos pesados de la judicatura de manera periódica. Concretamente, habla de unas comidas mensuales a las que asistían "Costa, Catalá, Alfonsito y Manuel Marchena”.

Según el propio Villarejo precisa, incluso, “cada vez que tenemos una comida de esas no te lo puedes ni imaginar. De 500 pavos el plato”.

Un juez afín

Manuel Marchena es uno de los nombres más conocidos de la Justicia española. Es el actual presidente de la Sala Segunda del Tribunal Supremo, órgano encargado de enjuiciar a los diputados, senadores y miembros del Gobierno de España. Fue el magistrado a cargo del juicio del procés, que se saldó con varios líderes independentistas en prisión por sedición y malversación, entre otros delitos. Pero hay dos máculas que marcan la dilatada carrera del juez: su amistad con Catalá y su cercanía al PP, así como el mensaje de Whatsapp de Ignacio Cosidó, exdirector general del Cuerpo Nacional de Policía y exportavoz en el Senado del PP.

El vínculo personal y casi libidinal entre Catalá y Marchena es de dominio público y ninguno de los dos lo esconde. El problema es su cercanía al PP. El CGPJ lleva casi dos años en funciones, dos años en los que PSOE y PP negocian su composición. Fue en noviembre de 2018 cuando el PP puso un nombre sobre el tapete: Manuel Marchena.

Fue el PP quien propuso a Marchena y fue Cosidó quien se jactó en un WhatsApp privado en el grupo de senador populares de controlar así la Justicia. El entonces portavoz en el Senado explicó a los 146 senadores del PP que se había alcanzado un “pacto previo” para que el PP nombrara 10 jueces incluido el candidato a sustituir a Carlos Lesmes mientras el PSOE aportaría 11.

"Obtenemos lo mismo numéricamente, pero ponemos un Presidente excepcional, (...) un gran jurista con una capacidad de liderazgo y auctoritas para que las votaciones no sean 11-10 sino próximas al 21-0. Y además controlando la sala segunda desde detrás [la Sala de lo Penal, única  competente para enjuiciar a diputados, senadores y miembros del Gobierno] y presidiendo la sala 61 [la Sala especial que tiene entre sus atribuciones la de ilegalizar partidos políticos, como sucedió en el caso de Herri Batasuna]”, escribió Cosidó.

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El espionaje de la vicepresidenta 

“Y la vicepresidenta metiendo aparatos en el Congreso. Si se sabe dura nada, se tiene que ir a tomar por culo. Metiendo aparatos de escucha…”, dice Olivera apenas unos minutos antes de que Villarejo relatara sus comidas con Marchena y el entonces ministro de Justicia.

Y es que, las grabaciones recogen a Olivera contando que Soraya Sáenz de Santamaría le habría ayudado a organizar un dispositivo de espionaje en el Congreso de los Diputados entre los años 2009 y 2010 para que Rafael Redondo, socio de Villarejo, efectuara "barridos" con material electrónico.

"El que le hizo el barrido se llama Villarejo (...) pero para poder hacerlo, no fue Villarejo con los aparatos, los aparatos los metió dentro una señora", dice Olivera a Villarejo, quien responde: “Que ahora es vicepresidenta del Gobierno”.

En la conversación, además, se menta “una campaña de imagen que hizo ella” y que, según las grabaciones, fue financiada con “unas facturas muy chungas” pagadas en nombre del Grupo Popular.