La vida de Albert Rivera, quien fuera líder de Ciudadanos, ha dado muchos bandazos desde que la política le expulsase por la puerta de atrás. Desde entonces, el neoliberal ha vagado por cursos con nombres en spanglish, desde donde ha defendido la meritocracia y ha atacado a los servicios públicos y a partidas como las pensiones. Un relación laboral fallida por “vago”, una dolorosa ruptura y muchas incursiones fracasadas en el mundo educativo y de la consultoría después, el exnaranja ha vuelto a la carga gracias a su millonario despido.
El conflicto laboral con el bufete Martínez-Echeverría, que aseguraba que “su productividad estaba alcanzando niveles preocupantes, muy por debajo de cualquier estándar razonable”, le permitirá ahora seguir disfrutando de sus diferentes eventos. Rivera defendía hace no tanto el despido libre para flexibilizar el mercado, aludiendo a la preparación, la meritocracia, reciclarse y demás peroratas de ricos que han trabajado poco o nada. Sin embargo, la visión del entrepreneur cambió cuando abandonó el despacho en el que rebotó tras la política, en el que básicamente lo consideraron un vago.
En ese momento, Rivera interpuso una demanda de reclamación de cantidades y como la normativa laboral también funciona con quien intentaba desmontarla, la pasada semana sentención que Martínez-Echevarría Abogados tiene que pagar al ex Ciudadanos 1.295.000 euros, más los intereses legales, por “daños y perjuicios” y otros 200.000 euros por “daños reputacionales o morales”. Una enorme cantidad que Rivera podrá destinar a autofijarse un sueldo vitalicio que muchos españoles nunca alcanzarán o a montar un negocio de cosas hechas con base de gofre.
De esta y otras cosas podía haber hablado el expolítico en All in Creative, otro evento con nombre en inglés al que acudió a hablar de liderazgo el que llevó a Ciudadanos de los 57 a los 10 escaños, en un claro derroche de buena toma de decisiones políticas. “Ponencia Top Voice Liderazgo e Innovación”, rezaba el título de la charla principal del evento, de apenas media hora, que dio en Sevilla, desde donde definió a lo que considera el buen líder.
“El líder es innovador por naturaleza. Tiene que trazar caminos que aún no están marcados. El innovador no se frena frente al riesgo. La innovación es cambiar el siempre se ha hecho así”, trasladó varias frases leídas en algún que otro sobre de azúcar. Además, defendió un país que premie a quienes arriesgan, por ejemplo siendo contratado por ser quién eres en un despacho y después no trabajar; y enfatizó la urgencia de crear espacios de libertad para que surja el talento creativo en empresas y sociedad, pero sin relajarse salvo que seas un privilegiado.
Esta y otras grandes intervenciones son las que Rivera traslada en este tipo de eventos, en tertulias televisivas de las que ahora es un habitual o en másteres de oratoria y liderazgo impartidos en universidades privadas. Privilegiados con poco trabajo de verdad plasmado en su vida laboral, que llaman perdedores a los que cada día acuden a un puesto real y cobran ceros por expresar frases vacías ante audiencias vacías. Meritocracia neoliberal.
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