Todos damos por hecho que hoy va pasar algo importante para el devenir político del país. Las elecciones son meramente municipales y autonómicas, pero se supone que un número significativo de ciudadanos va a depositar su voto pensando no en los candidatos locales sino en Pedro Sánchez y en Alberto Núñez Feijóo. Y no solo en ellos: también en Yolanda Díaz y Pablo Iglesias

¿Pero acaso no también pensando en Santiago Abascal? Desde luego, pero votar en autonómicas o locales pensando en EspañaEspaña es lo propio del votante de Vox en todas las elecciones, sea cual sea su alcance territorial. La prensa se ha burlado del programa unidimensional de Vox y la escasísima atención prestada a los problemas y desafíos concretos de cada pueblo o ciudad, pero la estrategia ultra no va del todo desencaminada: el simpatizante de la extrema derecha vota marca, no candidato.

Es en todo caso indudable que la formación que más mejorará sus posiciones será el Partido Popular, al que irá a parar el grueso de los cerca de dos millones de votos sumó Ciudadanos hace cuatro años. Quiere decirse que difícilmente de las elecciones de hoy saldrá un Feijóo mucho más débil del que entró en ellas. Si el PP no arrebata a la izquierda plazas tan relevantes como Valencia ciudad, Valencia comunidad, Aragón, Baleares o Sevilla, Feijóo quedará decepcionado de cara a los suyos pero no inhabilitado de cara a la crucial batalla de noviembre, pues el sustancial incremento de papeletas que experimentará el PP y la nada improbable ventaja porcentual sobre el PSOE en el cómputo global de votos darían al líder popular suficiente oxígeno para sobrevivir sin ahogos de aquí a diciembre. 

Feijóo puede, ciertamente, no ganar, pero eso no significa que vaya a perder, un aserto que vale también para Pedro Sánchez, si bien en menor medida. Aun sin teñir de azul el mapa autonómico, el PP siempre podrá esgrimir que ha sumado varios cientos de miles de votos más que en 2019; el PSOE juega, en cambio, con peores cartas: si pierde Sevilla y Valencia, queda por detrás del PP en Andalucía y no recupera Barcelona, conservar Castilla-La Mancha, Aragón, Extremadura y Baleares no le servirá de mucho consuelo. Pedro se juega hoy más que Feijóo simplemente porque tiene más que perder.

La de hoy es una jornada cargada de incógnitas, pese a que en pocas elecciones se habrán encargado tantos sondeos como en estas. Sobre el papel, la diferencia entre derechas e izquierdas es tan insignificante en muchas de las plazas en disputa que ni la más refinada ciencia demoscópica resulta fiable en tales circunstancias. La gran pregunta es: ¿augurarán los resultados de hoy un cambio de ciclo que tomaría cuerpo en las generales de noviembre, con relevo del inquilino de la Moncloa? Esta noche lo sabremos. Pero bien podría suceder que asistamos a una nueva reedición de la antigua fábula que relataba el prodigio inverso de unos montes preñados que finalmente dieron a luz un minúsculo ratón.

Si el cómputo de esta noche alumbra un ratón, ninguno de los dos contendientes quedará inhabilitado de cara a la Gran Final. Si la diferencia de votos es poco abultada o no se produce un vuelco territorial claramente visible, habremos asistido a un parto de los montes, sueño de Ferraz y pesadilla de Génova.