Ni el mejor guionista de la historia sería capaz de escribir lo que está ocurriendo en el Parlament de Cataluña en el último año, ni siquiera en las últimas semanas. El cliffhunger es constante, dejando a la población catalana, como si de espectadores de una serie se tratara, con la tensión de lo que ocurrirá en el próximo capítulo.

Si el pasado jueves el gobierno de Quim Torra pendía de un hilo, este martes se vuelve a dar otro giro de guion a esta tétrica historia. La delegación de los votos ha sido el germen de todo este conflicto entre ERC y JxCat. Hasta última hora de la tarde del jueves anterior, el pacto no llegaba y la amenaza de elecciones – otra vez – sobrevolaba los cielos de una Cataluña desnortada ante tantos giros.

ERC y PSC, de la mano

Antes de la reunión de la Mesa, Esquerra Republicana acató los argumentos de los letrados del Parlament, que sostenían que las delegaciones de Puigdemont, Turull, Sànchez y Rull no se amoldaban al plan aprobado el pasado 2 de octubre. Por tanto, los republicanos han exigido a sus socios que designen a sus sustitutos con presteza y abandonen la “gestualidad”, ejemplificándolo con Junqueras y Romeva.

Los republicanos han encontrado un aliado que no esperaban y lo han hecho en el bloque constitucionalista. Ambos grupos han tumbado la delegación del voto de los diputados procesados por rebelión.

Por su parte, JxCat se remite al acuerdo in extremis al que llegaron con sus socios republicanos el jueves pasado. Este requería la presentación de peticiones de delegación de voto según los requerimientos del president del Parlament, Roger Torrent. El acuerdo del pleno, según su punto de vista, les permite aferrarse a esta vía pese a las palabras de los letrados, que sustentan la posición de Esquerra Republicana.