Según Leguina, este “nepotismo” se vio “la noche del desastre de Rodríguez Zapatero y sus amigos”, cuando “en lugar de asumir responsabilidades y dar paso a otra etapa”, el domingo el presidente “le echó la culpa al empedrado y añadió que él sigue”. Algo que ratificó –afirma- “el vicetodo, José Blanco”.

"Zapatero y sus viudas"
“Tengo para mí que –aparte de los paniaguados, que no sé cuántos son– la gente normal del PSOE lo que quiere es que Zapatero y sus viudas se vayan a sus casas”, escribe Leguina en el diario de Intereconomía, que propone que los socialistas encuentren un sustituto para que acabe la legislatura.

El timonel fantasma
En ABC, Ignacio Camacho, escribe que el Gobierno “es un barco a la deriva con un timonel fantasma, al que algunos están pensando ya en tirar por la borda”.

Un muerto que no lo sabe
En opinión de Camacho, Zapatero es como un personaje de la película Los otros: “está políticamente muerto pero aún no lo sabe porque nunca ha sido un intérprete atinado de la realidad. Para hacérselo ver, y por si acaso al zombi le queda alguna capacidad ejecutiva, se está formando una cola de gente dispuesta a rematarlo”.

"Ha destrozado la Nación"
También en ABC, un solemne Manuel Martín Ferrand sentencia: “José Luis Rodríguez Zapatero, no contento con haber destrozado una Nación se dispone a intentar la demolición del partido”.

El capitán Queeg, el psicópata
En La Razón, que, por cierto, titula su editorial: “Guerra civil en el PSOE”, César Vidal cruza todas las líneas de la sensatez y compara a Zapatero con el capitán Queeg de la película El motín del Caine. “Queeg era un peligroso psicópata”, recuerda Vidal.

En el filme, narra César Vidal, “los oficiales a sus órdenes lo deponían para salvaguardar la seguridad del navío y de los tripulantes. Semejante acto, inusual, pero contemplado en las ordenanzas militares, derivaba en un juicio de guerra en el que todo parece desarrollarse en contra de los amotinados hasta que Queeg, interrogado como testigo, saca del bolsillo unas bolitas de metal y comienza a jugar compulsivamente con ellas. Aquel gesto, en apariencia sin relevancia, deja de manifiesto que Queeg es, en verdad, un loco especialmente peligroso para la gente situada a sus órdenes”.

Desequilibrado
Y continúa Vidal, en La Razón: “Quizá durante años Queeg [Zapatero] hubiera dado la apariencia de cumplir con sus funciones con mayor o menor fortuna, pero, al final, quedaba de manifiesto que no pasaba de ser un desequilibrado al que había que privar del mando y que lo único que cabía lamentar era que ese paso no se hubiera producido antes”.

"Zapatero da para una clase de psiquiatría"
En La Gaceta, su director Carlos Dávila no quiere ser menos y concluye que Zapatero da “para una clase de psiquiatría”. “Este hombre –asegura- parece no haberse enterado de nada o quiere despeñar todo el país con su media sonrisa alelada o quiere morir matando. Todo es posible en él; incluso las tres cosas a la vez”.

Las taras de Rubalcaba
Y a continuación, Dávila, no satisfecho, carga contra el vicepresidente primero del Gobierno, Alfredo Pérez Rubalcaba. “Para mayor inri, este individuo quiere dejar la sucesión en manos de un persona que acumula en sí mismo todas las taras del socialismo: desde la mentira a la persecución al contrario. Esto resulta intolerable y alguien desde el Estado, digo: debería llamar a rebato para decir simplemente: “Seños presidente, ni un minuto más”.

Todos culpables
En La Gaceta, también, la presentadora y subdirectora de Diario de la Noche, de Telemadrid, Ana Samboal extiende la culpa sobre todos los miembros del Gobierno: “No sólo ZP es el responsable. Lo son todos en la medida en que, mientras cosechaba votos y puestos de trabajo para afiliados y simpatizantes, le han permitido hacer y deshacer a su antojo, haciendo saltar uno a uno todos los consensos básicos forjados en décadas de democracia”.