Nada de la tensión vivida hace 22 días en el mismo lugar y con una entrada de los delegados sin ningún tipo de problema en la sede socialista de la calle Ferraz de Madrid. Así se ha iniciado una jornada, calificada por muchos como histórica, bien por el resultado de la misma, bien por sus consecuencias.

Finalmente, y sin que haya habido lugar a la sorpresa, la abstención se ha abierto paso y el Partido Socialista, aunque en la primera sesión de investidura votará no a Mariano Rajoy, en la segunda se abstendrá propiciando su elección como presidente del Gobierno.

Antes de llegar a la decisión final a eso de las 15.10 horas, esta jornada de domingo ha transcurrido desde el principio con normalidad. Puertas abiertas para los medios de comunicación, a diferencia del tumultuoso cónclave que conllevó la dimisión de Pedro Sánchez. Incluso se convirtió en noticia el simple hecho de dejar grabar imágenes a las televisiones en los momentos previos al inicio de la reunión. 

Lo que sí ha habido ha sido debate, mucho debate.

Previsiones claras

Es verdad que las cosas estaban bastante claras, con una inclinación evidente hacia la abstención como “mal menor” y dejar gobernar a Rajoy pero con un control férreo de su gestión. La idea por la que han apostado los detractores de unas nuevas elecciones. Pero no es menos cierto que la herida ha quedado abierta: enfrente quienes defendían el ya famoso “no es no”, han sumado más de un 40% de los votos y han llegado a calificar de "vergüenza" (la presidenta balear, Francina Armengol, por ejemplo) dar un visto bueno vía abstención al PP para seguir gobernando.

Ni para ellos, ni para muchos de quienes les apoyan resulta comprensible, y hablan de decisión histórica, porque sucede por primera vez en la historia política de España, que los socialistas permitan la formación de un gobierno de la derecha. No ha habido gritos, pero sí dolor.

Derrota contundente

Finalmente, la votación fue simple y nominal, como es costumbre inveterada en la historia de los Comités Federales del PSOE, y cada uno de los 219 miembros con derecho a ejercerla y que estaban presentes, fueron posicionándose.

Antes, en el arranque de la sesión, se temió un cónclave eterno ya que hasta 54 delegados se apuntaran para tomar la palabra y explicar su posicionamiento. Sin embargo, el responsable de la mesa, José Blanco, puesto ahí por la mayoría que apoyaba a la gestora conocida su mano dura a la hora de manejar situaciones, impuso un tope de 4' a cada intervención. Un tiempo que aún redujo a la mitad cuando vio que aún así no lograba acabar el Comité antes de los telediarios.

Cada uno de los intervinientes trató de argumentar su respaldo a una u otra decisión. No obstante, una de las noticias más destacadas ha estado en los que no decidieron hablar cuando sí lo habían hecho en público en las semanas precedentes. Entre ellos, Javier Lambán, Ximo Puig y Emiliano García-Page, presidentes de Aragón, Valencia y Castilla-La Mancha. Casualmente los tres sostenidos en sus respectivos gobiernos por Podemos.

Igualmente de llamativo resultaría después que Antonio Hernando, la mano derecha de Pedro Sánchez en el Grupo Parlamentario, pero que ahora está con la nueva mayoría, se ausentara en el momento de la votación "para asistir a la boda de su hermana". Eso sí, antes de irse despejó cualquier duda a los periodistas: se habría abstenido. Otra cosa hubiera sido un nuevo giro sorprendente, porque él será quien hable en nombre del grupo durante las sesiones de investidura.

"Unidad y responsabilidad"

De las últimas en hablar ha sido Susana Díaz, líder de la federación más poderosa, la andaluza. Como hizo en el Debate sobre el Estado de la Región esta misma semana, en el que la esquivó, en su intervención evitó utilizar la palabra 'abstención'. Lo que sí ha dicho es que no está dispuesta a militar en “una IU grande” y ha abogado por la “responsabilidad” y la “unidad” del partido. Según sus palabras de una situación así sólo se sale ganando y "solo se gana si se está unido".

El resultado final ha sido claro: 139 votos a favor de la abstención, 96 en favor del no. Lo que no se ha despejado en el Comité de hoy es si esa abstención será de todos los parlamentarios del Grupo Socialista o tendrá un carácter técnico, es decir, solo el número necesario para desbloquear la situación.

Precisamente, a la salida de la sede de Ferraz, la mayor parte de los que se posicionaron en contra, en especial el catalán Miquel Iceta, abogan por esa última posibilidad porque si no, el Partido Socialista, tendrá que lidiar con otro problema, una postura que también defienden otras federaciones, como la balear que lidera Francina Armengol, los dos más significados barones del sanchismo.

Una vez impuesta su salida, sin embargo, parece que la gestora tendrá menos problemas para imponer el que parece el sentir de la mayoría del nuevo poder en el PSOE: el de que se produzca una votación de todo el partido en bloque. Javier Fernández lo dejó claro en el último acto del día, su comparecencia ante los periodistas: "los diputados socialistas deberán abstenerse". Se abre un nuevo morbo ¿cuántos se atreverán a no seguir la decisión? El presidente de la gestora ya ha dicho que la conexión con el PSC será estrecha e inmediata.