“Tiene que convertirse en un clamor popular”, han proclamado los secretarios generales de los principales sindicatos españoles, Unai Sordo (CCOO) y Pepe Álvarez (UGT), durante las multitudinarias movilizaciones celebradas este Primero de Mayo, Día Internacional del Trabajo. Las marchas, que han tenido lugar en más de 80 ciudades del país, han estado marcadas por una exigencia central: reducir la jornada laboral máxima sin merma salarial.

Bajo el lema “Proteger lo conquistado, ganar el futuro”, las manifestaciones han recuperado el espíritu histórico del movimiento obrero, que en 1886 reclamaba las ocho horas de trabajo y que tuvo como trágico desenlace la ejecución de los Mártires de Chicago. “Ahora es el momento”, ha insistido la vicepresidenta segunda y ministra de Trabajo, Yolanda Díaz, presente en la marcha de Madrid, reiterando su compromiso con la medida.

Doble mensaje: frente al autoritarismo y por derechos laborales

Las movilizaciones han tenido un mensaje dual: por un lado, el rechazo a las políticas de gobiernos autoritarios y de extrema derecha, a los que los líderes sindicales acusan de estar socavando derechos laborales y democráticos. Unai Sordo ha denunciado que esta “ola reaccionaria tiene caballos de Troya en España”, mientras que Álvarez ha alertado de los discursos que criminalizan el sindicalismo y debilitan la cohesión social.

Por otro lado, los sindicatos han reclamado acciones concretas a nivel nacional, como la aprobación urgente de la reducción de la jornada a 37,5 horas semanales en 2025, una medida ya acordada con el Ministerio de Trabajo, pero que aún debe superar su tramitación parlamentaria. “No podemos permitir un retroceso, ni un sabotaje político a este avance histórico”, ha advertido Sordo, ante la posibilidad de que se presenten enmiendas a la totalidad en el Congreso.

Voces desde la calle: “Son derechos que nos costaron la vida”

La movilización ha contado con una fuerte presencia de trabajadoras y trabajadores que expresaban preocupaciones comunes: el retroceso en derechos sociales, el aumento de los accidentes laborales y la precariedad. Nieves, trabajadora social a punto de jubilarse, recordaba que “las vacaciones, los horarios, no son regalos; son conquistas”. David, migrante hondureño, marchaba con una pancarta contra Donald Trump, por su “ataque global a los derechos humanos y de los colectivos LGTBI”.

Carmen, masajista autónoma, participaba con inquietud por “el nuevo fascismo que amenaza libertades básicas”. En su opinión, “la gente ha interiorizado discursos que le perjudican sin saberlo”, alertando sobre la necesidad de mantenerse vigilantes y movilizados.

Participación política y sindical plural

A la manifestación de Madrid asistieron diversas figuras del Gobierno de coalición, como Yolanda Díaz, Mónica García o Elma Saiz, además de representantes de partidos como Sumar y Podemos. La ministra de Trabajo insistió en que no hay marcha atrás en la agenda laboral: “La jornada de 40 horas lleva congelada cuatro décadas. Ya toca avanzar”.

En Barcelona, miles de personas recorrieron el centro de la ciudad, en una marcha encabezada por CCOO y UGT, que terminó frente a la sede de Foment del Treball. Además, hubo movilizaciones alternativas convocadas por la CGT, la Intersindical y la USOC, cada una con mensajes específicos pero un objetivo común: más derechos y mejores condiciones.

Reivindicaciones territoriales: Euskadi y Galicia

En Euskadi, las marchas no fueron unitarias. CCOO y UGT compartieron actos, mientras que ELA y LAB organizaron movilizaciones propias centradas en demandas como un salario mínimo vasco superior al estatal. Destacó especialmente la columna de trabajadores de Bridgestone, en huelga por un ERE que afectará a más de 500 empleados en España, buena parte de ellos en Euskadi.

En Galicia, miles de personas salieron a las calles de las principales ciudades. En Vigo, el acto central reunió a la CIG, UGT y Comisións Obreiras. Allí, las demandas se centraron en la reducción de la jornada laboral y la denuncia de los conflictos armados internacionales, bajo el lema “Galiza contra as guerras”.