El barco Aquarius, de las ONG Médicos Sin Fronteras (MSF) y SOS Mediterranée, busca un puerto seguro en el que desembarcar a los 141 migrantes rescatados en el Mediterráneo central, tras la negativa anunciada este lunes por Italia, Malta y, en último lugar, por España después de que el Gobierno de Pedro Sánchez sí decidiese acogerlo en una anterior ocasión.

La embarcación, según consta en su bitácora, ha abandonado las aguas internacionales frente a Libia, donde rescató a los migrantes, y se ha situado en el Canal de Sicilia, entre el Estado insular de Malta y la isla italiana de Lampedusa.

A bordo acoge a un total de 141 migrantes salvados en dos operaciones distintas el pasado viernes, cuando viajaban en barcazas desde Libia hacia las costas europeas. En la primera operación se salvó a 25 inmigrantes, 16 hombres y 9 mujeres, una de ellas embarazada, procedentes de Bangladesh, Camerún, Ghana, Costa de Marfil, Nigeria y Senegal. En la segunda se rescató a 116 inmigrantes de Egipto, Eritrea, Somalia y Marruecos, de los que 78 son varones, 38 mujeres, una de ellas encinta, y 67 menores no acompañados.

No es el más seguro

Desde el Gobierno argumentan que España “no es el puerto más seguro” al no ser “el más cercano según lo establecido en el Derecho Marítimo Internacional” para el desembarco de náufragos.

Ante esta situación, la Comisión Europea está en contacto con varios Estados de la Unión Europea y ha ofrecido su “total apoyo diplomático” para resolver la situación, según ha declarado la portavoz Tove Ernst en Bruselas.

En junio España si acogió al Aquarius con más de 600 personas a bordo tras el rechazo del ministro del Interior italiano, una medida de efecto nada más llegar el Ejecutivo socialista y que abrió un amplio debate por la inmigración en la política española y europea. Ahora, desde el Ejecutivo se sostiene eso fue una situación de emergencia.

Las ciudades se ofrecen

Frente a la negativa de los Estados, algunas ciudades portuarias se han declarado dispuestas a acoger a la embarcación, como es el caso de la española Barcelona (nordeste), la francesa Sète (sureste) y la italiana Nápoles (sur).

El alcalde de esta última, Luigi Di Magistris, invitó a la nave a aproximarse a su costa: “En el caso de que no les hagan bajar, seremos nosotros quienes iremos a buscarles”, retó.

En el caso de Sète, las autoridades del puerto declararon estar dispuestas a acoger el Aquarius siempre que la terminal marítima obtenga la autorización del Estado. “La única condición es tener el visto bueno de las autoridades francesas”, indicó el presidente de ese puerto, Jean-Claude Gayssot, en la emisora local France Bleu Hérault.