El pasado domingo el nombre de Sigmundur Gunnlaugsson, primer ministro de Islandia, era uno de los subrayados en la investigación de los papeles de Panamá, una de las mayores filtraciones periodísticas de la historia que destapó la existencia de cientos de empresas en paraísos fiscales con las que, figuras que van desde la política a la cultura y el deporte, pasando por la realeza nacional e internacional; habrían esquivado el pago de impuestos.

Sólo 48 horas después, el premier islandés ha dimitido. La presión social ha sido más fuerte y las cerca de 10.000 personas que se han manifestado pidiendo su cese han conseguido su objetivo. Con esta, la primera consecuencia como responsable de los papeles de Panamá, Islandia ha vuelto a demostrar que su democracia funciona.

En 2008, el por aquel entonces primer ministro, Geir Haarde, acabó sentado en el banquillo por su responsabilidad tras la caída de tres de los bancos más importantes del país durante la crisis financiera. Ahora, ha sido el turno de Gunnlaugsson que, según ha explicado tras una reunión con los miembros de su Gobierno y de su partido, no podía seguir en el cargo al no tener la confianza necesaria.

En su Facebook, escribía: "Si los diputados de su partido no se ven capaces de apoyar al Gobierno, disolveré el Parlamento y convocaré nuevas elecciones cuanto antes".

Una decisión de ida y vuelta

Desde que la investigación periodística le ligara a él y a su mujer con una empresa en un paraíso fiscal, el primer ministro de Islandia ha cambiado de opinión varias veces.

Primero, acudió al Parlamento a dar explicaciones pocas horas después de destaparse el escándalo, una actitud que hizo que muchos pensaran que iba a presentar su dimisión. Sin embargo, este lunes dijo todo lo contrario.

Asegurando que no dimitiría, explicó que prefería agotar la legislatura y esperar a que los ciudadanos dieran su opinión cuando llegase el momento de acudir a las urnas; es decir, esperar hasta la primavera del 2017.

Este mismo martes, su opinión ha cambiado completamente y ha pedido la disolución del Parlamento. Pese a dar este paso, su propuesta ha sido rechazada por el presidente del país, Ólafur Ragnar Grímsson. Poco después, la decisión estaba tomada: finalmente Gunnlaugsson ha dimitido.

Los papeles de Panamá, difundidos por diversos medios y el Consorcio Internacional de Periodistas de Investigación (ICIJ, por su sigla en inglés), muestran que Gunnlaugsson y su esposa, Sigurlaug Pálsdóttir, eran dueños de una sociedad de Islas Vírgenes Británicas llamada Wintris en la que tenían cerca de 4 millones de dólares en bonos de, sorprendentemente, los tres principales bancos islandeses que se vinieron abajo durante la crisis de 2008.