Tradicionalmente el Ministerio de Defensa suele ser un mundo aparte dentro del propio Estado. Y eso se refleja año tras año en los presupuestos. Defensa recibe dinero para gastos comunes, dinero extra para investigación y desarrollo, créditos suplementarios para programas de armamento y decretos-ley que asignan recursos a programas concretos, normalmente de desarrollo armamentístico. Si bien es cierto que desde los años 80, los tres ejércitos están en pleno proceso de adaptarse de un ejército diseñado para ocupar su propio país -como estaba diseñado por el franquismo-, a unas fuerzas armadas propias de un socio de la OTAN. Y eso cuesta mucho dinero. 

Hoy, El BOE Nuestro de Cada Día, de la Fundación Civio, publica que el Gobierno de Pedro Sánchez sigue inflando el gasto en Defensa, pese a que la predecesora de Margarita Robles, María Dolores de Cospedal, ya lo había inflado antes de la moción de censura. A los 8.456 millones de euros de Cospedal, se han añadido modificaciones por valor de otros 729, con lo que el presupuesto real de Defensa alcanza ya los 9.185 millones de euros. Eso significa que supera, a esa fecha -pendientes de lo que pase en lo que queda de año- el gasto de 2017, que alcanzó casi los 9.000 millones pese a que su presupuesto inicial era de 7.639.

Según Civio, desde el Ministerio de Defensa suelen argumentar que el desvío se debe a las operaciones de paz y misiones en el extranjero, que no se habían incluido en las previsiones presupuestarias, pese a que cada año suponen un montante importante del total y que son conocidas de antemano. Sin embargo, no se incluyen en las cuentas aprobadas por las Cortes. 

Los presupuestos actuales, recordemos, son heredados del Gobierno de Rajoy, ahora queda pendiente saber si estas partidas estarán previstas en los presupuestos que Pedro Sánchez quiere aprobar de cara al año que viene. Y si su ejecución podrá hacerse sin estos añadidos "extraordinarios".