Si no fuera porque, de guindas a brevas, Mario Conde es señalado como un criminal, podría haber sido la alegoría moderna del hombre renacentista. El exbanquero, según la Guardia Civil, andaba muy ocupado repatriando la pasta esquilmada de Banesto, pero aun así sacó tiempo para sentar cátedra en Intereconomía, escribir varios libros e incluso presentarse a las elecciones. Esta última faceta es quizás la menos conocida, pero Conde aspiró a ser un “indignado de cuello blanco” capaz de robar votos al PP. Habría sido el perfecto 'Podemos de derechas' que reclamaba unos años después el presidente del Sabadell, Josep Oliu, si no fuera porque siempre fracasó con gran estrépito.

Entre condena y condena, Mario Conde inició su andadura política en el año 2000, cuando se presentó a las elecciones generales. En el año anterior, Conde había sido elegido como candidato por la Ejecutiva del CDS (Centro Democratico y Social) con el 81% de los apoyos.

El partido que fundara Adolfo Suárez en 1982 ponía así la puntilla a su debacle, presentado como candidato a un hombre sobre el que recaían todas las sospechas y que, dos semanas después de los comicios, sería condenado a 10 años y dos meses de cárcel por estafa y apropiación indebida por la Audiencia Nacional. El resultado electoral fue catastrófico: ni un diputado, ni un senador, debido a los 23.576 votos que cosechó. En perspectiva, es bastante menos de lo que obtuvo el Partido Comunista de los Pueblos de España en el año 2015.

Inasequible al desaliento, Mario Conde volvió a las andadas una década después. Las nuevas generaciones parecían haber olvidado sus fechorías, el exbanquero ladrón daba lecciones de ética cada noche en El Gato al Agua de Intereconomía y vendía ejemplares como churros de su libro Los Días de Gloria. Tanto que, a principios de 2011 crea la Fundación Civil, apoyado, entre otros, por Alberto Recarte, socio fundador de Libertad Digital, e Ignacio Arsuaga, promotor del lobby ultracatólico Hazte Oír.

Conde decía contar con el apoyo de hasta 70 asociaciones que agrupaban a más de dos millones de personas, o eso aseguraban ellos. Se las prometían muy felices y aprovecharon el tirón del movimiento indignado del 15M para presentarse como los indignados de cuello blanco y constituirse como el partido político Sociedad Civil y Democracia.

Pronto empezaron los problemas. Hazte Oír abandonó a la formación, alegando que sus principios les impedían estar en un partido política, pero siempre se sospechó que querían desmarcarse de cualquier iniciativa que restara votos al PP. Además, el Gobierno presionó para evitar que Conde fuera entrevistado en El Gran Debate de Telecinco, al tiempo que Soraya Sáenz de Santamaría acudía por primera vez a El Programa de Ana Rosa.

El presidente de Galicia, Alberto Núñez-Feijóo, saluda a Mario Conde en un desayuno informativo.
El presidente de Galicia, Alberto Núñez-Feijóo, saluda a Mario Conde en un desayuno informativo, retratado por El País

A pesar de los problemas, Mario Conde empezó a acercarse a Galicia, su tierra natal, donde fue recibido entre abrazos por Alberto Núñez-Feijóo y José Manuel Baltar en un desayuno informativo, en junio de 2012. Pero unos meses después, ELPLURAL.COM desvelaba que Conde se iba a presentar a las elecciones gallegas de ese año, con un discurso anticasta: “Creemos que ya es hora de decirle a la clase política, que no puede tener en exclusiva el monopolio de la representación parlamentaria”.

Mario Conde decidió presentarse por Pontevedra, la provincia de origen de Mariano Rajoy para hacer más sangre, y hasta hablaban de la posibilidad de arañarle al PP dos escaños. Poco antes de las elecciones, Conde denunciaba la existencia de una conspiración para empañar su carrera política. La Audiencia Nacional había decretado el embargo de unas fincas cuya propiedad él negaba. Para Conde, “nada es gratuito” y "nunca jamás nadie se ha inmiscuido en un proceso electoral".

Los resultados, una vez más, fueron una catástrofe. Mario Conde consiguió menos votos que el partido Escaños en Blanco. Apenas superó el 1% de los votos y su mayor victoria fue en A Mezquita, donde consiguió el 7% de apoyo. Es decir, el voto de 44 vecinos.