A finales de abril, Pedro Sánchez se tomó cinco días de “reflexión” ante el hostigamiento mediático y judicial hacia su esposa, Begoña Gómez. Jornadas que constituyen el germen de la “vacuna” contra los “bulos y la desinformación” que el presidente del Gobierno ha desgranado en el Congreso de los Diputados. El Plan de Acción Democrática se ha asomado con timidez en un pleno en el que PP y Vox han persistido en el acoso al entorno del jefe del Ejecutivo. La denominada “máquina del fango” ha reorientado el debate hacia la “corrupción” que le atribuyen a su administración. Al margen del rechazo de conservadores y ultras, el grueso del bloque de la investidura ha puesto en cuarentena el primer bosquejo del paquete de regeneración al considerarlo “insuficiente”.
Antes de pormenorizar las medidas, Sánchez emplazaba a los grupos parlamentarios a un periodo de “diálogo” para confeccionar el texto final. De esta manera, daba el pistoletazo de salida a una etapa de negociación de la que se descabalga un Partido Popular arrastrado aún por la ultraderecha de Vox. El jefe del Ejecutivo ha abundado en ello en su turno de réplica, tras constatar los recelos del grueso de sus socios. Algunos, como Esquerra Republicana de Catalunya y Junts, tacharon la intervención inicial del presidente como una “tomadura de pelo” y vaticinan un fracaso del plan de regeneración, además de catalogarlo como “insuficiente”. Crítica que Sánchez incluso hace suya, aunque se ha remitido a la puesta en común que liderarán los ministros Félix Bolaños (PSOE) y Ernest Urtasun (Sumar).
Activada la "máquina del fango"
El debate, sin embargo, se estancaba en el lodo tras la exposición del presidente del Gobierno; especialmente durante los turnos de Alberto Núñez Feijóo y Santiago Abascal. Pese a la reciente ruptura, PP y Vox han aunado sus voces para arrinconar a Sánchez contra la corrupción que le atribuyen a su Gobierno. Acusaciones que, tal y como señalaba el presidente del Gobierno, emanaban precisamente de “pseudomedios” sostenidos con dinero de administraciones públicas. Amparados en estos titulares, la “pareja de divorciados” le retaba a explicar si el Palacio de la Moncloa es ahora la “sede de un negocio familiar” o, en su defecto, a aclarar “cuantas empresas cotizadas que dependen de su regulación pública llamó personalmente para que recibieran a su esposa”.
Feijóo y Abascal blandieron las mismas espadas contra Sánchez. Enfocados totalmente en exprimir la situación judicial del Gobierno, obviaron un lapsus del presidente al indicar que no es una persona “fiable”. El jefe del Ejecutivo lo corrigió al instante, pero retrata la escasa flexibilidad argumental de sus adversarios. Al margen de este detalle, mientras escenificaban cierto distanciamiento en ese difícil juego de equilibrios en el que participan desde la pasada semana, identificaron el plan de Sánchez como una “amenaza de censura” a la libertad de prensa.
Sánchez olió sangre y en su turno de réplica no soltó el hueso de la “relación” PP-Vox. El presidente celebró la “ruptura” en las cinco autonomías cogobernadas por conservadores y ultras, pero cuestionó la veracidad y la perdurabilidad del órdago de Abascal. Emplazaba al líder de la oposición a consolidar ese divorcio y extrapolarlo al plano municipal e incluso al legislativo. “Tiene los votos del Partido Socialista para derogar los recortes y retrocesos que han aprobado juntos”, sugirió, tendiendo la mano a Génova ante una “oportunidad” única para poner pie en pared y reivindicar “su autonomía”.
El presidente zarandeó con dosis de hemeroteca la línea de flotación de Feijóo, recordando su “historial” como presidente de la Xunta con los “viernes negros de la TVG”, además del secuestro del Ejecutivo autonómico al libro Fariña, de Nacho Carretero. “Convivió con ello pacíficamente”, expuso, despertando las iras del líder de la oposición, que en su turno de contrarréplica elevó considerablemente el tono contra el jefe del Ejecutivo evocando la figura del expresidente José María Aznar: “Escriba la tercera carta y váyase”.
Recelos en el bloque de la investidura
Alejados del yermo terreno de la derecha parlamentaria, el plan de regeneración no tuvo una cálida acogida entre el resto de sus aliados. Sumar optó por un tono sosegado y rebajado, máxime tras cerrar el acuerdo para la reforma del artículo 36 de la Ley de Seguridad Ciudadana. El portavoz del Grupo Plurinacional comparte con el grueso del bloque de la investidura la falta de ambición del paquete de medidas presentado por Sánchez, al tiempo que presume de sello propio en estas iniciativas que negociarán -junto al PSOE- con el resto de formaciones.
Más beligerante se mostró el independentismo. ERC y Junts coincidían en calificar la intervención del presidente de “tomadura de pelo”. El portavoz parlamentario republicano, Gabriel Rufián, se quejó de la ausencia de medidas concretas en el discurso de Sánchez, mientras que Miriam Nogueras (Junts) auguraba el fracaso de plan de regeneración al completo. Ambos afearon al jefe del Ejecutivo que quiera reconstituir el país mientras pacta con la “máquina del fango” la renovación del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ). “¿Qué ha venido a hacer usted hoy aquí? ¿Por qué ahora?”, se preguntaba el dirigente catalán, al tiempo que apoyaba la actuación contra los “medios basura”.
Pese al reproche de las formaciones catalanas, Sánchez agradecía a Gabriel Rufián el tono utilizado durante su discurso, asumiendo la “crítica” y la “discrepancia” de su grupo. El presidente coincide con el republicano en que la democracia tiene algunas carencias, dándole también la razón en el “problemón” de los bulos. En este sentido, respondía al “por qué” decidió debatir el plan tres meses después de su periodo de reflexión. “Ha habido elecciones y ahora es momento de poner en marcha todas estas medidas, los mandatos en Europa y nuestra absoluta voluntad de acordar. Han dicho que es suficiente, así que encantados de escucharles”, resolvió.
Por su parte, Bildu, BNG y PNV redundaban en la “falta de credibilidad” de la iniciativa gubernamental. Los abertzales, comandados por Mertxe Aizpurua, lamentaban que España abra las puertas de las instituciones a la ultraderecha al facilitarles “togas y porras”. La dirigente vasca echa en falta más “valentía” y “muchas más” iniciativas de mayor calado para regenerar un país, urgiendo al PSOE a aprovechar la “oportunidad histórica” que le brindó la mayoría progresista en su investidura. El portavoz del PNV, Aitor Esteban, sacó a colación la Ley de Secretos Oficiales para reflejar la “imperfección” de la democracia española, mientras aconsejaba a Sánchez de que tendrá que “hilar fino o no hilar nada”. “Hay límites más allá de lo legal. Lo único necesario es un poco de sentido común”, precisó.
La recopilación de críticas del bloque de la investidura queda ahogada ante la dureza de la intervención de Ione Belarra. La líder de Podemos insiste en que el Gobierno, en concreto el PSOE, “ha dado la espalda a la mayoría” al echarse a los brazos de un Partido Popular que tiene en su mano la palanca de la “máquina del fango” que denuncia el propio Sánchez. Sobre este argumento ha pivotado la portavoz morada, calificando el anuncio como “trampa” para ocultar su plan para edificar una “gran coalición”.