El de Alberto Núñez Feijóo y Santiago Abascal ha demostrado ser un matrimonio mal avenido que está en plena crisis, a punto del divorcio. El primer pleno de la legislatura que ha echado a andar este jueves ha sido el marco de la ruptura manifiesta entre el Partido Popular y Vox, que aunque continúen con sus alianzas y aparentando estar en buena sintonía entre ellos ya nada será lo mismo. El escenario de Escenas de matrimonio se ha trasladado en esta ocasión hasta el Congreso, donde la vendetta de los ultras se ha ejecutado con luz y taquígrafos sobre unos populares que han quedado tocados, hundidos. 

Que Génova decidiera en el último momento no dejar un asiento en la Mesa de la Cámara Baja de los cuatro que iban a lograr a Vox se ha convertido en la primera piedra para la separación, que ha proseguido con la reacción de los ultras dejando solos tanto a Feijóo como a su candidata a la presidencia, Cuca Gamarra. De los 171 apoyos que los populares decían tener para la investidura, solo han logrado 139 para la votación del órgano rector, lo que ha desencajado a buena parte de la cúpula. Feijóo se aleja de Moncloa mientras Pedro Sánchez se acerca. Por su parte Vox deja en el aire su apoyo al líder popular.

Críticas internas en Génova

El eco de la votación de la Mesa no ha acabado con la sesión plenaria de este 17 de agosto, sino que continúa en las paredes de Génova. Tan solo unas horas después del resultado Feijóo llamó a una reunión urgente a los suyos para dilucidar el siguiente paso que habría que dar tras la ruptura televisada con sus hasta ahora socios. Que los ultras de Santiago Abascal decidieran a última hora optar por su candidato Ignacio Gil Lázaro en vez de por Cuca Gamarra pilló por sorpresa a los populares a la luz de sus semblantes pese a que avisaron unos minutos antes a estos de su decisión de no dejarles un asiento en la Mesa.

Esto no ha sentado especialmente bien a un sector de los dirigentes de Feijóo, que apuntan a un ridículo histórico no solo por haber escenificado una soledad manifiesta tras no haber contado tan siquiera con los votos de sus aliados sino que esto cierra la puerta con contundencia a la opción de que el rey Felipe VI encomiende al líder popular la tarea de intentar conformar un Gobierno. De hecho, el PP entraba en el Hemiciclo con 171 apoyos y muy cerca de los 172, mientras ha salido con únicamente 139 y la posibilidad de que los ultraderechistas le retiren su sostén en una futurible votación de investidura.

Los barones están divididos. Mientras una parte critica el resultado de la Mesa pero defiende que Feijóo todavía debe someterse al escrutinio de las fuerzas políticas para intentar formar un ejecutivo -pese a no tener los números- otros denuncian que la retórica seguida por los populares ya se ha caído. Tampoco entienden que se haya roto con la extrema derecha en directo durante el desarrollo del pleno constitutivo, una decisión que la dirección justifica en la estrategia con la mirada puesta en la legislatura. Como ya estaba hecho que Francina Armengol ascendía al poder, no tenía sentido perder uno de sus puestos en favor de Vox.

El enfado de Vox

Los de la calle Bambú, por su parte, han manifestado a las claras su enfado con los populares. El PP asegura que Vox no le comunicó en ningún momento su decisión de no votar a Gamarra mientras los ultras dicen que estos tampoco les informaron formalmente de su "falta de solidaridad" para cederle un puesto en la Mesa. "No ha habido llamada ni mensaje, solo comentarios en los pasillos", dicen. Y es que precisamente esto formaba la columna vertebral del acuerdo entre las dos derechas: Vox votaba a la candidata popular siempre y cuanto los de Feijóo le facilitaran un asiento en el órgano rector del Congreso. Algo que no ha sucedido.

Este desencuentro en directo ha evidenciado las dos estrategias a las que juegan los de Abascal. Por un lado han dejado claro que no dan nada a cambio de nada -en este caso unos votos por un puesto- y por otro que el PP está en manos de la ultraderecha. No me apoyas yo no te apoyo, y si yo no te apoyo y te debilito de cara a una investidura. Y es que con solo 139 síes Feijóo tiene muy complicado que Felipe VI le confíe la tarea de intentar formar gobierno ya que no tiene una mayoría suficiente, por lo que lo de este jueves también le deja abandonado en la carrera hacia su objetivo real de llegar a Moncloa.

Por eso los mismos ultraderechistas ven que su gesto ha perjudicado a los populares precisamente por vender una mayoría que en la Mesa se ha evidenciado que o no tiene o pende de un hilo muy fino y en cualquier momento se puede romper. "Parece que Feijóo sale peor, ha vendido una mayoría que no tiene”, dicen fuentes de Vox, que resaltan que la organización de la Mesa "es más fácil que la investidura". Sin embargo, ni Abascal ni su cúpula quieren confirmar que estas desavenencias se vayan a trasladar a una futura votación y dejan en el aire su .

La reacción de la derecha mediática

A esta brecha entre el PP y Vox se suma el desconcierto en la derecha mediática, que en las últimas semanas ha puesto toda la carne en el asador para intentar que Gamarra se convirtiera en la presidenta de la Cámara y que los conservadores lideraran la Mesa. El resultado de la votación, inesperado en Génova y en los medios aliados, ha provocado también un cisma en los editoriales de las cabeceras más acérrimas especialmente a los populares. Y es que aunque cargan sin piedad contra Sánchez por el resultado algunos también dedican una crítica abierta hacia Feijóo.

Jorge Bustos asegura en El Mundo que ahora "solo cabe sentarse a contemplar cómo este feto acéfalo o Frankenstein II que acaba de alumbrarse en la Carrera de San Jerónimo va tomando forma" al tiempo que añade que "nuestro más esmerado antisanchismo está por estrenar" y "hasta ahora solo estábamos precalentando". Entre tanto, el editorial de La Razón señala que "lo más preocupante es que sean las minorías separatistas quienes tengan en sus manos la estabilidad del país al que quieren trocear". Sin embargo, uno de los más duros ha sido el ABC, que finaliza la columna con un dardo a Génova por romper con los ultras.

"Crítica aparte merece la conducta del Partido Popular que en el último momento y al conocer el acuerdo de los socialistas con Puigdemont decidió romper sus propios pactos con Vox, no apoyarlos para conseguir un puesto en la Mesa del Congreso, y presentar así un centroderecha completamente dividido. Feijóo entró ayer al Congreso con 172 escaños y salió con 139, que son los que consiguió su candidata, Cuca Gamarra. Un pésimo resultado un día que había que haber mostrado unidad constitucionalista ante unas cesiones anómalas", afirman desde el diario bajo el titular 'Sánchez humilla al Estado'