Santiago Abascal ha dejado en el aire que la formación de extrema derecha vaya a dar sus 33 'síes' en una posible investidura de Alberto Núñez Feijóo como presidente del Gobierno.

La importancia, para el PP, de que el apoyo de Abascal siga intacto, es vital, ya que eso le permite a Alberto Núñez Feijóo decirle al rey Felipe VI, cuando sea llamado a consultas, que cuenta con el apoyo de 171 o 172 diputados (los 137 del PP, los 33 de Vox, el de UPN, y el último escaño dependería de la decisión final de Coalición Canaria). Solo el PSOE y Sumar suman 152 diputados. Hoy, la mayoría social ha logrado 178 diputados.

El enfado de Abascal con Feijóo

"Estamos algo perplejos porque no parece que impedir que la tercera fuerza política de España quede fuera del Congreso sea recuperar la normalidad democrática", ha afirmado el líder de Vox en una rueda de prensa celebrada minutos después de que en la sesión de constitución de la Mesa del hemiciclo se nombrase presidenta a la socialista Francina Armengol.

"Vamos a volver a hablar con el PP para entender que es lo que quieren hacer y si están de verdad dispuestos para evitar ese gobierno de destrucción nacional", ha agregado Abascal, visiblemente molesto tras la ruptura entre Vox y los populares por apartarles de la Mesa para obtener cuatro puestos en lugar de tres.

La traición del PP a Vox

En un sorprendente giro de los acontecimientos en el escenario político español, el Partido Popular comunicó esta mañana a Vox su negativa a colaborar en la consecución de algún puesto para formar parte de la nueva Mesa del Congreso. Esta decisión ha llevado a los 33 diputados del grupo encabezado por Santiago Abascal a votar por su propio candidato para la Presidencia, Ignacio Gil Lazaro. Este conflicto también se reprodujo en la votación de las vicepresidencias.

Desde Vox, han aclarado que fue en la mañana del jueves cuando recibieron una llamada del PP para informarles sobre esta determinación.

Según indican desde la formación ultra, esta notificación se produjo después de que los populares constataran que los acuerdos alcanzados por el PSOE con Esquerra Republicana de Catalunya (ERC) y Junts garantizaban que la candidata socialista, Francina Armengol, sería elegida presidenta del Congreso, prevaleciendo sobre la aspirante del PP, Cuca Gamarra.

Vox ha detallado que, al constatar que el PP no tenía posibilidad de obtener la Presidencia, los dirigentes encabezados por Alberto Núñez Feijóo optaron por 'traicionarles' y asegurarse dos vicepresidencias y dos secretarías para sí mismos, sin ceder ninguno de estos cargos a Vox.

Cabe destacar que Vox había solicitado una vicepresidencia, el mismo puesto que ocuparon en la legislatura anterior, cuando contaban con 52 diputados.

Tras recoger su acta como diputado en el Congreso, Abascal expresó ante los medios de comunicación su firme creencia de que Vox representa a tres millones de españoles y, por lo tanto, como la tercera fuerza política en España, debería tener una representación en la Mesa.

Sin embargo, poco después, Feijóo reveló públicamente que, además de Gamarra para la Presidencia, el PP también aspiraría a otros puestos en la Mesa. Incluso adelantó los nombres de sus candidatos para formar parte de este órgano de gobierno parlamentario.

Dado el fracaso de las negociaciones con el PP, los 33 representantes de Vox decidieron respaldar a su diputado por Valencia, Ignacio Gil Lázaro, primero en la votación para la elección de la Presidencia y luego en la votación para las vicepresidencias.

En un comunicado, Vox justificó su decisión argumentando: "Es la segunda vez en democracia que la tercera fuerza parlamentaria no está representada en la Mesa y, ante esa falta de voluntad del Partido Popular, Vox vota a su candidato a la presidencia y a la vicepresidencia".

Este inesperado enfrentamiento entre el PP y Vox en la elección de la Mesa del Congreso ha dejado en evidencia las tensiones y rivalidades existentes en el espectro político español, así como la importancia de los equilibrios de poder y las alianzas en el panorama parlamentario. Con el tiempo dirá qué impacto tendrá este episodio en la dinámica política del país.

Todo parece indicar, eso sí, que Feijóo lo tiene cada vez más difícil para protagonizar lo que a todas luces sería una investidura fallida.