En Convergència i Unió, los nervios están a flor de piel porque el discurso racista y xenófobo de los populares les pone ante un escenario complejo y no deseado, que podría tener consecuencias negativas en la evolución de la política catalana. Muchas voces del mundo nacionalista consideran que CiU no puede permitirse el apoyo de un PP que ha sacado las banderas de la xenofobia como elemento de referencia. Es más, consideran que la moneda de cambio no puede ser, de ninguna manera, hacer alcalde de Badalona –la tercera ciudad de Cataluña- a Xavier García Albiol, el candidato que ha hecho de la mentira y el bulo xenófobo su valor añadido.

Sánchez-Camacho, la holligan de Albiol
El mundo nacionalista mira perplejo como Alicia Sánchez Camacho, la presidenta del PP catalán, se ha convertido en estas semanas la principal holligan de su candidato de Badalona. La última salida de tono de los populares –incluido Alberto Fernández Díaz, el número uno por Barcelona- ha sido acusar a los inmigrantes de introducir enfermedades “erradicadas” en España. Una mentira más, un bulo más, que aspira a pescar en el revuelto río de las familias más afectadas por la crisis.

Un NO muy endeble
Desde el corazón nacionalista se dice NO a los populares. Sin embargo, ese NO se muestra muy endeble. Los nacionalistas no pueden dar con la puerta en las narices a los populares. En el Parlamento de Cataluña están en minoría y necesitan del apoyo de los de Sánchez Camacho para aprobar, entre otras cosas, los presupuestos que contienen los recortes sociales. Un apoyo que no pueden esperar de la izquierda. Por tanto, no sería de extrañar, que el 23-M ese NO radical pueda empezar a concretarse en un Sí.

Enemigo común: el socialismo
Hoy por hoy, los nacionalistas no quieren ni oír hablar de este pacto pero algunos ya comentan, en privado eso sí, que hay que hacer de la necesidad virtud. Teniendo tan a mano las alcaldías de Barcelona y Tarragona no se pueden hacer ascos a un acuerdo con los populares. El entendimiento con el PP les daría la vara de mando en estas dos ciudades –seguramente en algunas más- les garantizaría estabilidad en los cuatro años de legislatura y les abriría las puertas a un pacto de estado con un PP en la Moncloa. A cambio, deberían entregar la alcaldía de Badalona a García Albiol para que Rajoy pudiera presumir de su ascenso electoral en Cataluña. Si es barato o caro, lo dirán los ciudadanos en la próxima contienda electoral. Como mínimo, será difícil de digerir para muchos nacionalistas, y repugnante para la gran mayoría de catalanes. A escasos días del 22-M el NO es unánime. El 23-M, el SÍ será una realidad, porque el adversario para PP y CiU es el mismo: los socialistas. Arrinconarlos puede ser una buena terapia para superar algunos acuerdos inexplicables.