La alcaldesa de Valencia, Rita Barberà, ha recurrido a una trasnochada “valencianidad” de Aguas de Valencia para solicitar que ésta no quede bajo control de su hasta ahora socio minoritario catalán, después de que la compra del Banco de Valencia por parte de CaixBank pueda dejar el control de la operadora de aguas en manos de su competidora catalana Aguas de Barcelona.


Aguas de Valencia (AVSA) se dispone a librar una nueva batalla interna por el control de la compañía gestora de aguas, después de que el FROB adjudicara este martes el Banco de Valencia a CaikaBank. Una operación que deja en minoría al presidente de AVSA, Eugenio Calabuig, a quien se considera el hombre fuerte del PP en la operadora de aguas y su brazo ejecutor. La posibilidad de que Aguas de Barcelona, la mayor competidora de Aguas de Valencia, se haga con el control de ésta ha desatado el nerviosismo en el PP valenciano. La primera en salir en defensa de la “valencianidad” de la empresa, es decir, de que Aguas de Valencia siga bajo control de sus socios locales, ha sido la alcaldesa de Valencia, Rita Barberà, espantada al parecer de que el “oro catalán” se haya hecho con el control del banco y por ende de la operadora de aguas.


Eugenio Calabuig, en minoría
Hasta ahora Aguas de Valencia se repartía en dos bloques accionariales. Con el 67% de la concesionaria estaban los socios locales agrupados en la sociedad instrumental Agval, controlada en un 50’01% por Fomento Urbano de Castellón de Eugenio Calabuig y el Banco de Valencia con el otro 49’9%. El 33% restante de AVSA está en poder de la multinacional francesa Suez, máxima accionista de Aguas de Barcelona con un 75’74% a través de Hisusa Holding de Infraestructuras y Servicios Urbanos. Caixabank controla el 24’26% de Hisusa y desde ahora controlará también el 49’9% que tenía Banco de Valencia en Agval, en la que Calabuig quedó recientemente con un 42% después de que la Audiencia Nacional le embarga un 7’9% de las acciones, que controla ahora un administrador judicial.


Barberà pide un consejo “valenciano”
La alcaldesa de Valencia se apresuró en la mañana del miércoles para pedir “sensibilidad” y reclamar que “la mayor parte de la gestión de Aguas de Valencia quede en manos de un consejo valenciano”, rechazando así la posibilidad de que Calabuig pierda la mayoría y, por tanto, la gestión quede bajo control catalán. En una economía globalizada, causante en su mayor parte de la peor crisis económica que se recuerda, base del ideario con que el PP intenta justificar la oleada de recortes, se antoja absurda la “valencianidad” con la que Barberà intenta proteger sus intereses en Aguas de Valencia, a la que recientemente la Entidad Metropolitana de Servicios Hidráulicos, un organismo bajo su control, le adjudicó el “contrato del siglo” del agua.


La alcaldesa rememora a la lideresa
Los perjuicios de la alcaldesa de Valencia contra todo lo que suene a “catalán” –un arma utilizada por la derecha desde el inicio de la transición para arrebatar a la izquierda valenciana su mayoría social- recuerda a la campaña desatada hace unos años cuando la empresa catalana Gas Natural intentó quedarse con Endesa. La lideresa del PP madrileño Esperanza Aguirre, enarbolando la bandera de una extraña “españolidad”, exclamó aquello de “antes alemana que extranjera”, confundiendo a los catalanes por extranjeros y mostrando sus preferencias porque la alemana E.ON se hiciera con el control de la eléctrica española antes que una empresa catalana. Ahora, Barberà defiende el control “valenciano” de AVSA para poder garantizar que el agua será “de calidad y a un precio razonable”, dando a entender que esas condiciones no se darían si cambiara el control accionarial de la empresa y obviando que lo importante es que la empresa que suministra agua a varios millones de valencianos funcione, independientemente de en qué manos esté el poder accionarial.


Calabuig y el dinero público
Por su parte, el presidente de Aguas de Valencia, Eugenio Calabuig, ante su posición debilitada, ha manifestado lo ilógico que resulta a su entender que un competidor “se haga con el otro” con dinero público y ha expresado la necesidad de que las empresas participadas por el Banco de Valencia, de la que Aguas de Valencia es la “joya de la corona”, se vendan antes del cierre formal de la venta de la entidad financiera, insistiendo en que no debería poderse cambiar el control accionarial de AVSA con dinero público de la Unión Europea y de España.