Se suele decir que la venganza es un plato que se sirve frío. Una frase que indica que para que un contragolpe duela más hay que esperar mucho, reflexionar y buscar la fórmula perfecta. El líder de Vox, Santiago Abascal, se ha aprendido esta lección de principio a final, y tras varios años esperando, ha decidido vengarse de Albert Rivera, quien no hace mucho tiempo era su gran amigo. 

"Rivera, -que lo mismo es socio de Susana (Díaz) que de Libertas-, desprecia a los 400.000 andaluces de Vox. Si lo que pretende es el visto bueno socialista, para continuar el socialismo con otras siglas y no levantar alfombras, que no cuente con nosotros", escribía esta misma semana Abascal en las redes. El comentario respondía a unas palabras de Rivera en las que llamaba "populista" a la formación ultraderechista y aseguraba no pactar con ellos en Andalucía. 

Un duro comunicado que llama la atención especialmente por la primera parte, aquella que hace alusión al pacto que hizo Ciudadanos con el partido de la extrema derecha Libertas para concurrir a las elecciones europeas del año 2009. “Declan Ganley era una oportunidad de oro, un multimillonario de chequera fácil y Albert Rivera estaba bien dispuesto a cambiar de principios y a pasar del centroizquierda proclamado a la derecha euroescéptica y confesionalmente católica”, denunció Enrique de Diego, ex periodista de Intereconomía, en ElPlural.com.

Acusaciones que cobraron sentido a tenor de lo expuesto por el propio Albert Rivera en 2009. En declaraciones al diario El Mundo, el líder de Ciudadanos reconoció que “cuando se pone sobre la mesa esa cantidad de dinero te lo planteas. Es uno de los parámetros que hemos tenido en cuenta”.

De amigos a enemigos

Sin embargo, a raíz de lo expuesto, uno podría preguntarse por qué Abascal y Rivera se llevan ahora como el rosario de la aurora, máxime teniendo en cuenta que durante varios años compartieron trayectorias políticas similiares y platós de televisión

Pues bien, todo empezó a torcerse en las elecciones europeas de 2014. En aquellos comicios, los de Rivera lograron 497.146 votos y 2 escaños; los de Abascal, 244. 928 votos, pero no obtuvieron ningún escaños por muy pocas papeletas. Entonces, Abascal pidió entonces vía Whatsapp a Rivera un correo personal para enviarle un carta. Éste se lo dio. La misiva fue enviada, pero nunca obtuvo respuesta. Hay que mencionar que el líder de Vox se encontraba en una situación tanto política como económica muy delicada y el batacazo europeo amenazaba con desenterrarle para siempre de la política. 

“En aquellas líneas, Abascal mencionó la posibilidad de establecer una coalición temporal. Recordó a Rivera lo compartido en materia de unidad nacional, educación y división de poderes, pero el de Ciudadanos hizo oídos sordos. A tenor de lo arrojado posteriormente por las urnas, acertó. Su partido creció sin parar y Vox afrontó una travesía por el desierto. El distanciamiento personal creció por los dardos que Abascal comenzó a lanzar al que ahora denomina veleta naranja. Le instó a desnudarse en sus propuestas, y no sólo en los carteles electorales”, explica el periodista Daniel Ramírez.

Desde entonces, la relación nunca se retomó. Abascal no perdonó a Rivera que le dejase tirado en su peor momento político, no integrándole en Ciudadanos. A Rivera, no le gustó que Abascal traicionase sus ideales y le pidiese cobijo en su formación política.