Albert Rivera y Santiago Abascal llevan años sin hablarse. Antaño buenos amigos, el líder de Ciudadanos y el presidente de Vox solo se han puesto en contacto desde el año 2015 en contadas ocasiones y por “asuntos de naturaleza muy personal”. Son ya muchos meses sin ninguna llamada para hablar de política, para charlar sobre asuntos cotidianos o preocuparse el uno por el otro. Ni siquiera el pasado 2 de diciembre, cuando tras muchos años fuera de las instituciones Vox consiguió dar la sorpresa en las elecciones andaluzas y obtener 12 diputados en San Telmo, Rivera se dignó a mensajear a Abascal.

“Para Santiago el resultado de las elecciones andaluzas fue más que un triunfo político. Obtener 12 escaños en la Junta, un territorio hostil, fue la consecución de un reto personal por el que se ha dejado la vida. Al margen de la competencia política, lo lógico es que Albert Rivera le hubiese felicitado en el plano humano. Pero no fue así”, lamentan a ElPlural.com desde el entorno más cercano del dirigente de Vox.

Lo cierto es que lo que en su día la política unió, también lo separó. Esta es la historia de cómo surgió una amistad (y también dos partidos políticos) y de por qué la política acabó con una buena relación personal (y también finiquitó la buena sintonía que existía entre dos organizaciones políticas de derechas).

Albert Rivera desnudo en un cartel de Ciudadanos.

1. El nacimiento de Ciutadans y del contertulio Albert Rivera

Ciutadans, que ésta fue su primera denominación, nació poco después del tripartito presidido por Pasqual Maragall y en parte como consecuencia del Estatut de Catalunya. Entonces, fue presentado como un partido laicista y progresista, aunque desde el principio lo bendijeron periodistas como Federico Jiménez Losantos y Pedro J. Ramírez, a la par que lo apoyaban sin disimulo muchos políticos del ala dura del PP y la propia Rosa Díez, quien llegó a actuar de madrina en el acto fundacional del partido.

Fue en los comicios autonómicos que condujeron a José Montilla a la presidencia de la Generalitat -celebrados el 16 de septiembre de 2006-, cuando el candidato Rivera se dio a conocer gracias a una foto provocadora en la que salía desnudo. Una campaña con la que el político catalán rompió moldes y que aupó a su formación política a obtener tres escaños y un total de 89.840 votos en toda Cataluña.

A raíz de su salto a la primera línea política, Rivera empezó a convertirse en un rostro habitual de las tertulias políticas. El primer plató televisivo al que Albert Rivera empezó a acudir con cierta asiduidad fue el de Canal Català, televisión del empresario italiano Nicola Pedrazzoli en la que eran tertulianos habituales personas como Josep Anglada, de la xenófoba Plataforma X Catalunya, o Rafael López Diéguez, secretario del partido Alternativa Española, franquista y yerno de Blas Piñar.

Allí empezó a velar sus armas mediáticas Albert Rivera. Pedrazzoli, que no dudaba poner en parrilla programas de tarot con Sandro Rey u otros de carácter erótico al lado de tertulias o la Santa Misa los domingos, decidió dar el salto a toda España, primero con el canal Metropolitan y luego en la cadena Intereconomía, propiedad de Julio Ariza.

Precisamente en Intereconomía Rivera se reencontraría con López Diéguez y algunos otros compañeros de mesa un tanto particulares como el que a futuro se convertiría en el miembro fundador de Vox Aleix Vidal Quadras, el general Monzón, el pseudohistoriador Pío Moa, o el hijo del falangista y escritor Rafael García Serrano, Eduardo. Todos ellos de ideología, evidentemente, ultraconservadora.

En Intereconomía Rivera también estrecharía lazos con Miguel Durán, una persona clave en el ascenso a la política nacional de Ciudadanos. Y es que aunque Rivera intenta encarnar ahora la frescura y la renovación política, su partido nace de lo viejo. En las elecciones europeas de 2009 aceptó formar una candidatura conjunta junto a Libertas, con la preciada colaboración del multimillonario irlandés Declan Ganley, y en coalición con el Partido Socialdemócrata Español (PSDE) -la formación liderada por el tránsfuga Eduardo Tamayo, artífice del tamayazo-.

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Imagen del Instagram de Santiago Abascal

2. Rivera y Abascal, el surgimiento de la amistad de dos héroes para la caverna

Es en este contexto -era en el niño mimado y contertulio de moda de la caverna mediática-, cuando Albert Rivera conoce a Santiago Abascal. Proveniente del sector más duro del PP vasco, el ahora dirigente de Vox llevaba en política desde que cumplió los 18 años.

Conocido por su firmeza y por su postura desafiante contra la izquierda abertzale y contra ETA -banda terrorista que extorsionó durante décadas a su familia-, Abascal fue presidente de las Nuevas Generaciones del PP de Euskadi entre 2000 y 2005, procurador de las Juntas Generales de Álava durante los años 2003 y 2004 y parlamentario autonómico de 2004 a 2009.

Precisamente, una de sus intervenciones en el parlamento vasco hizo que el conglomerado mediático de derechas se fijase en él. Ocurrió el 30 de mayo de 2008. En la tribuna de oradores, Abascal rasgó una copia de la papeleta ilegal que el exlehendakari Juan José Ibarretxe pretendía utilizar en su consulta soberanista. La derecha de entronizó y Abascal comenzó su ascenso a la fama.

Fueron amigos comunes provenientes de Intereconomía y del PP más duro los que presentaron y contribuyeron a forjar la amistad entre Rivera y Abascal.

Por aquel entonces, el líder de Vox ya había creado su propia plataforma, la Fundación para la Defensa de la Nación Española (DENAES). Colectivo que no sólo serviría a Abascal como herramienta de promoción, sino como soporte para realizar conferencias, cursos y seminarios que sirviesen para poner en contacto a personalidades del mundo de la derecha y la extrema derecha.

Fue en 2008 cuando Albert Rivera acudió por primera vez a un acto de DENAES. De su intervención aún queda rastro en la red. Desde entonces, Albert Rivera y Santiago Abascal coincidirían en muchos más actos. Seminarios, manifestaciones y tertulias que sirvieron para afianzar la buena relación entre ambos.  

abascal autobus ciudadanos

3. De reconocerlo públicamente al ataque: la política truncó la amistad

Por aquella época, Santiago Abascal y Albert Rivera no dudaban en alabarse públicamente. Incluso, poco después de abandonar definitivamente el PP y crear Vox, el líder de la ultraderecha española reconocía que las propuestas de Ciudadanos le parecían más que correctas y se mostraba dispuesto a apoyarle.

“¿Sería posible una alianza entre Ciudadanos y VOX?”, le preguntaron en una ocasión a Rivera en una tertulia de Intereconomía en la que también estaba presente Abascal. La respuesta no dejaba lugar a dudas: “Le contesto encantado hoy que está aquí Santi, con el que tengo una buena amistad. Ni Vox ni UpyD son ni enemigos ni adversarios de Ciudadanos”, afirmó Rivera.

“Yo me siento muy identificado con el mensaje de unidad que lanza Albert Rivera”, añadía Abascal reconociendo que había “importantísimos puntos de contacto entre Ciudadanos y VOX”.

Aquellos años, unidos por Intereconomía, Rivera y Abascal cenaron juntos y tomaron más que una copa. Sin embargo, los problemas comenzaron tras las elecciones europeas de 2014. En aquella cita electoral, los de Rivera lograron 497,146 votos y 2 escaños; los de Abascal, 244.928 votos, pero no obtuvieron ningún escaño por apenas 50.000 papeletas.

Abascal pidió entonces vía Whatsapp a Rivera un correo personal para enviarle un carta. Éste se lo dio. La misiva fue enviada, pero nunca obtuvo respuesta.

“En aquellas líneas, Abascal mencionó la posibilidad de establecer una coalición temporal. Recordó a Rivera lo compartido en materia de unidad nacional, educación y división de poderes, pero el de Ciudadanos hizo oídos sordos. A tenor de lo arrojado posteriormente por las urnas, acertó. Su partido creció sin parar y Vox afrontó una travesía por el desierto. El distanciamiento personal creció por los dardos que Abascal comenzó a lanzar al que ahora denomina veleta naranja. Le instó a desnudarse en sus propuestas, y no sólo en los carteles electorales”, explica el periodista Daniel Ramírez.

Desde entonces, la relación nunca se retomó. Abascal no perdonó a Rivera que le dejase tirado en su peor momento político, no integrándole en Ciudadanos. A Rivera, no le gustó que Abascal traicionase sus ideales y le pidiese cobijo en su formación política.

Todo esto pasó hasta el pasado 2 de diciembre, cuando las urnas en Andalucía obligaron a reencontrarse a Rivera y Abascal. La historia entre Ciudadanos y Vox comienza de nuevo a escribirse.

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