Santa Salut (Sabadell, 1998) es una de las raperas más relevantes del panorama nacional. La catalana ya se ha alzado como la voz de la justicia social  en la escena undergorund y ha llevado su música cruda y sin filtros por Europa y Latinoamérica. Su último disco, Queens of groove, es toda una oda a las artistas que han influido en la rapera y un mensaje claro al rap en mayúsculas. 

Pregunta (P): Cuéntanos un poco sobre lo que hay detrás de Queens of groove.

Respuesta (R): El disco llegó a raíz de que ya llevaba dos años y medio con mi anterior proyecto, Discordia (2022) y necesitaba contar cosas nuevas. Como artista tienes que aportar nuevos trabajos con distintos contenidos, por eso me propuse hacer un disco propiamente de rap. Tuve la oportunidad de ir a hacerlo a Buenos Aires porque tengo muy buenos amigos allí que también cantan. Nos pillamos una casa entre todos y allí lo producimos, con Neekl y Bryan Taylor. Es un trabajo de estudio, pero está hecho en 3 meses. 

P: Has fusionado muchos estilos con el rap como tech house, electrónica o funk. ¿De dónde nace esa mezcla?

R: Siempre he sido una persona que escucha muchos tipos de música, desde pequeña, además de que me aburro muy rápido de ver y escuchar siempre los mismos géneros. Por eso quería hacer música que me gustara a mí como oyente en ese sentido. Al principio empecé mezclando electrónica y poco a poco me he movido al rap o la balada. Siempre me ha gustado jugar con esas combinaciones. 

P: Las referencias a la cultura musical y estética de los 90 no paran de salir. ¿Qué tenía esa década?

R: Me recuerda mucho a cuando yo era niña. La mayoría de veces los gustos que tenemos vienen de manera subconsciente, y a mí me representa mucho el sonido, la forma ruda de cantar detrás de los dientes y las referencias culturales tan claras que se llevaban en esa década.

P: Precisamente, en el disco nos dejas referencias culturales como la Cleopatra de Elizabeth Taylor o el Happy Birthday de Marylin Monroe. ¿Te inspiras mucho a través más allá de la música?

R: Hay que estar en búsqueda constante de inspiración. A mí me gusta mucho fijarme en lo que están haciendo los artistas jóvenes, tanto pintores como bailarines o fotógrafos. Quiero hacerme amiga de todo el mundo y que me enseñen cosas nuevas. Me gusta mucho el arte en general, todo lo que me haga pensar o debatir, todo lo que me haga mover la materia gris.

P: ¿Hay que tener amor por la cultura para poder rapear?

R: Es lo ideal. Al menos el tipo de rap que yo escucho y el mensaje que a mí me gusta oir necesita de ello. El género nace a modo de protesta y con unas bases sociales que me gusta rememorar, aunque no todo tiene que ser lo más cultureta, yo misma tengo canciones que no lo son. Tiene que haber música para todo.

P: Eres una rapera que toca mucho las cuestiones sociales y tus anteriores trabajos se han leído como una declaración de principios. ¿Tenías la misma intención con Queens of groove?

R: Hay muchas formas de reivindicar y de dar un mensaje. Ya no hace falta que diga explícitamente que estoy en contra de las normas sociales impuestas a las mujeres para protestar contra ellas. Aunque en este disco no haya barras tan explícitas como en anteriores trabajos, el hecho de que tome como influencia y como grandes protagonistas de él a las mujeres que me inspiran ya las reivindica.

P: Decías hace poco que intentas que tu equipo está formado cada vez por más mujeres. ¿Hay mucha desigualdad detrás de las cámaras en la música?

R: Sí la hay, pero cada vez me estoy encontrando con más mujeres managers, promotoras o directoras. Personalmente hace ya tiempo que curro con la misma productora, la llevan dos chicas y un chico que para nada sigue un rol machista. Lo importante como artista es estar rodeada de personas que no perpetúen los modelos patriarcales ni retrógrados. También trabajo con mujeres músicas, como mi batería o el saxo. Poco a poco el panorama está cambiando.

P: Hablas de trabajar con hombres que no reproduzcan esquemas machistas. ¿Es complicado encontrarlos?

R: Sí, claro, porque muchos están también encubiertos. Pero poco a poco te vas haciendo mayor, menos ingenua y vas afinando el filtro a la hora de seleccionar con quién trabajar. También me he encontrado con chicos maravillosos que son mis amigos y a los que quiero. 

Se penaliza salirse de los patrones masculinos que la gente asocia al rap

P: Eres parte de un género que ha estado muy masculinizado. ¿Cuesta ganarse el respeto de la industria?

R: Cuándo empecé sí sentía cierta presión dentro de la industria, pero el público también tenía muchas ganas de escuchar a mujeres rapear. Eso pasa más en el underground, dentro del mainstream cuesta más que se te tome en serio. Aun así, cada vez llegan más artistas femeninas que atraen a un público distinto, y eso me encanta. 

P: Con las artistas femeninas hay una mayor exigencia a nivel estético, vocal y escénico que a los hombres. ¿Crees que en el mundo rap también? 

R: En el rap también ocurre, pero a veces pasa de la forma contraria. Cuando intentas llevar una estética que se entiende por femenina, se penaliza salirse de los patrones masculinos que la gente asocia al rap. Cuándo yo muestro esa feminidad siento que hay un secto de mi público al que no le gusta tanto. Es un género que se sigue enfocando mucho a una imagen masculina, y cuesta feminizar esa estética. Recuerdo que cuándo Mala Rodríguez salió por primera vez a rapear en ropa interior se vio como algo muy rompedor, porque eso no ocurría. También ocurre cuándo hablas desde una perspectiva LGTBIQ+, a la gente no le gusta tanto, especialmente a los tíos.

P: Me ha gustado mucho el tema de La presión en el que dices ‘sigo perdida en cuál es mi rol, cuál es mi esencia’. 

R: El tema nace de un momento en el que tenía mucha ansiedad e incertidumbre y en el que me preguntaba todo el rato: ‘¿A dónde voy?’. Es una presión constante que todos tenemos alguna vez. Me esfuerzo mucho por dar mi mejor versión como persona y en cerciorarme de que estoy ubicada en todo momento. Con ese tema me refiero a la angustia de qué hacer con el altavoz que tengo. 

P: ¿Cómo ha influido tu estancia en Argentina en el disco?

R: Lo viví como una burbuja de verano azul maravillosa. La primera vez que fui me quedé maravillada por el amor que tienen por la cultura musical y la forma en la que viven las relaciones entre los distintos artistas. Me identifiqué muchísimo con todo ello, ojalá tener un modelo así en España. Con mi anterior disco hice algo parecido, me fui a la montaña. Cuándo sales de tu zona de confort te inspiras muchísimo.

P: En otras ocasiones has dicho que en Argentina había mucha unión entre los artistas del mismo género, cosa que en España está más fragmentada por grupo. ¿Cambiará en algún momento?

R: Es complicado, porque en España la sociedad funciona de otra manera, todo es más individualista. En Argentina se socializa muchísimo más, hay un sentimiento más fuerte de unión y de comunidad que yo disfruto mucho. Madrid es lo que más se parece más a ese estilo, te vas de fiesta o a algún evento y todo el mundo se conoce o hace piña. Yo no estaba tan acostumbrada a ello desde Barcelona. 

P: ¿Volverías a Latinoamérica para hacer música?

R: Claro, sí. Me encantaría estar cinco o seis meses en Buenos Aires.

P: En el disco tienes colaboraciones con Dillom y Ana Tijoux y vas a pasar por varios países latinos en tu gira. ¿Qué tal la acogida de ese público?

R: Es muy divertido ver la perspectiva que tienen de ti en otros lugares, puede subirte la autoestima o bajarte los pies a la tierra. La aceptación con el público español me la he tenido que currar más; sin embargo, allí ha fluído mucho y es muy interesante ver cómo se interpreta música en distintos países. Me ha pasado también en una sala en la que canté en Grecia, verla llena fue muy gratificante. 

P: ¿Y ahora qué?

R: Tengo el gusanillo de hacer un tema punk, pero hay que hacerlo bien, con sentido. Veo muchas puertas abiertas, tengo muchísima música en la retaguardia muy buena que quiero ir sacando poco a poco. 

P: Decía Laura Bonsái hace un par de meses en redes sociales que “hay raperos que tienen un puesto ya guardado en cuanto a posición dentro de la escena y en el caso de las mujeres sólo puede ocupar ese puesto una de todas las que formamos parte de esta cultura”. ¿Entiendes de igual forma esta premisa?

R: Es completamente real. Se siente mucho esa presión, especialmente por la estructura que se ha instaurado en la industria en la que están todos los hombre ocupando el espacio y luego la figura de “la chica”. Es algo que como artista da miedo. Cuándo empecé me ocurría más, pero lo he ido trabajando con el paso del tiempo. Por eso hay que trabajar mucho, apoyarnos entre todas, colaborar y compartir los temas. Tenemos que estar todas ahí y demostrar que eso es un sistema que nos han impuesto y que es mentira. 

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