Lo moderno es postmoderno, premoderno y antiguo a la vez. El tiempo vuelve y revuelve. Gira y gira. Gira como un disco. Como un disco de vinilo. Esos discos que desaparecieron durante la década de los noventa. Primero por la eclosión de los cedés. Después, ambos formatos barridos por los .mp3. Pero el vinilo ha vuelto. La cara B de esta época.

El número 1 en ventas

Y poco ha poco ha ido ganando terreno, contra todo pronóstico. Hasta alcanzar el número 1 del hitparade. Por primera vez desde que el enorme formato plástico compite con el etéreo sistema de archivos digitales, la industria ha generado más ingresos por venta de vinilos que por descargas. Lo afirma la Entertaiment Retailers Association, la organización británica que reúne a los establecimientos comercializadores de soportes de entretenimiento y culturales. Y ha aportado datos claros. La pasada semana las ventas de vinilos generaron 2,8 millones de euros. Frente a esto, las descargas de música supusieron un total de 2,4 millones. Como claro síntoma de la enorme evolución de las ventas de vinilos, en la misma semana del pasado año, las ventas de vinilos fueron de 1,4 millones de euros, frente a los más de 5 millones de las descargas.

Un objeto fetiche

Son varios los factores que hay detrás de estos números crudos. Por un lado, cada venta de un disco en vinilo supone más desembolso que la compra de música para descargar. Prácticamente el doble. Por otro lado, la descarga de música previo pago ha ido cediendo terreno no solo ante el vinilo. Las plataformas de música en streaming han ocupado este espacio de la música virtual. Pero el resurgimiento del vinilo incluye factores difícilmente cuantificables. Aspectos que tienen que ver con la psicología de los compradores. Personas que buscan tener un formato físico que poder palpar. Y un disco de 30 centímetros es un objeto perfecto. Tanto es así, que según una encuesta de la BBC, muchos de los que escuchan un disco en streaming acaban comprándolo en vinilo. Y el 48% jamás lo escucha en el formato físico. Es más, un 7% de los compradores ni tan siquiera disponen de un plato en el que escuchar el vinilo que acaban de adquirir.