De rebelde disruptivo a figura consagrada, el dramaturgo Robert Wilson evolucionó hasta convertirse en uno de los grandes renovadores de las artes escénicas. El director y coreógrafo estadounidense, nacido en Waco (Texas) el 4 de octubre de 1941, falleció este pasado jueves 31 de julio a los 83 años debido a una enfermedad que padecía desde hacía poco tiempo. Las circunstancias de su fallecimiento no han trascendido por el momento.
El profesional dejó una huella profunda en el teatro, la danza, la ópera y el arte contemporáneo. Su enfoque rompió con el realismo tradicional que dominaba buena parte de Europa, desmarcándose de figuras como Visconti o Zeffirelli. En su lugar, Wilson abrazó un minimalismo radical, centrado en la fuerza del gesto contenido y la expresividad del movimiento pausado. Elevó la iluminación a un elemento narrativo central, algo no visto desde la época de Wieland Wagner, y transformó vestuario, maquillaje y escenografía en lenguajes visuales con identidad propia.
El estadounidense Robert Wilson se convirtió en uno de los más personales e influyentes directores de la escena internacional, sus trabajos se pudieron apreciar en España, en el Liceu y sobre todo en el Teatro Real de Madrid, donde últimamente había presentado su lectura de… https://t.co/VOONCKVVfI pic.twitter.com/Apo0fHkbcU
— Arquitectura Viva (@arquitect_viva) August 1, 2025
Un maestro de la escenografía
Su enfoque escénico, cercano a una revolución artística, y su colaboración constante con figuras clave de la vanguardia dejaron una impronta profunda en generaciones posteriores. No siempre fue comprendido, especialmente por su obsesión con la estética teatral y el lenguaje como ejes centrales de su propuesta artística. Además de dirigir, escribió textos dramáticos y libretos, y cultivó otras disciplinas como la pintura, la escultura y el diseño. Solía concebir sus montajes de manera integral, ocupándose personalmente de cada componente visual y narrativo. Su rigurosa y exigente dirección actoral lo llevó a enfrentarse, en más de una ocasión, con figuras consagradas del teatro y la ópera, que fueron testigos de su alto nivel de exigencia y también de excentricidad. Prueba de ello es que, para la escenografía de la ópera de Madama Butterfly de Paris exigió que las cuatro piedras que aparecían fueran transportadas directamente desde Japón
Con formación tanto en danza como en artes visuales, adquirida en Estados Unidos y Europa, Robert Wilson fue respaldado en sus primeros años por grandes figuras de la danza moderna y neoclásica que reconocieron rápidamente su genialidad. Entre ellos, destacan nombres como Michael Cunningham, George Balanchine y la icónica Martha Graham. Aunque su estilo se definía por un marcado minimalismo, prestaba meticulosa atención a las texturas, los matices cromáticos, las atmósferas escénicas y los materiales utilizados, así como al tratamiento del espacio. Ya consolidado como uno de los referentes del teatro y la ópera contemporáneos, su obra abarcó desde propuestas experimentales como Einstein on the Beach (1976), en colaboración con Philip Glass, de la que fue coautor del libreto y director escénico, hasta reinterpretaciones audaces de clásicos firmados por Monteverdi, Verdi, Puccini o Wagner, a quien dedicó una monumental puesta en escena de El anillo del nibelungo en Zúrich. Su insaciable curiosidad creativa lo llevó a colaborar con artistas de universos tan diversos como William S. Burroughs, Lou Reed, Lady Gaga, Tom Waits, David Byrne, Laurie Anderson, Rufus Wainwright y Marina Abramović.
Lady Gaga’s friend and collaborator Robert Wilson passed away yesterday. His visionary stage direction helped shape the world of ARTPOP, including the 2013 VMAs, an exhibition at the Louvre, and the Cheek to Cheek live special with Tony Bennett.
— Gaga Daily (@gagadaily) August 1, 2025
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