"Witch hunt", "Free speech", "Not terrorism". Son las palabras que desde la madrugada del lunes 17 de junio han empezado a aparecer por decenas de muros, estaciones y esquinas del centro de Londres. Una acción visual que no es casual ni improvisada: es la nueva maniobra del grupo de rap político irlandés KNEECAP, que mañana se enfrenta a un juicio decisivo en el Tribunal de Magistrados de Westminster. Una comparecencia judicial que, según muchos de sus seguidores, responde más a una persecución ideológica que a una causa real.
El grupo ha hecho público en sus redes sociales el despliegue gráfico con el que han empapelado la ciudad, acompañado de un mensaje directo: “We’re being taken to court in the UK for terrorism. We’re not terrorists. We’re musicians. We speak our truth.” En otras palabras: "Nos juzgan por terrorismo, pero solo hacemos música". En cuestión de horas, la acción callejera se ha viralizado.
KNEECAP ha convertido la ciudad en una galería efímera y militante. Entre los eslóganes, también se pueden leer comparaciones con otros casos conocidos, como el de Pablo Hasél o la reciente controversia en torno al festival EuroPride en Serbia. Todo bajo una misma premisa: la libertad de expresión está siendo atacada bajo el disfraz de legalidad.
We've plastered London with a few messages ahead of this witch-hunt.
— KNEECAP (@KNEECAPCEOL) June 17, 2025
British courts have long charged people from the North of Ireland with "terrorism" for crimes never committed.
We will fight them.
We will win.
GRMA to our pals at @TenthManHello for sorting. pic.twitter.com/DbVQ6fTwda
¿Quiénes son KNEECAP y por qué están siendo juzgados?
KNEECAP está formado por los raperos Mo Chara, Móglaí Bap y el DJ Próvaí. En los últimos años, se han convertido en un fenómeno musical tan incómodo como aclamado. Sus letras mezclan inglés, irlandés y argot local, pero también referencias políticas directas, críticas a la ocupación británica en Irlanda del Norte y alusiones a conflictos actuales como Gaza o el racismo estructural en Reino Unido.
Lo que les ha llevado a los tribunales es una actuación reciente en la que, según la fiscalía, habrían hecho “apología del terrorismo” por referirse de forma irónica a organizaciones del pasado en Irlanda. Para sus defensores, esto es parte de su narrativa artística y una forma de memoria política; para las autoridades, un cruce de línea legal.
“¿Dónde hay que estar?” La respuesta es clara: hoy, martes 18 de junio, a las 9:30h, en el Westminster Magistrates Court.
En paralelo, artistas como Fontaines D.C., figuras del independentismo escocés y periodistas culturales han compartido su apoyo al grupo. Lo que era una citación judicial se está convirtiendo en una causa por la libertad creativa en el Reino Unido.
Estrategia o espontaneidad: el uso del arte urbano como arma política
La acción de KNEECAP no ha sido aleatoria. El diseño de los carteles, la selección de mensajes y la elección de puntos neurálgicos de Londres (Soho, Camden, Westminster) demuestra una planificación profesional. Y no es la primera vez que lo hacen.
En anteriores campañas, han desplegado proyecciones nocturnas en Dublín y Belfast, cartelería en apoyo a Palestina o videoclips con mensajes encriptados en clave política. Lo que distingue esta acción es su conexión directa con una causa judicial. El arte callejero ya no es solo decoración: es una forma de resistencia organizada.
¿Qué está en juego en el juicio de mañana?
La audiencia de este 18 de junio marcará un precedente. Si el tribunal decide continuar con la acusación de “apología del terrorismo”, se abriría una nueva etapa en la judicialización del arte político en Reino Unido, algo que ya ha encendido las alarmas en colectivos culturales y de derechos humanos.
Claves del caso:
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Juicio a KNEECAP: martes 18 de junio a las 9:30h.
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Lugar: Westminster Magistrates Court, Londres.
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Acusación: promoción de mensajes considerados como “terrorismo”.
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Respuesta pública: campaña callejera, movilización en redes y convocatorias presenciales.
¿Juicio justo o teatro judicial?
La acción de KNEECAP ya ha logrado un objetivo evidente: transformar un procedimiento judicial en un acto político global. Con murales, mensajes y movilización, el grupo ha conseguido lo que muchas campañas de derechos humanos no logran: que se hable, que se replique, que se comparta. Si mañana salen absueltos, la imagen será de victoria. Si son condenados, se convertirán en símbolo.
En cualquiera de los dos casos, Londres ya ha sido testigo de una de las campañas de arte protesta más efectivas del año. Y todo comenzó con un mensaje pegado a la pared.