La literatura escrita en español es un arte que se ha extendido mucho más allá de su comunidad lingüística. Así, surgió en varios países fuera del mundo hispanohablante una literatura en la lengua de Cervantes que ha podido evolucionar hasta nuestros días con un corpus significativo de obras, y uno de los casos más destacados es el de la literatura marroquí en lengua española

Los orígenes del primer texto marroquí escrito en español se hallan en “Carta de Marruecos”, una crónica que fue publicada en el rotativo madrileño El Imparcial el 24 de mayo de 1887 e informaba sobre una visita diplomática a la ciudad de Fez, que había tenido lugar el 12 de abril de ese mismo año. A partir de ahí fueron surgiendo en Marruecos nuevos textos como los de Na’mat Allah Dahdah, que aunque no era marroquí de origen, sino libanés, trabajó para la Revista de Tropas Coloniales para la que escribía artículos sobre costumbres e historia de Marruecos.

Igualmente es importante el caso de Haj Abdessalam ben Larbi Bennouna, que publicó sobre temas políticos en la revista mensual África Española, así como el de Muhammad Aziman, que tiene en su haber el artículo “Marruecos y la cultura española”, además de ser el co-traductor del Libro sobre agricultura. Además, otras de las personalidades a reseñar son Muhammad Bentawit, autor de un texto en español sobre los Omeyas Andalusíes y su relación con los Idrisíes de Marruecos, y también el historiador y arqueólogo Ahmad Muhammad Al-Miknasi, que fue director del Museo Arqueológico de Tetuán tras el fin del protectorado, y publicó, entre otros, “La colección de estelas funerarias marroquíes del Museo Arqueológico de Tetuán”, dentro de libro de actas del I Congreso Arqueológico del Marruecos Español. Tampoco podemos olvidar publicaciones relevantes como El mundo musulmán: pueblos y soberanos, estudio político y social, del que es co-autor Muhammad Tayeddin Buzid, que también fue articulista en la Revista África y la Revista Mauritania y traductor al español junto a Jerónimo Carrillo Ordóñez de El genio marroquí en la literatura árabe de ʻAbd Allāh Gannūn, editado por Artes Gráficas Boscá. 

Toda esta producción que se desarrolló desde finales del siglo XIX y hasta mediados del XX constituye la aparición del hispanismo marroquí, ya que se adscribe, tal y como hemos podido comprobar a través de los ejemplos anteriores, a ámbitos inherentes al periodismo, la política, la historia, la antropología, la etnografía y la traducción. No obstante, será a partir de la década de los 40 y 50 cuando aparecerán los primeros textos netamente literarios, a mano de un grupo de autores apasionados por el arte, la historia y la literatura española considerados realmente como "fundadores" –término acuñado por Abdellatif Limami–, que publicarán los primeros escritos puramente literarios en castellano tiempos antes de la obtención de la independencia del país en 1956.

De este primer grupo forman parte los autores Mohammad Temsamani, Mohamed Ibn Azzuz Hakim, Dris Diuri, Abdul-Latif Jatib, Moisés Garzón Serfaty y Mohammed Sabbag, que publicaron en los años años 40 y 50, y además tenemos que añadir Abdeselam Grifti por su poema La Luna, publicado en 1928. En este sentido, este primer grupo no fue numeroso, aunque su resultado fue netamente fructífero, ya que pudo verse tanto en revistas (Ketama o Al-Motamid fueron las más importantes) como en periódicos de la época, que abrieron camino para hablar sobre un nuevo fenómeno denominado como literatura marroquí de expresión española.  

Sin lugar a dudas, la importancia de estos textos radica en que supusieron la génesis de una literatura que a día de hoy está teniendo un mayor eco mediante autores como Najat El Hachmi, Laila Karrouch, Mohamed El Morabet, entre otros. En todo caso, dado que estos primeros textos –entre los que encontramos poemas, cuentos, textos en prosa– se hallan dispersos en las revistas y periódicos de aquel entonces, cabe la posibilidad de que algún día puedan desaparecer, o incluso caigan en el olvido. Afortunadamente, esta literatura puede encontrarse actualmente en distintas bibliotecas como la de AECID y la Biblioteca Nacional, así como en diferentes bibliotecas universitarias o de centros de estudios en España y Marruecos; por tanto, el acceso a estas obras está muy limitado. De ahí surge el objetivo de este artículo, que no es otro que el de dar visibilidad a esta primera nómina de autores, de manera que se dé a conocer su brillante trayectoria y, sobre todo, sus obras, que supusieron un antes y un después en el panorama literario. A continuación haremos una breve parada sobre la vida de cada uno de ellos.

Abdeselam Grifti

De profesión maestro de Enseñanza Primaria, es autor del poema “La Luna”, que fue publicado en el número 151-152 de la revista La Raza del año 1928. Por tanto, se trata del primer escritor marroquí que publicó un poema en español. Desafortunadamente, ni en España ni en Marruecos se conservan más obras o textos con información biográfica más profunda; y es que es importante tener en cuenta las condiciones coyunturales en las que se encontraba el país, en el que había una ausencia de casas editoriales, lo que daba lugar a que la edición fuera pobre y, por tanto, las publicaciones fueran más difíciles de conservar. Reproducimos a continuación un pequeño fragmento de “La Luna”:

Más pequeña que la tierra es la luna, 

que nos da la luz de argentada fortuna: 

recibe del sol la luz que nos refleja

y nimba el rostro del que la semeja. 

Satélite de la tierra llamamos,

 figura de novias bellas que amamos: 

ese astro que alegra el poeta

 sin duda creo que es bello planeta. 

Dris Diuri

 

Este tetuaní nacido a principios de la década de los 20 del siglo XX fue de los más prolíficos, con permiso (quizás) de Mohammed Ibn Azzuz Hakim, y además cultivó todos los géneros literarios: poesía, cuento, ensayo y obras de teatro, además de artículos periodísticos. Muchas de estas obras se encuentran recogidas en Miscelánea: año 1382-1962 (1963), en la que se recopilan sus textos más importantes, como es el caso de “Más sobre Zoraida”, en la que hace una vehemente defensa de la mujer musulmana, tal y como recogemos a continuación:

Como augurio de un futuro más risueño, estoy en la firme convicción de que ha de llegar, muy pronto, por cierto, el momento en el que el destino de nuestras compañeras experimente una transformación total, transformación que celebrarán como feliz triunfo, un buen sector de la actual generación y las venidera, y es entonces cuando se podrá vivir una existencia sana y libre de todo prejuicio.

Dris Diuri y sus hijos

Dris Diuri y sus hijos

Así mismo, fue uno de los principales escritores marroquíes de la revista Al-Motamid, publicación fundada por la insigne Trina Mercader, con quien Diuri mantuvo una relación muy estrecha, aunque –tal y como ha informado su hija– nunca llegaron formalizarla a causa de las diferencias de sensibilidades religiosas: “Desgraciadamente por un problema de religión, ella católica y él musulmán, no se han casado, pero han quedado amigos hasta la muerte”, aseguró la hija de Diuri, Farida.

Abdul-Latif Jatib

Descendiente de una familia noble y de buena reputación, conocida por su sabiduría. Abdul-Latif Jatib tuvo una gran trayectoria profesional, y no solo en el campo de las letras, ámbito en el que ejerció como escritor, periodista y traductor, sino que también fue político y diplomático. En 1959 prestó servicios en el Gabinete político del entonces rey Mohamed V. Así mismo, ejerció como docente, siendo profesor de literatura en la Facultad de Letras de Rabat durante 4 años. 

Desde su juventud se interesó mucho por la literatura española y estaba muy influenciado por autores insignes, como Miguel de Cervantes, Azorin, Pio Baroja, José Ortega y Gasset, Antonio Buero Vallejo y Camilo José Cela, entre otros, a los que dedicó una buena parte de su obra. Uno de sus textos más destacados es el cuento “La proscrita”, en el que vuelve a aparecer el tema de la mujer, temática sobre la cual el investigador Cristian H. Ricci explica que “trasciende los clichés hechos hacia las mujeres marroquíes musulmanas, particularmente las que habitan en el ámbito rural”. A continuación mostramos un fragmento de dicha obra:

Así fue forjándose el odio en torno suyo, odio que paulatinamente ha ido cediendo para convertirse en una indiferencia completa, quizá mucho más mortificadora y vejatoria. En medio de esta indiferencia ha visto marchitarse su lozanía y juventud sin conseguir el marido que en el fondo anhelaba. 

Mohammed ben Abdeslam Temsamani

Nacido en el año 1931 en la zona del Rif, efectuó sus estudios entre Marruecos y España, concretamente en Canarias, dónde consiguió el título de Ingeniero Agrónomo. Trabajó en distintos cargos de la administración de sus país, pero sus logros más relevantes fueron en su carrera como escritor, profesión que comenzó a desempeñar bien pronto; de hecho, en el 1953, con tal solo 22 años, hizo sus primeros trabajos escribiendo para revistas y periódicos como Diario de África de Tetuán o España de Tánger. También escribió en la revista Ketama (Tetuán, 1955), en la que difundió “Sulija (1955), una de sus obras más relevantes, por su magistral uso de los recursos estilísticos que permiten contar la situación en la que se encuentra el protagonista, cuyo mundo interior es tormentoso tal y como podemos comprobar en la siguiente cita: 

Aquella noche lo pasé mal. Tuve una espantosa pesadilla. Soñé que me encontraba en una habitación oscura y maloliente. En un rincón había muchos trozos de carne. Me puse a comerla hambriento. Unas veces la arrancaba a largas tiras sebosas, otras las deglutía a grandes trozos viscosos y sanguinolientos. 

Otra de sus obras más destacadas es “La guapa del mar” y “Final de trayecto”.

Moisés Garzón Serfaty 

Nacido en el año 1927, se posiciona dentro de la primera nómina de autores como un escritor muy peculiar por dos motivos fundamentales: el primero de ellos, que era de confesión judía, un hecho que indudablemente influyó en la temática de su obra literaria; y en segundo lugar, porque su vinculación con el idioma español durante la mayor parte de su vida no proviene fundamentalmente de España, sino de Venezuela. Y es que tan solo dos años después de la independencia de Marruecos, trasladó su residencia a dicho país latinoamericano, desde donde editó gran parte de su obra. En todo caso, aunque su residencia era en Venezuela, su alma literaria nunca dejó el Estrecho; y es que, al fin y al cabo, su formación en lengua y cultura española está relacionada directamente con los años del protectorado español en Marruecos. Esto se puede comprobar en el siguiente poema, “Romance de Tetuán” en el que habla de su ciudad natal:

Tetuán, la blanca. 

Tetuán, la bella, 

del Imperio Moro 

refulgente estrella. 

Tras las almenas

de tus viejos muros 

cargadas de siglos, 

cubiertas de hiedras; 

testigos que hablan 

de pasadas eras

de esplendor y glorias, 

de luchas, de guerras,

asoman cañones 

sus bocas de fieras 

hambrientas de carne y sangre, 

cual negras cavernas profundas.

Mohammad Sabbag 

La carrera de Mohammad Sabbag despuntó en el año 1947, cuando comenzó a publicar sus trabajos en distintas revistas y periódicos tetuaníes como Al-Rīf, Al-Anīs, Al-Miṣbāḥ, Al-Nahār Risālat Al-Magrib. Y diez años más tarde, en 1957, viajó a España para realizar sus estudios superiores en Madrid, en donde se diplomó en Biblioteconomía. 

Sabbag destacó tanto por su obra en castellano como en árabe, demostrando siempre su prodigiosa capacidad para crear en ambos idiomas. Respecto a su primera incursión editorial, titulada Aroma Ardiente, fue publicada en su ciudad natal con prólogo del maestro libanés Bulus Salamí. 

Jacinto López Gorgé, Trina Mercader y Mohammad Sabbag

Jacinto López Gorgé, Trina Mercader y Mohammad Sabbag

Pero sin duda su poemario más importante fue El árbol de fuego, escrito en primer lugar en árabe, pero publicado en primer lugar su traducción al español en 1954 (la versión original en árabe no llegaría hasta 1955). Esta traducción fue llevada a cabo en colaboración con Trina Mercader, aunque consideramos que –tal y como afirma el investigador Enrique Lomas López– esta traducción a cuatro manos no se debió a que Sabbag no tuviera la capacidad de hacerla por su cuenta, sino para garantizar la calidad del texto poético. Uno de los poemas más destacados en El árbol de fuego es el siguiente:

En los primeros diez años de mi vida 

Dibujé con tiza sobre mi traje escolar: 

«Mi patria es mi canción». 

Y seguí cantando. 

Pasaron los días,

Vino el aire y lo borró.

En los segundos diez años de mi vida 

Escribí sobre mi libro:

«Mi patria es mi juventud». 

Y seguí escribiendo. 

Pasó el tiempo,

Vino el aire y lo secó. 

Mohammad Ibn Azzuz Hakim

Es, probablemente, una de las figuras intelectuales más importantes del siglo XX tanto en Marruecos como en España (no en vano, el ministro Iñigo Méndez de Vigo le concedió a título póstumo, en el año 2015, la Gran Cruz de la Orden Civil de Alfonso X el Sabio).

Nacido en Tetuán en 1924, capital del protectorado español, este escritor de ascendencia andalusí (sus antepasados son de la provincia de Almería) recibió desde muy pequeño una educación española: primero fue al colegio Ramón y Cajal de Chauen y estudió el bachillerato en la Academia General de Tetuán, y obtuvo su título de bachillerato en Granada

El escritor Mohammad Ibn Azzuz Hakim

El escritor Mohammad Ibn Azzuz Hakim

Su primer libro fue Rihla por Andalucía, que escribió cuando solo contaba con 18 años, y en el que narra en forma de diario su experiencia en España junto a una serie de jóvenes marroquíes en 1939. En ella se puede vislumbrar el punto de vista de un adolescente marroquí de cómo son los españoles:

A las seis y media de la tarde vinieron a recogerme mi citado amigo José María y su hermano Antonio, yendo con ellos. De tan expresivo y cordial recibimiento me hicieron objeto que creí hallarme en mi propia casa. Jamás me podría formar la idea de lo que es una intimidad española, y mucho menos con sus relaciones con un extraño.

Esta primera publicación dio pie a una larga y prolífica trayectoria literaria compuesta por 255 obras, 190 en español y 65 en árabe.

En la actualidad

A modo de conclusión, queremos poner énfasis sobre la idea de que el auge que está teniendo la literatura del Maghreb escrita en español en general, y la marroquí en particular, no habría sido posible sin la aparición de este primer grupo fundador que marcó la génesis de este fenómeno en cuestión. Por este motivo, creemos que dar la espalda al gran trabajo que hicieron no es sino un rechazo no justificado hacia su labor; de ahí la importancia de este artículo. 

Para saber más sobre este tema, véase el artículo “La aparición de la literatura marroquí en lengua española en su contexto socio-cultural” de Anas Ettaqui