La trayectoria del vástago del legendario William Burroughs fue marcada para siempre cuando era un niño de unos cuatro años de edad y sus padres, borrachos, estaban jugando a Guillermo Tell. La historia es conocida: Joan Vollmer se colocó un vaso sobre la cabeza, Bill Burroughs apuntó con un revólver y la bala impactó en la frente de la mujer. El escritor fue condenado por homicidio involuntario. Su hijo fue enviado a vivir con sus abuelos. Y esa historia, esa madre apenas conocida, esa muerte accidental, lo marcarían para el resto de su vida.
La existencia de Jr. contiene tantos elementos de dolor y amargura y autodestrucción que a veces uno lee este libro, subtitulado La vida corta e infeliz de William S. Burroughs Jr., con un nudo en el estómago. Drogas, alcohol, artritis, operaciones y trasplantes, prisiones y hospitales, problemas económicos y una relación de amor y odio con su padre marcan esa vida, repleta de derivas, de tientos a ciegas, de sufrimiento. Bill Jr. nació en 1947 y publicó dos novelas en los 70: Speed y Kentucky Ham (publicada en España con el título de Jamón de Kentucky, como nos aclara Carlos Hevia). El manuscrito inacabado de la tercera, Prakriti Junction, es el material de partida que el escritor David Ohle utilizó en la edición del volumen que nos ocupa (Maldito desde la cuna; traducción de Javier Lucini). Ohle, autor de la notable novela de ciencia-ficción Motorman (publicada por Periférica), tomó algunos materiales de ese manuscrito y les añadió cartas de Jr. y de algunos amigos, además de varios extractos de entrevistas con otros autores, unos cuantos poemas y anotaciones de sus diarios.
El resultado es un libro híbrido, resultante de mezclar varios géneros, con mucho ritmo y una pluralidad de miradas en torno a la biografía errática y sufridora de Burroughs Jr. A la espera de conocer sus novelas en España, es evidente que Jr. tenía pulso, que su estilo tenía fuerza (aunque no fuese un genio como su progenitor) y que incluso se permitió algunos toques humorísticos a pesar de sus desgracias. Por si esto no fuera suficiente, el broche lo ponen las cartas y las declaraciones de su padre. Cuando Burroughs Sr. escribe/habla, nosotros leemos/escuchamos con devoción. Los textos se completan con alegatos y correspondencia de gente como Allen Ginsberg, James Grauerholz y otras personas de su entorno.
Maldito desde la cuna es la historia de aquella herida, de aquella orfandad, de esa madre asesinada por accidente, de ese padre genial pero sumido en las drogas y en la paranoia, de ese amor y ese odio que el hijo manifestaba a su antecesor, y su lectura provoca nuestra piedad y, por supuesto, nuestro respeto ante una biografía tan trágica.