Macarras interseculares es una crónica vibrante del macarrismo madrileño, un viaje por el reverso salvaje y subcultural de la capital. La historia arranca en los años sesenta, con la influencia cultural que trajeron las bases militares norteamericanas, y avanza por el Lavapiés castizo y bronco de antes de la gentrificación, el terremoto de la heroína en los ochenta, y la explosión cultural, musical y estética de la Movida.
Desfilan por sus páginas las tribus y leyendas urbanas, las batallas entre rockers y mods, entre punkis y nazis, las Barranquillas como territorio sin ley, las primeras bandas callejeras, la prehistoria del rap y el hip-hop en el Madrid de los noventa, los pijos malos, los bakalas con su electrónica demoledora y el crisol de drogas de diseño que volvió a marcar a fuego la vida nocturna de la ciudad.
Crudeza y ritmo
El guion, firmado por Iñaki Domínguez —autor del popular ensayo Macarras interseculares (Melusina, 2020)—, y las ilustraciones de Marina Cochet dan forma a una adaptación gráfica especialmente lograda. Como señala Domínguez en el prólogo, “la relación entre el cómic y la cultura underground siempre ha sido estrecha, y la estética macarra resulta particularmente propicia para ser transferida al terreno ilustrado”.
Por su parte, el dibujo de Marina Cochet aporta una experiencia intensa, expresando con crudeza y sensibilidad el pulso clandestino de una época ya desvanecida. El resultado es un cómic que late al ritmo de una ciudad peligrosa, irrepetible y ferozmente viva.
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