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Juntar sexo, drogas y Casa Real, quizás no sea una fórmula demasiado novedosa. Sin embargo, si te digo Luis Fernando de Orleans Borbón, seguramente no tengas ni idea de quién te hablo. Yo tampoco sabía quién era hasta hace solo una semana. Pero gracias a El Hijo de la Eulalia (La Esfera de los Libros), del periodista Eduardo Álvarez, he descubierto al mayor rockanrolla que ha dado la monarquía española.

Un tipo que convierte a Froilán en un auténtico pinpín y que deja a figuras como la de Ernesto de Hannover en una monja de clausura (que se sepa, claro). Ante la lujuriosa vida del infante Luis, las correrías de Juan Carlos son Eurodisney (que se sepa, también). Hedonista, derrochador, adicto al sexo en muchas variantes, consumidor (muy) habitual de cocaína, narcotraficante ocasional y salvador de varias vidas humanas del nazismo. Un personaje que se autoproclamó “Rey de los maricas” en un tugurio de París. Absenta, champagne, vino, morfina, cocaína, éter. Una fucking estrella de principios de siglo XX que, de ser nuestro coetáneo, encabezaría la marcha del Orgullo subido en una carroza y Telecinco orbitaría a su alrededor. Casi nada.

En una terraza protegida por el Sol, a escasos metros de la Puerta de Toledo, erigida por Fernando VII, ElPlural.com mantiene una conversación con uno de los mayores especialistas en Casa Real de España, Eduardo Álvarez.

Pregunta: Vaya personaje el bueno de Luis Fernando.

Respuesta: Ha sido un auténtico descubrimiento, porque es uno de los miembros más desconocidos de la dinastía. Nace como infante de España y muere sin serlo. Tal y como se cuenta en la novela, su primo el rey Alfonso XIII, cansado de sus escándalos, decide retirarle el título. Hay una losa del olvido que le ha sepultado. Tiene una vida apasionante y lo que más me ha llamado la atención durante la investigación es que era un miembro más de la Familia Real. Cuesta entender que alguien así tuviera esa vida tan disoluta, heterodoxa y cargada de escándalos.

P: La investigación supongo que ha sido fascinante.

R: Cuando me topé con su biografía tuve que pestañear. No podía creerme que pudiera ser cierto. Pero poco a poco vas profundizando en el personaje y te das cuenta de que, a grandes rasgos, todos los grandes datos que conocemos son ciertos. Hechos que ocurrieron de verdad. La novela sirve, no solo para conocer al protagonista, sino también para que el lector conozca un pedacito de la historia de España de forma amena. 

P: Habrás encontrado puntos en común entra la monarquía de entonces y la actual.

R: Muchos. Hay paralelismo entre la infanta Eulalia con doña Cristina y cómo les han intentado quitar el título de infanta. También el que será el divorcio entre Cristina e Iñaki Urdangarín y cómo doña Eulalia fue el primer miembro de la dinastía en querer hacerlo. De hecho, consiguió la separación legal. Tambien con los escándalos de Juan Carlos. Hay paralelismos todo el tiempo.

P: La historia está coprotagonizada por ella, Eulalia. Hija menor de Isabel II y también princesa de Orleans. Una mujer fascinante.

R: El protagonista es Luis Fernando, pero el gran personajazo es doña Eulalia. Escribiendo la novela terminé enamorándome de ella. Tuvo una vida fascinante y también cargada de escándalos. Y, al igual que a su hijo, también intentaron despojarla de su título. Pero ella era una infanta por derecho por ser hija de la destronada reina Isabel II, a diferencia de sus hijos, que eran infantes por gracia. Un hecho que marcaba, al igual que hoy, la Constitución. Por ello no pudieron quitarle el título.

P: Muy moderna, empoderada, con grandes inquietudes intelectuales y que seguía con gran interés las nuevas corrientes ideológicas que se iban desarrollando a principios de siglo así como en el contexto geopolítico que le tocó vivir.

R: Fue una mujer adelantada a su tiempo y un personaje muy jugoso para una novela por, entre otras cosas, sus relaciones extramatrimoniales. Una mujer culta, amante de las artes, de la filosofía y con gran inteligencia para ver mucho de los hechos históricos que terminaron por producirse después de la Primera Guerra Mundial. Años antes de estallar, se dio cuenta de las grandes transformaciones que estaban sucediendo. Fue también el primer miembro de la realeza que pisó la Casa Blanca. También avisó al rey de la situación en Cuba años antes del desastre del 98. Se dio cuenta de que retener Cuba era imposible. Y advirtió a Alfonso XII para que, o se llevaban a cabo reformas en la Institución, o la monarquía sería arrasada. Y fue lo que pasó.

P: Es muy curiosa la relación con su hijo. Luis Fernando pasa de rozar el complejo de Edipo a un desprecio absoluto por su propia madre. Y el infante es una persona con una ausencia tremenda de amor de niño, decepcionado por Eulalia, pero también por la segunda figura materna que tuvo, la amante de su padre, Carmela. No sé hasta qué punto crees que esa falta de cariño influyó en su vida y forjó su carácter.

R: Muchísimo. A lo largo del viaje junto a mi personaje, he huido de juzgarlo. Jamás me atrevería a adoptar una posición de juez ante su comportamiento. Voy de la mano con él. Trato de entenderle y comprender el porqué de sus actos. Nace en el seno de una familia real y desde que existe tiene marcado qué vida debe llevar. De él se espera que haga carrera militar, se case, forme una familia. Una vida muy convencional al servicio de la corona. Sin embargo, estamos ante un personaje muy heterodoxo desde niño. Un crío que sabe desde su tierna infancia que no se va a comportar como los demás esperan. Ahí doña Eulalia ejerce la ley del embudo. Con todo lo adelantada que era, el amor que profesaba por su propia libertad y su rechazo a sujetarse a los convencionalismos, nunca se lo permitió al hijo. A ella le horroriza y le hace sufrir, no tanto que fuera homosexual, sino su exhibición pública. La distancia entre madre e hijo en la infancia hay que recordar que eso era algo habitual en la época y en ese contexto.

P: Esa falta de amor también lo he relacionado con su adicciones. Tratar de llenar ese vacío interno en la búsqueda del placer. Ya sea a través del sexo desenfrenado, el consumo desmesurado de drogas o el gasto descontrolado de dinero en bienes materiales. 

R: Es un personaje que tuvo desde niño muchísimas inseguridades y complejos. Para comprenderle hay que partir de la base de esa infancia tan dura que tuvo. Nació con una malformación genital por la que fue sometido a durísimas operaciones. Además, descubrir tu homosexualidad hace siglo y medio y formando parte de esa institución tampoco fue fácil. 

P: ¡Es que llegó a proclamarse en un local parisino Rey de los maricas!

R: Es un poco parte de la leyenda. Y de esas fiestas locas en ese París maravilloso de principios de siglo XX en el que fue uno de los protagonistas absolutos.

P: Era toda una estrella.

R: Hoy en día sería lo que denominamos celebrity. Era muy conocido en ese ambiente parisino de los famosos años 20. Era muy, muy famoso. Estaba en todas las fiestas. Y es que no solo era infante de España sino que era Orleans-Borbón. Descendiente de los reyes de España, pero también de los últimos reyes Orleans de Francia.

P: Y qué manera de gastar billetes.

R: Él dilapida la fortuna y al final vemos cómo en su etapas finales siempre estaba mal de dinero. Y como era un bon vivant absoluto, nunca pudo renunciar a pasearse por el mundo como un gran señor. Necesitaba siempre dinero, algo que explica muchas cosas de su vida. Empezando por su boda con Marie Say, princesa viuda de Broglie. Se casa con ella porque es riquísima y él no tiene un cuarto. 

P: A la que, por cierto, también llega a arruinarla.

R: Contribuye en gran medida a hacerlo. 

P: El consumo de cocaína también es brutal.

R: Hablamos de una época en la que en la alta sociedad no estaba mal visto el consumo de ese tipo de sustancias. Las drogas estaban muy ligadas al hedonismo, a las fiestas y a la bohemia. 

P: Y no solo eso. También traficó con ella.

R: Al ser un personaje con grandes problemas económicos tuvo que recurrir a hacerlo. Aprovechando su posición y su pasaporte diplomático no tuvo reparos.

P: De hecho, en Portugal le pillaron haciéndolo, disfrazado de mujer.

R: Ese escándalo llega incluso a la prensa australiana. Ahí entendemos la magnitud mundial del personaje.

P: Llama la atención el odio visceral que siente por su primo Alfonso XIII después de que le quitara el título de Infante tras un macabro suceso en una orgía. 

R: Luis Fernando nunca acepta la retirada del título y el ostracismo al que se ve sometido por parte de su familia. Alfonso XIII le convierte en el apestado de los borbones. No puede pisar España ni tampoco formar parte de los eventos de la dinastía.

P: Alfonso XIII tampoco era una hermanita de la caridad.

R: Bueno estaba el rey para dar lecciones de moralidad. Sin embargo, hay que comprender que Alfonso XIII, más allá de su conducta ética, era el rey y tenía que preservar la institución. Y los escándalos de su primo le llevan a tomar esa decisión. 

P: Este hecho le condenó al ostracismo y terminó en un estado de decadencia total. 

R: El deterioro físico en los últimos años es tremendo. El cáncer, la autodestrucción... 

P: Todo creo que tiene que ver con lo mismo: la falta de amor.

R: Siempre estuvo falto de amor y cariño. No deja de ser un juicio de valor, pero no sabía amar.

P: Finalmente, redime un poco sus pecados durante la ocupación nazi de París, utilizando su influencia para salvar vidas.

R: Ojalá hubiera más documentación de esa época de su vida. Igual que de cómo ayudó su tía la infanta Paz, mujer de Luis Fernando de Baviera. Ambos ayudaron a varias personas para que huyeran de la persecución del nazismo. Hay testimonios, aunque poquitos, de coetáneos que así lo acreditan. Algo magnífico y loable.

P: Otra cosa de la que deja constancia el libro es de lo difícil que era ser mujer de la realeza en aquellos años. Y leyendo el libro pensaba: "Qué suerte tienen Leonor a Sofía por tener a Letizia como madre".

R: Soy muy letizista. Creo que es lo mejor que le ha pasado a la monarquía en las últimas dos décadas y ha acabado por demostrarse. Sin ella, probablemente, ahora no habría monarquía. Y podemos decirlo en la actualidad tras conocer todos los escándalos, las andanzas de Juan Carlos. El tiempo ha terminado dando la razón en casi todo a doña Letizia. Ahora entendemos algunas decisiones tan juzgadas y criticadas. La familia real es seguramente la familia más desestructurada de España y ella ha conseguido formar una familia real con "r" minúscula.

P: No me quiero imaginar qué pensó Letizia al encontrarse tremendo panorama.

R: Ella, cuando entró a la Zarzuela, se dio cuenta de que no había una familia más irreal y desestructurada. Cuando ve la ficción del matrimonio de Juan Carlos y Sofía y los demás escándalos dice: "Perdona, pero con mis hijas no voy a permitirlo". Y es un gran acierto. Solo le pondría un pero. El celo en la protección de las hijas ha sido excesivo. No puede ser que no se vea nunca a la que va a ser reina de los españoles.

P: No se puede negar que se ha conseguido dar el toque de clase, belleza estética y misterio que se había perdido.

R: Hay mucho trabajo de Letizia en ello. Pero hay que saber conjugar misterio y distancia con el pasear la corona. Es muy difícil.

P: ¿Sabes si Letizia ha leído el libro?

R: Me encantaría pensar que lo ha hecho. Y si no, tiene que hacerlo (ríe).

P: ¿Qué reflexión haces de la situación de Juan Carlos?

R: Aunque sea un tópico creo que hay que diferenciar entre los hitos de su reinado. En el futuro cuando se puedan juzgar los hechos con distancia, rigor y objetividad, habrá que concluir que estamos ante uno de los mejores reinados de la historia. Se lo ha ganado. Pero, dicho eso, todo lo que hemos descubierto de él en los últimos años es absolutamente indignante. Son actuaciones reprobables y opuestas a la ejemplaridad que exige la corona. Juan Carlos ha perdido el sentido de la realidad. Vive en una burbuja tan grande que no entiende el daño tan grande que ha hecho a la institución y a su legado.

P: ¿Le ves viniendo a España?

R: Terminará por hacerlo, porque no se puede mantener indefinidamente una situación como esta. Y menos viviendo en Abu Dabi. Cuando lo haga, ojalá sea consciente de que, en lo que le queda de vida, debe poner todo su empeño en tener una discreción absoluta y no crearle tantos problemas a su hijo y nieta.