La pérdida de memoria es uno de los síntomas de una de las peores enfermedades mentales. Cuando la desmemoria afecta a toda una sociedad  sobre su historia más reciente, estamos ante una patología social que atraviesa a todos los sectores de la población y este es el caso de España con respecto a los últimos cien años.

Para paliar ese déficit de silencio trabajan las asociaciones memorialistas y centenares de investigadores, periodistas e historiadores que muchas veces encuentran poco eco a sus iniciativas en nuestro país y, por el contrario, sí lo tienen fuera de nuestras fronteras. Este es el caso de 'Rotspanier, los esclavos españoles del nazismo', el documental de Rafael Guerrero Moreno sobre los cerca de 70.000 republicanos españoles que realizaron trabajos forzados para los nazis en la construcción de las defensas militares en la costa atlántica francesa durante la Segunda Guerra Mundial.

El documental de Rafael Guerrero revela en 74 minutos una parte oculta de la contienda protagonizada por españoles y contada por sus hijos y nietos franceses, que son depositarios de su legado. Desde su presentación en febrero en el Parlamento Europeo de Bruselas, el filme ha recorrido las localidades francesas de Tresses-Burdeos, Poitiers, Brest y Ploemeur-Lorient, cerrando su primera gira europea el pasado 24 de abril en el Instituto Cervantes de Frankfurt, donde llenó el auditorio y coincidió con una exposición itinerante sobre el mismo tema que recorre Europa, pero no España.

Cartel de Rotspanier, los esclavos españoles del nazismo.

Rotspanier (rojos españoles, como llamaban los nazis a los exiliados republicanos) pone el foco en un tema casi ignorado hasta el momento en España, pero que forma parte de la memoria común europea porque la Alemania de Hitler utilizó a trabajadores esclavos de todos los países que invadió a partir de 1939. Por eso en los coloquios posteriores a la proyección del documental se habla, y mucho, de la necesidad de construir y recuperar la historia europea compartida, imprescindible para enfrentarse al resurgimiento actual de movimientos neonazis y neofascistas en nuestro continente.

En España, el documental sólo se ha presentado en Sevilla, Motril y Osuna, cuando debería programarse en institutos y centros culturales. Aquí los esfuerzos memorialistas son tachados de adoctrinamiento ideológico por el negacionismo histórico, que es algo más que revisionismo, de la derecha y la ultraderecha. 

Al igual que hay asociaciones declaradas de utilidad pública, habría que crear una etiqueta similar para las creaciones audiovisuales que contribuyen a la divulgación y pedagogía de la verdad histórica como la que comentamos o Ángeles con espada que el sábado último estrenó TVE sobre la construcción –también, con trabajo esclavo– del Valle de los Caídos, ahora, por fin, Valle de Cuelgamuros.