Estas semanas de inicio de 2021 y prácticamente todo el 2020 me han ofrecido la oportunidad de valorar un cambio reciente de nuestra sociedad occidental y urbana.

Lo que hace unos años lo identificamos como algo puramente infantil: “quiero todo y lo quiero ya” ha pasado a ser algo implantado en la mentalidad colectiva de nuestra sociedad. La duda es si hemos adquiero esa mentalidad o nos hemos infantilizado. Personalmente creo que hay más de lo segundo que de lo primero.

Pero…¿qué tiene esto que ver con el medio ambiente o la sostenibilidad? O incluso ¿tiene que ver con los “cuñados ambientales“ tan mencionados en esta sección?

Me explico:

El 2020 se caracterizó por dos cosas, principalmente, por el Covid-19 y por ser una vez más un año record en muchos de los efectos directos del cambo climático. Ha sido el año más caluroso en la península sobre 2019 que lo fue a su vez sobre anteriores, por ejemplo.

En la sociedad y en los medios de comunicación ocupó, como es lógico, muchísimo más el tema del virus. Es entendible sin lugar a dudas. Pronto comenzó una pregunta ¿hasta cuándo?  Pensando que era cosa de unas semanas. La siguiente pregunta era ¿Cuándo estará la vacuna? Es decir queríamos una solución rápida y volver a la normalidad.

A finales de 2020 las vacunas comenzaron a ser aplicadas. Menos de un año y la ciencia había logrado este gran avance. Debemos recordar que las primeras medicaciones con alta eficacia ante el SIDA tardaron diez veces más. Pero seguro que nos parece mucho tiempo aún. Ahora queremos saber cuándo estará toda la población vacunada, o a menos el 70%, y nos parece tremendo el plazo de aplicación.

Pero ha sido a comienzos de 2021 cuando esta demanda de solución y rapidez percibo que se ha incrementado.

En muchos medios de comunicación me han preguntado sobre la gran nevada, la caída de los arboles, el hielo y finalmente, en Madrid, la contaminación durante esos días polares.

Y la pregunta casi es similar y siempre esperando respuestas de si o no. Me han preguntado cosas como ¿La culpa la tiene Filomena? Cuando en realidad la borrasca Filomena vino por el sur y trajo la nieve y por el sur vino un frío polar que es el que trajo el frío. A cada uno lo suyo. Luego todo el mundo quería saber si esto era consecuencia directa del cambio climático y, para ser serios, un fenómeno atmosférico no puede vincularse de forma clara a toda una alteración climática.

Si elevamos la mirada, si podría parecer que los efectos del cambio climático han podido ayudar o ser parte de la causa, dado que hemos tenido hasta 31ºC en Grecia a la vez, el aumento del hielo descongelado en los casquetes polares han introducido más agua dulce al mar y eso cambia y altera las corrientes y estas, a su vez, inciden en esa entrada de  aire polar… muchas posibles causas pero no podemos contestar con un si o un no. También me preguntaron por si podía indicar el nivel de reservas que tendríamos en agosto como consecuencia de las nevadas ¿estará al 80%?

Me detallaron tanto, y volví a contestar “depende”; en unas zonas de España los niveles serán más altos y otras más bajos, dependerá de las lluvias que vengan, de lo que dure el verano… Vamos que tampoco podía decir una cifra concreta. También me preguntaron el día exacto que dejaría de estar el hielo en las calles, y por supuesto la respuesta era una vez más la misma, porque dependerá de las temperaturas, de las lluvias e incluso de los trabajos de los ayuntamientos.  

Luego pasamos a los arboles: ¿Cuántos se han caído en la naturaleza? Y yo desde mi casa sin poder salir solo podía aventurar que muchos. ¿Cuál es la causa de la caída de ramas y arboles? ¿de quien es la culpa?  (esto gusta mucho a los medios). Y, evidentemente la respuesta es compleja. La naturaleza hace su selección natural en ocasiones como estas, afecta a ramas pobres, enfermas, arboles ancianos y enfermos. Pero en la ciudad afectan factores como la poda indiscriminada, la dificultad de crecer en equilibrio e incluso los arboles plantados en zonas muy regadas que no requieren profundizar en sus raíces. Me empeñé en trasladar un mensaje: es ahora cuando hay que hacer una buena gestión forestal y del monte limpiando y retirando toda esta madera caída porque de no hacerlo así en verano tendremos grandes incendios con este combustible. Tengo la percepción de que la visión era: “Uff, hasta el verano ya hablaremos de ello”.

Los niveles de contaminación atmosférica son altos en estas circunstancias. Las preguntas eran sobre si la nieve o la lluvia quitaba la contaminación. Cuando hace mucho frío el aire superficial no sube, como cuando se calienta, y por eso se retiene a nuestra altura con sus contaminantes. La movilidad disminuyó, es cierto, pero aumentamos el consumo de calefacción. Pero tampoco en este caso al respuesta era si la calefacción era la culpable. La movilidad es responsable en Madrid del 77% de la contaminación atmosférica y la calefacción del 7%. Aunque hubiese bajado al 50% la movilidad y se hubiese doblado el uso de la calefacción, una cosa no supera a la otra. La realidad es que solo la lluvia arrastra la contaminación al suelo y el viento la traslada, pero no desaparece. No hay un botón mágico que lo elimine, además de emitir menos cantidad, menos gases peligrosos a la salud y al planeta y producir con energías limpias. Pero cuando está la contaminación, la naturaleza no tiene formulas rápidas ni totales.

Y finalmente sobre el hielo una de las preguntas era sobre cómo la sal disolvía el hielo. Y debemos saber que la sal no disuelve el hielo. La sal lo que hace es bajar la temperatura de congelación del agua en estado líquido. En condiciones normales el agua pasa a ser hielo a 0ºC, sin ponemos sal en proporción de un 25% de sal y el resto de agua podemos hacer. que no se congele hasta los -31ºC. Piense en el agua del mar. La sal se deposita después de quitar el hielo para evitar que se forme más.

Reflexiono sobre la insistencia en tener respuestas sencillas, breves, claras, con seguridad del 100% e inmediatas. No siempre es posible y se me ocurre como parte de la solución el recomendar una vez más en hacer más caso a la ciencia.  Y aunque sea un juego de palabras, tengamos también algo de paciencia.