Adéntrate en Teruel y podrás conocer Mirambel se alza como uno de los pueblos más bonitos de España y el pueblo medieval mejor conservado de Europa. Pasear por sus calles es detener el tiempo con empedrados silenciosos, celosías centenarias y un ambiente que respira siglos de historia. Dentro de sus murallas, intactas desde la Edad Media, este pequeño tesoro de Teruel guarda secretos de órdenes militares, guerras carlistas, conventos en calma y artistas que encontraron aquí inspiración y refugio.
Pero Mirambel no es solo un decorado antiguo: es un lugar vivo, donde las tradiciones siguen latiendo en cada fiesta, romería o representación popular. Declarado Conjunto Histórico-Artístico en 1980 y galardonado por su ejemplar restauración, este pueblo enamora a quien lo descubre. Mirambel no se recorre, se siente: es un viaje al alma del pasado que sigue muy presente en cada rincón.
El alma del Maestrazgo que se mantiene en la memoria
Mirambel, situado en el corazón del Maestrazgo turolense, guarda una profunda historia marcada por las órdenes militares. Reconquistado por Alfonso II en 1169, recibió el Fuero Libre y, con los años, la Carta Puebla de la Orden del Temple, que consolidó la vida en comunidad. Tras la desaparición de los templarios, la Orden de San Juan tomó el relevo, gobernando la villa durante más de cinco siglos.
En pleno ardor de las Guerras Carlistas, Mirambel fue un epicentro político clave al acoger la Junta Superior Gubernativa y la imprenta del Ejército Carlista, pero también sufrió las consecuencias del conflicto, como la quema de su iglesia.
Como reconocimiento a su valor patrimonial, en 1980 Mirambel fue declarado Conjunto Histórico-Artístico por conservar intacto su recinto amurallado y su ambiente medieval. Un año después, recibió la Medalla de Oro de Europa Nostra, entregada por la Reina Sofía, en reconocimiento a su ejemplar restauración urbana.
El pueblo como escenario de historias, cine y emociones
Mirambel, además de guardar inquietantes secretos históricos entre sus murallas, ha sido fuente de inspiración para artistas, escritores y cineastas. En 1931, Pío Baroja plasmó su esencia en La venta de Mirambel, obra nacida de las leyendas que recogió durante su estancia en la villa. Décadas después, el escritor Antón Castro también se dejó seducir por su atmósfera, incluyendo relatos ambientados en Mirambel en El testamento de amor de Patricio Julve.
Por su parte, la música también jugó un papel clave en la localidad, cuando el compositor turolense Antón García Abril compuso los Preludios de Mirambel, inspirado por su belleza silenciosa. Finalmente, la magia del lugar acabó cautivando al cine: desde la serie Clase media (1986), hasta Tierra y Libertad (1994), de Ken Loach, que dejó una profunda huella en el pueblo, involucrando a vecinos y transformando su día a día durante semanas.
El director de cine Ken Loach regresa a Mirambel (Teruel) en el 25 aniversario del rodaje de 'Tierra y libertad'. EP
Un viaje por Mirambel: entre muros medievales, conventos en calma y memorias dormidas
Caminar por Mirambel es como abrir un libro antiguo y dejarse llevar por sus páginas, cargadas de historia, arte y silencio. Lo primero que atrapa al visitante es su casco urbano, una joya medieval en la que el tiempo parece haberse detenido.
Calles empedradas, casas de piedra, portales con historia y fachadas que guardan secretos en Mirambel
En el corazón del pueblo se alza el Ayuntamiento, un elegante edificio renacentista del siglo XVI que habla del esplendor de otra época. Su planta baja, que fue cárcel, y su planta superior, donde se representaban obras teatrales, lo convierten en una construcción tan funcional como simbólica. No muy lejos se encuentran las casas señoriales de Aliaga y Castellot, que logran dominar la plaza, recordándonos el poder que un día tuvo la nobleza local. Sus arcos, escudos y proporciones representan la prosperidad económica ligada al comercio de la lana y el estilo de vida pausado y distinguido.
Continuando el recorrido, se llega al Castillo de Mirambel, cuyos restos aún resisten tras siglos de historia y conflictos. Aunque gran parte fue demolida, sus muros y arcos rememoran la vida en la fortaleza y la importancia estratégica de la villa. Las vistas desde sus alturas ofrecen una preciosa imagen panorámica que hace merecer la pena el ascenso que hay que atravesar para llegar al lugar.
Castillo-Palacio de la Orden de San Juan. Gobierno de Aragón
Otra de las joyas más impresionantes de Mirambel es el Convento de las Agustinas Ermitañas, fundado en el siglo XVI, que destacaba por ser un remanso de paz para generaciones de monjas. A día de hoy, su iglesia y su huerto, donde antiguamente se alzó una torre defensiva, permiten al visitante conectar con la espiritualidad y el silencio que definen la esencia de este lugar.
Por su parte, para acceder al recinto histórico se debe atravesar el Portal de las Monjas, una entrada de aire mágico, con celosías de yeso que han visto pasar siglos de historia y que se han convertido en símbolo de Mirambel. En su interior se encuentra la Iglesia de Santa Margarita, con su combinación de estilos y su reconstrucción tras las destrucciones de las guerras carlistas. Sus retablos y su torre barroca son una muestra del empeño por conservar lo que el tiempo o los conflictos quisieron arrebatar.
A las afueras, en plena naturaleza, aguardan las ermitas de San Martín y San Roque. La primera, románica y sencilla, conecta con los orígenes más humildes y espirituales del pueblo. La segunda, del siglo XVIII, sigue siendo lugar de encuentro en fiestas y procesiones, manteniendo viva la tradición.
Tradición viva entre hogueras, romerías y silencio sagrado
Las fiestas en Mirambel no son solo fechas marcadas en el calendario, son momentos en los que el alma del pueblo late con fuerza, entre hogueras, campanas y danzas que han resistido al paso del tiempo. En enero, San Antón inaugura el año festivo con su gran hoguera, cena popular y, cada dos años, la entrañable representación teatral de las Sanantonadas, donde los vecinos reviven la vida del santo con humor y devoción. En Semana Santa, el recogimiento se adueña de las calles con la recuperación del emotivo “Paso del Anuncio”, una procesión única en la provincia, que mezcla liturgia, dramatismo y una cuidada puesta en escena basada en textos del siglo XVIII.
El verano estalla con las fiestas mayores en honor a San Lamberto y Santa Margarita, donde la tradición se mezcla con la alegría compartida en verbenas, danzas y comidas populares. Y durante el año, las romerías marcan el ritmo de una religiosidad sencilla pero profundamente sentida, con la Virgen de la Araña, San Cristóbal o Santa Ana, en las que cada peregrinación es una celebración de comunidad y memoria.