España es uno de los destinos preferidos del mundo, con sus famosos monumentos, lugares de historias milenarias, su versátil gastronomía y una oferta de hostelería de calidad. Sin embargo, aún quedan por descubrir para la mayoría de viajeros rincones recónditos que merece la pena conocer y a los que nos acerca el filólogo Antonio Puente Mayor en su libro 'España inédita, 100 lugares fascintantes que debes conocer', de la editorial Planeta.

El mejor bosque de España

En la pequeña población minera de Ciñera, en la región de los Cuatro Valles, a 40 kilómetros de León, se encuentra este fascinante lugar enclavado en la comarca del Alto Bernesga. Se puede llegar allí por la N-630, la carretera que conduce a Asturias por el Puerto de Pajares.

Hayedo de Alto Bernesga. Web de Turismo de Castilla y León.

Una vez en el sitio, se debe buscar el entorno del Arroyo Vilar, que servirá de guía al viajero durante su trayecto a pie. Se prolonga durante 10 kilómetros hasta el municipio de Villar del Río, aunque no hay que recorrerlo completo para llegar al destino buscado, un hayedo que consiguió en 2007 el premio al Bosque Mejor Cuidado de España, concedido por la organización Bosques sin Fronteras y la Fundación Biodiversidad.

Mar Muerto alavés

Mar Muerto alavés. EITB

A 31 kilómetros de Vitoria-Gasteiz se encuentra el conocido como Mar Muerto alavés, en un lugar donde hace 200 millones de años existió el mar, "un soberbio paisaje por más de cinco mil eras para la obtención de la sal", según describe el autor. Con el paso de los siglos el mar se fue evaporando y la sal permaneció acumulándose sedimentos en la superficie, que presionaron la capa inferior y provocó que el estrato ascendiera. Al pasar las corrientes de agua dulce por las capas de sal sólida, fueron arrastrando parte de esa sal y la convirtieron en salmuera. El agua resultante posee una densidad del 21%, muy cercana a la del Mar Muerto, el lago salado que baña Israel, Cisjordania y Jordania.

El río subterráneo navegable más largo de Europa

Las cuevas de San José en Vall d'Uixó, municipio ubicado a 30 kilómetros de Castellón, formadas hace 250 millones de años, remontan al viajero al Paleolítico superior con sus pinturas del periodo magdaleniense, a una temperatura constante de 20 grados. Cuentan con 2.750 metros de recorrido navegable, que le convierten en el río navegable más largo del continente. Fue conocida por los pospaleolíticos hace 17.000 años y explorada durante las épocas íbera y romana.

El coito más antiguo del arte rupestre

Riba de Saelices (Guadalajara) es un municipio que destaca por su patrimonio civil y religioso, aunque lo más preciado son sus yacimientos arqueológicos, con grabados prehistóricos de la Cueva de los Casares.

El coito más antiguo del arte rupestre

 

Entre los tesoros que alberga está la representación de una cópula entre humanos, un grabado que muestra dos figuras antropomorfas acompañadas de dos mamuts lanudos, uno de los cuales acerca su colmillo derecho al pubis de la mujer, mientras el personaje masculino le introduce su gran falo. El autor explica en su libro que algunos expertos han interpretado que se representaría una suerte de sexo sagrado ofrecido a una deidad animal. Otros hablan de que se trataría de un ritual chamánico.

Una de las iglesias más antiguas

Iglesia de Santa María de Temes, en Carballedo. Turismo Galicia

La iglesia de Santa María de Temes, en Carballedo (Lugo) está datada en el 805, aunque, según los expertos, cuenta con elementos que demuestran que su origen es anterior, por lo que podría estar entre las más antiguas de España. En Galicia, el viajero también puede apreciar el monasterio de S. Pedro de la Roca, en Esgos (Ourense),cuya edificación actual data del siglo XVII, aunque fue habitado por eremitas, al menos el 573. Se puede visitar, además, la Iglesia de Santa Comba de Blande, fechada en la segunda mitad del siglo XII.

El mantel de la última cena

Mantel Sagrado de la Ültima Cena, en Coria. Junta de Extremadura

El claustro de la catedral de Coria (Cáceres) guarda el supuesto mantel utilizado por Jesús y los doce apóstoles en la Última Cena, una pieza de 4,42 metros de largo y 92 centímetros de ancho, de color blanco y con adornos en azul por uno de los lados. Se habría descubierto entre los años 1370 y 1403. Su tejido es de procedencia arábiga, según los análisis a los que se ha sometido.

Sus dimensiones coinciden casi idénticamente con las del lienzo que se conserva en Turín (la Sábana Santa), lo que indica, según el autor, que ambos podrían haber sido usados conjuntamente en la última cena.