En 2014, a un niño estadounidense de nueve años le fue prohibida la entrada a su colegio por llevar a la espalda su mochila de Mi pequeño pony. El escolar se convertía así en una víctima de las autoridades del centro, pero hacía tiempo que sufría bullying físico y verbal de sus compañeros de clase, también ocasionado por la mochila. No era el primer caso de maltrato escolar que se justificaba con una mochila estampada con esos caballitos. Los padres del crío se enfrentarían entre ellos por la manera como cada uno entendía que debían afrontar la situación, y descubrieron la gran responsabilidad que tenían en el caso, y de paso también la que tenían las autoridades escolares y la propia sociedad.

Una obra analítica

El pequeño poni es un montaje inspirado en aquellos casos, y se dedica a todas las víctimas del acoso escolar. Un texto de Paco Bezerra que hasta el próximo 16 de octubre representan, bajo la dirección de Luis Luque, en el Teatro Bellas Artes de Madrid los actores Roberto Enríquez, a quien el año pasado vimos en Fausto de Tomaz Pandur, y la televisiva María Adánez. Un montaje que nos enfrenta a la complejidad del bullying, a sus múltiples y a veces trágicas causas y consecuencias, a la gran cantidad de veces que el hostigamiento entre niños no se detecta en las escuelas y en casa, a la falta de formación sobre el tema que cunde en el sistema educativo, y a lo condescendiente que somos a menudo con los agresores, y lo que perjudicamos así al débil.