Siempre por estas fechas tenemos el mismo dilema: “¿Pongo la calefacción de casa a tope o no?” y depende de muchos factores: lo frioleros o no que seamos, el coste económico, los equipos que tengamos, nuestra conciencia ambiental…

Es verdad que la percepción de frío o calor es muy subjetiva, variando mucho en función de nuestra edad o  estado de salud. Una persona mayor o un bebé requieren mayor temperatura porque sus cuerpos no son capaces de mantener un equilibrio adecuado por inmadurez o por desgaste. Igualmente, una persona enferma, un simple catarro por ejemplo, tiene una gran dificultad en calentar lo adecuado su cuerpo o bien porque apenas quema calorías o porque tiene una batalla interna que le emplea todos sus esfuerzos.

Otro criterio a valorar es el económico. Tener una temperatura óptima y de confort suele suponer un importante gasto para las familias, pero no debería ser así.

Personas jóvenes o de edad media y sanas no deberían tener grandes dudas. Vamos a ver que criterios debemos seguir para reducir nuestro impacto ambiental, no gastar mucho dinero y estar calentitos.

Unas cifras importantes a tener en cuenta: según el  informe elaborado por el Instituto para la Diversificación y Ahorro de la Energía, en España, publicado en julio de 2018, el gasto de calefacción en nuestras casas, sin considerar centros públicos, oficinas, empresas y demás, ascendió a más de 6.500 Kilotep (el Kilotep es una unidad de medida de equivalencia a la energía que produce una tolerada de petróleo, por lo tanto, a más de 6.500.000 toneladas de petróleo y más de 75.595 millones de Kilovatios – hora). De todo ello, el 24% se generó con gas natural, 23% por gasóleo, 36% por calderas de biomasa y el 7% restante por sistemas de calefacción eléctricos. Una barbaridad visto en magnitud.

¿Cuál es la temperatura de confort adecuada en invierno? Los estudios nos dicen que debe estar en el entorno máximo de los 21ºC. Con esta temperatura en nuestras casas estaremos a gusto y no tendremos un contraste perjudicial al entrar o salir de casa. Evidentemente, no debemos pretender estar en casa en invierno en mangas de camisa, no es su momento. Al igual que no tiene sentido estar con chaquetilla en casa en verano por tener el aire acondicionado a tope. Cada cosa en su momento. Un jersey en casa en invierno es lo adecuado, ¿verdad?. ¿Y por la noche? Podemos bajar la temperatura sobre los 18ºC dado que nos abrigamos al dormir en la cama. Tener la calefacción puesta todo el día es demasiado.

Para lograr esto el primer paso y más importante a tener en cuenta es el aislamiento. No hay nada más tonto que producir calor y dejarlo escapar, facilitando la entrada del frío externo. Aquí le diría que si su casa es antigua todo lo que invierta en aislar bien su casa lo recuperará enseguida. Se estima que con mal aislamiento perdemos un 40% de eficiencia energética. Calcule ese 40% sobre su factura e imagínese tirando esos billetes de euros por la ventana. 

Rellenar los muros con aislantes (lo más ecológico sería emplear además los que se logran a partir del reciclaje de telas y prendas de ropa) o aprovechar los planes RENOVE del Ministerio de Industria y canalizados por la comunidades autónomas para sustituir las viejas ventanas por otras dobles, de cristales más eficientes o con puentes térmicos adecuados (aquí le recomiendo estar pendiente de la web de su comunidad y comprar en los meses de abril, mayo y junio, dado que son fondos finalistas y una vez que se acaban hay que esperar al año siguiente). Todas estas medidas son las más adecuadas, pero tienen un coste importante.

Mientras, o además, puede usar esos pequeños trucos de toda la vida como asegurarse que las puertas y ventanas cierran correctamente y usar el “burlete” como elemento barato y sencillo. Emplear cortinas gruesas ayuda a evitar la pérdida de temperatura, es un buen aislante. Un “truco” muy recomendable es situar entre los radiadores y el muro donde se ubican unas láminas aluminizadas que puede comprar en ferreterías y que le devolverán a la estancia la temperatura que estaba empleando en calentar el muro que comunica con la calle.

Una vez más le recomiendo que pregunte a las personas mayores y le contarán ideas de pura lógica, como cerrar la puerta y apagar el radiador en el cuarto que no se use.

Si tiene que cambiar los radiadores, es buen momento para poner sistemas muy eficientes lo que le supondrá un ahorro de un 20% sobre los anteriores, debe recordar la etiqueta energética, y  darle especial importancia a la ubicación. Es preferible ponerles en muros interiores para que el calor que llegue a la pared pase a otra estancia y no al exterior de la calle. En los radiadores nuevos es imprescindible, y en los viejos muy recomendable, poner termostatos individuales en cada uno de ellos. No necesitamos la misma temperatura en cada cuarto dependiendo de su uso. Podemos tener una temperatura baja en los dormitorios por ejemplo, y mayor (los 21ºC) en el salón por la tarde si vamos a usarlo.

Una vez más, todo lo que ahorremos con una gestión eficiente de la temperatura de nuestro hogar supondrá un beneficio al planeta y un importante ahorro económico. No son tiempos ni para derrochar ni para quemar por quemar. Buen invierno.