Cuando pensamos en organizar una barbacoa en otoño, solemos centrarnos en la elección de la carne o en el punto del fuego. Sin embargo, hay un gesto previo que puede marcar la diferencia. Se trata de frotar un diente de ajo por las rejillas calientes de la parrilla antes de colocar la carne.

Esto es porque el ajo libera compuestos naturales que, al contacto con el calor, generan una fina película sobre el hierro o el acero inoxidable. Según quienes lo aplican, esto hace que la carne no se quede pegada y pueda girarse con facilidad.

Un sabor suave que acompaña en tu barbacoa otoñal

El efecto no es solo técnico. El ajo desprende un aroma ligero y un punto de sabor que realza la carne. No se trata de tapar el gusto del producto, sino de darle un matiz distinto

El procedimiento es sencillo. Basta con cortar un diente de ajo por la mitad y pasarlo directamente sobre las rejillas calientes. Después conviene esperar unos segundos antes de colocar la carne, para que el aroma se impregne de forma discreta. Un solo diente suele ser suficiente para toda la parrilla.

Algunos aficionados repiten la operación entre tanda y tanda, aunque lo esencial es aplicarlo antes de empezar. Funciona especialmente bien en parrillas de hierro o de acero inoxidable.

Dientes de ajo

Los beneficios extra del diente de ajo en la parrilla

Más allá de la barbacoa, el ajo es un alimento con propiedades conocidas. Su contenido en alicina se ha relacionado con un refuerzo del sistema inmunitario y con efectos antimicrobianos. También puede contribuir a la salud cardiovascular al ayudar a reducir la presión arterial y el colesterol LDL. Aporta, además, vitaminas B6 y C, así como minerales como selenio, calcio y manganeso.

Incorporar este gesto sencillo a la próxima barbacoa en casa puede facilitar la cocción y aportar un toque distinto a la carne. Como resume la idea central: con un diente de ajo es suficiente para mejorar la experiencia sin alterar el sabor de la comida.

El limón y la sal gruesa, otros elemento imprescindible en tu parrilla de este otoño

Si el ajo mejora la cocción, el limón y sal puede marcar la diferencia en la limpieza de la parrilla. Y es quye aunque muchas personas recurren a productos químicos para dejarla impecable, lo cierto es que puedes conseguir el mismo resultado en pocos minutos con una fruta que es habitual en casa.

Lo único que tienes que hacer es cortar un limón por la mitad y, con la parrilla aún caliente y echando sal gruesa sobre la misma, se frota directamente con el medio limón sobre los hierros. La mezcla actúa de manera doble. "La sal gruesa actúa como una especie de exfoliante. El ácido del limón y la abrasividad de la sal ayudan a eliminar los residuos de alimentos y la grasa", explican los expertos de Marbec.

De esta forma, la parrilla queda lista para el próximo uso, sin residuos ni sabores extraños que puedan afectar a la carne en la siguiente barbacoa. Una combinación de sabor y limpieza que convierte al ajo y al limón en dos aliados básicos para el otoño en casa.

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