El consumo de marisco en nuestro país se remonta a épocas antiguas y se ha visto influenciado por diferentes culturas a lo largo de la historia. Además, es un alimento que ha sido valorado por su sabor, calidad y contribución a la cocina mediterránea, convirtiéndose en uno de los elementos más característicos de la gastronomía española.

La presencia del marisco en la nuestra dieta se puede rastrear hasta los tiempos del Imperio Romano. Un periodo en el que los ciudadanos que habitaban Hispania se deleitaron de una gran variedad de alimentos provenientes del mar, sobre todo en sus banquetes. Más adelante, durante la Edad Media, el marisco continuó siendo parte de la dieta ibérica en las zonas costeras de España. En esta época se desarrollaron técnicas de pesca y recolección de mariscos, y se establecieron normas para su comercio y consumo.

A lo largo de los siglos, el consumo de marisco en el territorio nacional ha evolucionado y se ha convertido en una parte integral de la cultura gastronómica del país. Platos tradicionales como la paella de marisco, los mariscos a la plancha, las gambas al ajillo y los calamares en su tinta son solo algunos ejemplos de la rica variedad de preparaciones con marisco que se disfrutan en España.

¿Qué tiene de especial el marisco?

El marisco es una parte primordial de nuestra dieta por varias razones. En primer lugar, la cultura española tiene una apreciación arraigada por los sabores del mar. El marisco se considera un manjar y se disfruta en celebraciones y ocasiones especiales. Los españoles valoran la frescura y la calidad de los mariscos, y se enorgullecen de sus platos tradicionales como el marmitako o la zarzuela. 

Asimismo, este tipo de alimento forma parte de la dieta mediterránea, que es mundialmente conocida por sus beneficios para la salud. Del marisco destaca que es una fuente rica en proteínas, ácidos grasos omega-3, minerales y vitaminas, lo que los convierte en una opción saludable y nutritiva.

Por último, España es un país peninsular que cuenta con varias islas, una amplia costa y una larga tradición pesquera. Esta ubicación geográfica privilegiada permite el acceso a una gran variedad de mariscos frescos y de alta calidad. Sin embargo, y contra todo pronóstico, existen en nuestro país zonas de interior que son actualmente referencia nacional en el negocio del langostino

Zonas de secano, lugares estratégicos

Resulta curioso, pero el interior de nuestra querida y sorprendente península ibérica alberga las compañías de cocción y distribución de marisco mejor valoradas del país. Es probable que esto se deba, en gran medida, a su lugar estratégico, ya que se encuentran a medio camino de la costa y de la capital de España, donde residen más de 7 millones de personas.

En la comunidad autónoma de Castilla y León se encuentran no una, sino dos localidades "de tierra adentro" en las que se dedican al criadero y a la cocción del langostino. Valdorros, en Burgos, tiene el mayor cocedero de gambas y langostinos de España, y en Medina del Campo, en Valladolid, existe el único criadero bajo techo del país.

Por otro lado, en la Sierra de Segura, provincia de Jaén, se ubica una de las compañías con más historia en el sector del langostino. Mariscos Castellar nació en 1969 y actualmente es un referente de la distribución de congelados en el país, además de un cocedero de gambas que lleva funcionando más de medio siglo.

Valladolid, a la vanguardia con su criadero bajo techo

Aunque parezca impensable, la localidad vallisoletana de Medina del Campo cuenta en su territorio con la primera y única instalación de acuicultura bajo techo de toda España que se dedica exclusivamente a la cría del langostino. En ella nacen, se crían y se pescan langostinos en las mejores condiciones, a pesar de estar a trescientos kilómetros del puerto de mar más cercano.

La empresa se llama Noray Seafood y defienden que su producto es completamente natural, ya que durante su producción no se utilizan ni colorantes, ni sulfitos, ni antibióticos. Tan solo recogen el frío agua del río Zarpadiel, afluente del Duero, que es tratada y salada para que reproduzca las características del agua de mar. Como resultado se obtienen 50 toneladas de langostino blanco al año.

Asimismo, este criadero se publicita como una solución sostenible que beneficia al medio ambiente y que distribuye sus productos a todo el mercado nacional a un precio razonable.

El mejor langostino cocido proviene de... Burgos

A 20 kilómetros de la ciudad de Burgos encontramos el pequeño pueblo de Valdorros, que cuenta con apenas 300 habitantes. Prácticamente el mismo número de trabajadores que emplea la fábrica de Gambafresh que se instaló en el lugar hace 20 años. Aunque nos resulte sorprendente, a este lugar recóndito de la meseta castellana llegan diariamente decenas de camiones que viajan desde los principales puertos de nuestro país cargados de langostinos.

Los cocederos de gambas de esta empresa funcionan sin parar durante todo el año, lo que se traduce en una producción de 1.500 toneladas de gambas y langostinos. Según aseguran desde la propia fábrica, "tres cuartas partes de los langostinos que se consumen en España se han elaborado en Burgos". Esto es posible gracias a que, pese a también exportar su producto a países del sur de Europa, la mayor parte de lo producido se distribuye anualmente por todo el territorio nacional.

Los mariscos de Jaén, desde 1969 

En pleno mar de olivos de la Sierra de Segura podemos encontrar una empresa familiar que lleva más medio siglo llevando marisco desde Jaén al resto de España y a varios países de Europa. Se trata de Mariscos Castellar, una compañía que se ha convertido en uno de los cocederos más importantes de nuestro país.

La empresa se fundó en 1969, pero la historia de Castellar comienza realmente unos años antes cuando su fundador, Pepe García, probó las gambas por primera vez en un viaje al Puerto de Santa María, cuna del marisco. La experiencia fue tan satisfactoria que se propuso llevar ese sabor a mar a su tierra y vender estos alimentos en el pequeño comercio de su padre.

Más tarde, junto a su mujer Elisa Calero, Pepe decidió montar una caldera para poder cocer las gambas que venían desde Cádiz y Huelva y así poder repartirlas desde su Jaén natal. Creándose así, Mariscos Calero.

Los 30 primeros años de la compañía, Castellar vendía el marisco cocido que llegaba desde la costa solo en el ámbito regional, pero decidieron expandirse y ampliaron el mercado hacia el centro peninsular. En la actualidad ya se comercializan sus productos en toda España y exportan a países como Reino Unido, Holanda o Portugal.

Poco queda de aquel pequeño cocedero de marisco que repartía sus productos por los pueblos de la sierra de Jaén, puesto que ahora Castellar es una de las empresas más relevantes de este sector. Su marisco llega a los principales y más aclamados hoteles y restaurantes del país, y también se comercializa en las cadenas más importantes de supermercados. 

Pepe y Elisa dejaron su empresa en manos de una segunda generación que ahora dirige la compañía con el objetivo de llegar al siglo de historia, siempre con el compromiso de seguir llevando el sabor del mar al resto del mundo desde "el profundo interior" de la bella Andalucía.