Madrid cuenta con infinidad de lugares que visitar tanto en el centro como en los alrededores. En esta ocasión, el protagonista de este oscuro relato es el Palacio del Canto del Pico, situado en Torrelodones, cuya historia aunque forma parte del pasado, es fundamental conocerla para que no vuelva a repetirse.

Todo ocurrió durante el régimen franquista, una época que está más cerca de lo que nos gustaría y de la que todavía quedan resquicios que se van saldando poco a poco gracias a la Ley de Memoria Democrática, aún a sabiendas de que la justicia plena de las víctimas es imposible. En aquel momento, todo el mundo sabía que la residencia oficial de Francisco Franco fue el Palacio del Pardo. No obstante, el dictador contaba con una casa de verano ubicaba en Torrelodones que, tras su muerte, quedó completamente abandonada.

En la actualidad, existe una leyenda negra en torno a este edificio, pues se cree que tras quedar vacía se convirtió en el hogar de grupos satánicos que hacían ritos y sacrificios en honor al demonio. Evidentemente, es algo que no se puede demostrar, por eso se trata de una leyenda y no de un hecho probado. Sin embargo, el letrero de las escaleras que bajan al sótano y que reza “bienvenidos al infierno” y la sensación que genera tan solo verlo desde fuera, son razones más que suficientes para presagiar lo peor.

Palacio del Canto del Pico. Imagen de 'Madrid, Ciudadanía y Patrimonio'

Palacio del Canto del Pico. Imagen de 'Madrid, Ciudadanía y Patrimonio'

Los veranos de Franco en el Palacio del Canto del Pico

Lo que sí es una realidad es que la vivienda fue hogar de la familia Franco durante la época estival. Localizada en Torrelodones, el Palacio del Canto del Pico hizo anteriormente las veces de cuartel militar de Indalecio Prieto durante la Guerra Civil y fue también residencia para Antonio Maura, presidente del Gobierno a comienzos del siglo XX, fallecido, precisamente, de un infarto cuando bajaba las escaleras.  

Regalado a Franco en los años 40 del siglo pasado por parte de José María del Palacio y Abárzuza por la labor del caudillo frente al “comunismo internacional” le sirvió de refugio cuando le llegaba el aviso de posibles atentados. El modus operandi, desde luego, era muy llamativo, ya que el coche del dictador quedaba en posición de salida por si tenía que escapar corriendo.

En lo que respecta a su día a día en el palacete, se dice que lo utilizaba para dar paseos por el exterior y montar en moto. Incluso hay quienes apuntan a que se llegó a crear una pequeña granja con ovejas, gallinas y abejas de las que presuntamente cuidaba.

¿Qué pasó con el palacio tras la muerte del dictador franquista? 

Relacionado con el misterio se halla la muerte de Antonio Maura pero, ¿qué pasó tras la muerte de Franco? Pues que pasó a ser propiedad de María del Mar Martínez-Bordiú, nieta del dictador; y del periodista Jimmy Giménez Arnau, que fijaron aquí su residencia a finales de los años 70. Después la familia vendió la finca a un inversor que tenía, posiblemente, intención de construir allí un edificio de lujo. Pese a ello, actualmente el sitio permanece deteriorado y es objetivo de vandalizaciones.

Vista del Palacio del Canto del Pico, ubicado en Torrelodones. Imagen de 'Madrid, Ciudadanía y Patrimonio'

Vista del Palacio del Canto del Pico, ubicado en Torrelodones. Imagen de 'Madrid, Ciudadanía y Patrimonio'

Primero estuvo en manos del Ejército Republicano  

Antes de Franco, el Palacio del Canto del Pico sirvió de cuartel general del Ejército Republicano en una de estas contradicciones que la vida a veces pone por delante. En esa línea, fue residencia de Indalecio Prieto tras el Golpe de Estado. De hecho, desde aquí dirigió, junto al general Miaja, la Batalla de Brunete.

Decorado con tesoros que no le pertenecían

Como curiosidad, cabe destacar que en el interior del castillo se puede encontrar un claustrillo del siglo XIV procedente del Monasterio de Santa María de la Valldigna de Valencia. Un bien histórico que la Generalitat Valenciana recuperó en 2007, eso sí, tras pagar nada menos que un millón de euros.

Asimismo, el palacio tuvo entre sus paredes durante su época de mayor apogeo otros elementos históricos y arquitectónicos con el fin de demostrar el lujo que allí se albergaba. Siendo algunos de ellos las columnas góticas procedentes del Castillo de Curiel del Duero de Valladolid, unas puertas de las Salesas Reales de Madrid, unos artesonados del siglo XIV de Teruel y otros decorados de la Seo de Uguel y la Colegiata de Logroño.

A día de hoy, lo que mejor y lo único que le queda al Palacio del Canto del Pico es su situación privilegiada desde la cual se pueden disfrutar unas preciosas vistas de la vega del Guadarrama y de la sierra de Hoyo de Manzanares.

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