La venta de aceite de girasol se ha empezado a limitar a un máximo de cinco litros por persona como consecuencia de la guerra en Ucrania, ya que este país está considerado como el granero de Europa y de ahí procede la mayor parte de la producción que se vende. La subida de los precios no es lo único en lo que ha repercutido gravemente en la economía española, sino también en el desabastecimiento de las materias primas. Es el caso de este producto, que es uno de los más utilizados en nuestro país, por eso hay quien ya está buscando alternativas al aceite de girasol.

España tiene una gran dependencia en entre sentido de Ucrania, ya que al año se importan unas 500.000 toneladas de aceite de girasol, según las estimaciones del Ministerio de Agricultura. Como medida para evitar la falta de stock del producto, la Asociación Española de Distribuidores, Autoservicios y Supermercados (ASEDAS) informó mediante un comunicado de la decisión de limitar su venta.

Alternativas al aceite de girasol

En el mercado hay muchos tipos de aceites, con diferentes propiedades, sabores y cualidades. Ante el miedo a quedarse sin este tipo de aceite, muchos consumidores y hosteleros han optado por buscar alternativas para cocinar y sustituir el aceite de girasol. Algunas de las alternativas se detallan a continuación.

Aceite de oliva

El aceite de oliva es uno de los mejores aceites que se pueden consumir, siendo el más recomendable el aceite de oliva virgen extra. Es uno de los más demandados y es una opción saludable. Hay distintas variedades, con categorías más suaves y baratas y otras más fuertes. No obstante, no es una de las opciones más baratas, ya que en los últimos meses también está sufriendo importantes subidas de precio.

Además, aporta múltiples beneficios para la salud. Este producto eleva el colesterol bueno y reduce el malo, controla la hipertensión, previene el cáncer, la depresión, la diabetes y el alzhéimer. También es bueno para la circulación, el corazón, los huesos o el sistema inmune.

Aceite de coco

El aceite de coco ha cogido popularidad en los últimos años por emplearse para recetas de ‘repostería saludable’. Es recomendable utilizar este aceite para preparar postres, como bizcochos o tartas. Aunque contiene grasas saturadas, que provocan el aumento del colesterol malo, tiene otras propiedades positivas para el organismo, y es que aumenta las defensas, fortalece el sistema inmune, fomenta la reducción de grasa abdominal y elimina las causas principales de caries, entre otras propiedades que señalan los expertos. No obstante, contiene grasas saturadas, lo que puede provocar el aumento del colesterol malo.

Aceite de aguacate

Este tipo de aceite se ha utilizado desde hace años para tratamientos de belleza, pero su consumo en la cocina también es recomendable. Ayuda a disminuir los niveles de colesterol y triglicéridos, y aporta vitamina E y grasas saludables. El consumo diario recomendable de aceite de aguacate es de máximo una cucharada al día.

Aceite de maíz

El maíz es uno de los cereales más cultivados del mundo y su aceite destaca por su alto nivel de conservación. Además, potencia mucho el sabor de los alimentos, es muy rico en vitamina E y tiene efecto antioxidante, así como un importante contenido en Omega 6. Su consumo excesivo puede dañar al hígado, ya que es una potente fuente de grasas saturadas.

Aceite de colza

Este tipo de aceite provocó una de las crisis sanitarias más importantes de España, con la intoxicación alimentaria del aceite de colza adulterado que se cobró la vida de más de 3.000 personas. Pero el aceite de colza tiene numerosas propiedades beneficiosas para la salud, como que ayuda al correcto funcionamiento del sistema inmune y cardiovascular. También es rico en ácidos grasos Omega 3, vitamina E y K.

Estas son algunas de las alternativas que se pueden utilizar para sustituir al aceite de girasol. Los resultados que ofrecen son distintos, pero son adecuados para la cocina. No obstante, hay que recordar que no es recomendable consumir grandes cantidades de aceite, ya que tiene una repercusión directa en la salud.