Hemos pasado del frío y las lluvias al pleno verano, en lo que a temperaturas se refiere, lo que hace difícil para muchos continuar con sus prácticas deportivas, sobre todo, si se realizan al aire libre. En el periodo estival es difícil mantener la constancia, pero no imposible, eso sí, hay que tener en cuenta algunos factores clave. El buen tiempo puede llegar a ser incluso un punto motivador para poners en forma y adoptar hábitos saludables.
Jesús Martínez-Sobrino, doctorado en Ciencias de la Actividad Física y del Deporte, advierte de el estrés térmico "incide en los diferentes dominios de intensidad y duración". "Durante esfuerzos de intensidad moderada a severa, el calor acelera la aparición de fatiga, en gran parte por la deshidratación y el agotamiento del glucógeno muscular". Sin embargo, en actividades de duración muy corta y máxima intensidad, puede, incluso, mejorar el rendimiento, gracias a una mayor activación neuromuscular y disponibilidad energética"
Teniendo en cuenta este aspecto, una buena opción es cambiar las rutinas. "El verano puede ser un gran momento para enfocarse en el bienestar general y no tanto en los resultados. La clave está en entrenar con consciencia, ajustar expectativas y priorizar la salud", precisa Jesús Blanco, Master Trainer de Brooklyn Fitboxing, una compañía que ha puesto en marcha por todo el mundo una nueva modalidad deportiva que alternaa rounds de boxeo y kickboxing.
Los profesionales de esta entidad ofrecen cinco claves que pueden ayudarnos a mantenernos en forma durante el verano.
OPTAR POR ESPACIOS CERRADOS
Una de las soluciones para hacer frente al calor es optar por espacios cerrados. Según datos de la Federación Nacional de Empresarios de Instalaciones Deportivas (FNEID) el número de altas en los gimnasios se ha duplicado. Si agosto era tradicionalmente un mes en le que bajaba la afluencia de público, ahora el descenso es menor gracias a los nuevos clientes.
ESCOGER BIEN EL HORARIO
En verano es fundamental ajustar las horas en las que se practica deporte. Hay que evitar las horas de mayor exposición solar y temperatura elevada. Lo más recomendable es entrenar a primera hora de la mañana o al final del día, cuando el sol ya ha bajado. El peor momento es el comprendido entre las 12:00 y 17:00, cuando el riesgo de golpe de calor es mucho mayor.
REDUCIR LA INTENSIDAD Y ADAPTAR EL EJERCICIO
El verano no es el mejor momento para buscar marcas personales o retos extremos. Pero sí podemos poner a prueba nuestra constancia y la calidad del movimiento. Hay que ajustar el volumen, la duración y la intensidad del entrenamiento para evitar así la fatiga precoz y poder tener una mejor recuperación.
HIDRATARSE ANTES, DURANTE Y DESPUÉS
La deshidratación es uno de los principales enemigos del rendimiento en verano. La clave está en mantener una ingesta constante de agua y beber no solo durante el ejercicio, sino también antes y después. Si el entrenamiento es muy prolongado o intenso, además de agua, se puede tomar alguna bebida isotónica.
ESCUCHAR AL CUERPO
Pero el principal secreto, según todos los profesionales, está en prestar atención a las señales del cuerpo. Si aparecen síntomas como fatiga excesiva, dolor de cabeza, mareos o náuseas, es importante parar y descansar. "Ajustar el esfuerzo a las condiciones del día puede marcar la diferencia entre progresar o sufrir una lesión", insisten.