José Luis Rodríguez Zapatero siempre ha sido un hombre comprometido con las libertades, los derechos y los valores socialistas. Como presidente del Gobierno fue el presidente de la igualdad, de la Ley de Dependencia, del talante y del diálogo. Tras los intentos del PP de reescribir la historia; tras los ataques desaforados de Feijóo; tras el discurso del odio de la derecha que pretende dividir nuestro país, ha decidido volver a escena y arrimar el hombro apoyando a Pedro Sánchez. Esta es su grandeza y su generosidad.

Su lealtad es absoluta. Ante el pacto de PP con Vox en municipales y autonómicas para imponer sus políticas de recortes en derechos y libertades, Rodríguez Zapatero no se lo pensó y dio un paso al frente en las elecciones generales. Recorrió nuestro país de punta a punta poniendo en valor la gran gestión del gobierno de Pedro Sánchez a pesar de una pandemia, una guerra a las puertas de Europa y una sequía.

Nadie se lo pidió, pero entendió que debía ayudar, porque nuestra democracia lo necesitaba. Y se jugó el tipo ante los medios de comunicación. Se fue a los medios más de derechas y demostró que seguía en plena forma. Se fue a la COPE con Carlos Herrera y dijo muy claro lo que hasta ahora había callado por pudor: "Bajo mi gobierno se terminó con ETA, se entregó ETA, se rindió ETA". Desmontó así las mentiras del PP sobre la banda terrorista, porque él si estuvo allí y lo consiguió.

En otra entrevista le preguntaron por Feijóo y contestó: "No lo conozco mucho. Pero sí necesito que entienda que este país necesita convivencia con Cataluña y con el País Vasco. Decir que unos son más españoles que otros, es lo menos constitucional que hay".

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No sabemos cuánto influyó el trabajo, el esfuerzo y los muchos kilómetros de Zapatero en las elecciones generales para que Pedro Sánchez hoy sea presidente del Gobierno y España siga siendo un país más plural, con más y mejor empleo, más derechos y libertades; pero si no lo hubiese hecho, tal vez la situación sería muy diferente.

Ser expresidente es mucho más difícil que ser presidente, aunque algunos piensen lo contrario. Cuando eres presidente muchos te aplauden y casi todos te apoyan. Cuando dejas de serlo eres tú el que debes apoyar a otro. Y esto es más complicado. Hay muchos líderes con una gestión extraordinaria, pero que cuando dejan de serlo piensan que el partido les debe algo. Se equivocan.

Se equivocan, porque cuando te marchas, eres tú el que debes dar gracias infinitas a los ciudadanos que con sus votos te respaldaron y también a la militancia de tu partido. A esa militancia que pega los carteles; organiza los actos; y siempre está para las duras y para las maduras. Y ahora, como de bien nacidos es ser agradecido, es cuando toca devolver a tu partido, el PSOE, un poco de lo recibido, ahora toca ponerte a disposición del nuevo líder del partido.

Y sobre todo, jamás vender tu alma por un breve titular en algún medio de derechas criticando a tu propio partido. Por mucho que hayas hecho por los ciudadanos durante el tiempo que estuviste al frente, eso conlleva jamás tirar por la borda tus valores socialistas, y menos para buscar la palmadita cómplice de aquellos que cuando gobernaste te lo pusieron tan difícil. Todo esto José Luis Rodríguez Zapatero siempre lo ha tenido muy claro. Por eso además de colaborar en las generales, ha sido un cómplice imprescindible en introducir el relato de la amnistía para cerrar las heridas del 1-O en Cataluña, como dice Màrius Carol en su último libro: "Zapatero. Crónica de la España que dialoga".

Y ha defendido y celebrado estos días que Pedro Sánchez continúe al frente del Gobierno por su compromiso con la defensa de la democracia y la justicia social. "Compañero Pedro, agradecemos tu dedicación para seguir avanzando", ha dicho. Y ha vuelto a criticar al PP: "Nada bueno se ha logrado en la Historia ni con el odio ni con la inquina ni con la destrucción y la deshumanización del contrario".

José Luis volvió a darlo todo en las elecciones vascas, defendiendo que el PSOE es el gran partido de la paz, ahondando en que el fin de ETA llegó durante su mandato y pidiendo a EH Bildu que no pierdan el tiempo y llamen a las cosas por su nombre, lo merecen la paz y las víctimas. Y sigue sin parar, dándolo todo, con su talante y su optimismo innato, ahora en las catalanas pidiendo el voto para que Salvador Illa sea el próximo presidente de la Generalitat. Lo ha calificado como una persona decisiva, el líder que estabiliza España, que convoca al diálogo y que hará que Cataluña mire al futuro dejando atrás el rencor.

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Y no se amilana ante nada ni ante nadie. En su reciente entrevista con Pedro J. Ramírez para conmemorar el 20 aniversario de su victoria electoral, ha dejado claro que: "El PP cuestionó su llegada al gobierno, lo mismo que ha hecho con Pedro Sánchez. Cuando ganó Aznar y Rajoy eso no sucedió, porque la derecha hace una oposición distinta a la izquierda en España". "No somos lo mismo. En la lucha contra el terrorismo yo firmé un pacto con el presidente Aznar, cuando le pedí al PP que me apoyase como presidente en la búsqueda del fin de ETA no lo hicieron, no quisieron", dijo.

En los últimos días ha criticado duramente el discurso xenófobo de Feijóo sobre inmigración: "Muchos españoles emigraron en su día, sobre todo por la pobreza generada por el franquismo y ahora toca ayudar a quién lo necesite". Y también ha aplaudido las protestas universitarias por Palestina. “El movimiento pacifista es imprescindible, han tardado".

Zapatero siempre ha defendido España. Por eso en 2007 cuando Hugo Chávez insultó a Aznar, él lo defendió, sin dudarlo. Algo que nada tiene que ver con lo que hace Feijóo, quien cuando Milei insulta al presidente Pedro Sánchez sale en defensa del presidente ultraderechista de Argentina. ¡Esta es la diferencia entre un hombre de Estado y otro que no lo es ni lo será!

Como dice José Luis Rodríguez Zapatero: "La clave de los 145 años del PSOE es la gente común, los trabajadores, la gente que piensa que compartir es mejor que pensar solo en uno mismo". "Hay algunos que nunca han sabido luchar por la libertad ni por la democracia ni sufrirla ni quererla". ¡Grande Zapatero!

 

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