No voy a ser original, pero no podía pasar por alto un tema como el de las fotos de una famosa con la hija engendrada por otra mujer y todo lo que ha suscitado. O, mejor dicho, lo que ha removido, porque el tema ya existía.

La llamada gestación subrogada no es otra cosa que un eufemismo para designar la cruda realidad de los vientres de alquiler. O, lo que es lo mismo, de los hijos por encargo. Y no es algo que sea alegal, o que tenga que ser regulado. Ya lo está, y lo está de una manera clara, concisa y contundente, prohibiéndolo. En nuestro país está prohibida la gestación por sustitución y es nulo todo contrato que la establezca. Lo que, por cierto, no quiere decir que sea delito.

No voy a entrar al degüello con quien, con sus fotos en colorines, ha sacado a la palestra la cuestión, porque no soy quién para hacerlo. No se trata de emitir juicios morales ni reproches éticos, ni mucho menos de elucubrar con las razones que le han llevado a tomar semejante decisión ni con la procedencia del material genético. Allá cada cual con lo suyo.

Se trata de algo más profundo, de establecer los límites de la libertad y de lo que debe o no hacerse. Se trata, en definitiva, de una cuestión de Derechos Humanos. La libertad de acción no puede amparar cualquier conducta, venga o no acompañada de la posibilidad económica de hacerla. Del mismo modo que un estado democrático no puede dar validez a un contrato de esclavitud, aunque ambas partes estuvieran teóricamente de acuerdo, no se puede consentir ese modo de violencia contra la mujer en que consiste arrancar a un bebé a su madre biológica, aunque ambas partes lo hubieran consensuado. Sería tanto como consentir que alguien maltratara a su pareja por el mero hecho -tan frecuente, por desgracia- de que ella no quiere denunciarlo y quiere mantenerse en esa relación.

Sé que es difícil, sobre todo si se es lego en Derecho, entender que algo esté prohibido, pero no sea delito. Pero tal vez un ejemplo ayude a entenderlo. La poligamia está prohibida en España, y ningún hombre podría casarse válidamente con varias mujeres en nuestro país. Sin embargo, si alguien viene con sus esposas de otro lugar donde esa práctica es legal, no se le detendrá ni se le meterá en la cárcel, aunque no se podrían reconocer los posteriores matrimonios y no podrían tener efectos a la hora de heredar o de adquirir la nacionalidad por matrimonio.

Así que es lo que hay. Que nadie insista con que hace falta una regulación porque ya existe. Y así debe seguir,

Susana Gisbert
Fiscal y escritora (twitter @gisb_sus)