En muy pocas semanas tanto Ruiz-Gallardón como Wert han pasado a convertirse en las principales y más visibles puntas de lanza de la contrarreforma ideológica puesta en marcha por el Gobierno del PP. Tal vez como cortina de humo que intente distraer la atención principal de la ciudadanía, naturalmente centrada en la preocupación creciente por la gravedad de la crisis económica y el disparado aumento del paro, tanto Ruiz-Gallardón como Wert han anunciado unas decisiones que desmienten por completo su supuesto talante “liberal” y “moderado”.

En el Ministerio de Justicia, Ruiz-Gallardón pretende dar carpetazo al actual sistema de elección de los miembros del Consejo General del Poder Judicial para dejar que sean los propios jueces, con una amplia mayoría conservadora y un potente núcleo ultraderechista, quienes los elijan. Pretende también retrotraer la legislación sobre el aborto a la existente hace casi tres décadas. Y pretende asimismo imponer una cadena perpetua revisable, para acallar las demandas populistas más radicales, así como imponer el copago obligatorio para recurrir a segundas instancias judiciales o facultar a los notarios para oficializar matrimonios y divorcios, con todo cuanto ello tiene de incremento de gasto para la ciudadanía.

En el Ministerio de Educación, Cultura y Deporte, Wert ha incurrido ya en sucesivos dislates que, habida cuenta la reconocida solvencia intelectual del ministro, me resisto a creer que hayan sido simples errores. Para intentar justificar la desaparición de la asignatura de Educación para la Ciudadanía y reconvertirla en Educación Cívica y Constitucional, el ministro recurrió incluso a la pura falsedad, al presentar como un manual de dicha materia un libro que no tenía esa condición, y fue más allá también al atribuir el fracaso escolar en Ceuta y Melilla al elevado porcentaje de alumnos inmigrantes en dichas ciudades autónomas, cuando dicho porcentaje es inferior al de muchas comunidades autónomas.

Tanto Alberto Ruiz-Gallardón como José Ignacio Wert no sólo no tienen nada de “liberales” ni de “moderados”. Son fieles exponentes de un Gobierno como el que preside Mariano Rajoy. Un Gobierno muy ideologizado, con posiciones netamente conservadoras y que se sitúa en casi todo mucho más a la derecha que los gobiernos europeos actuales, mayoritariamente conservadores. El primer Gobierno de Rajoy tiene en estos ministros un reflejo fiel de su posición en el mapa ideológico europeo contemporáneo, la avanzadilla ideológica ultraconservadora de un equipo en el que no queda ni un resquicio para el liberalismo ni la moderación.

Jordi García-Soler es periodista y analista político