La culpa siempre es del prójimo, de los otros, nunca es propia o de los nuestros. Para eximirnos de cualquier atisbo de responsabilidad sobre los problemas individuales y colectivos los seres humanos solemos buscar siempre uno o varios chivos expiatorios a los que cargar el mochuelo de nuestras desdichas reales o inventadas.

Para la ultraderecha global o Internacional Reaccionaria, que ahora zarandea el planeta, los tres colectivos en la diana de sus obsesiones comienzan por M: mujeres, migrantes y musulmanes. Las mujeres porque han ido demasiado lejos en su lucha por la igualdad y son las culpables de las frustraciones profesionales y sentimentales de los machotes. Los migrantes porque amenazan el supremacismo de nuestra "civilización" y los musulmanes porque son los adversarios de las religiones dominantes en Occidente: el cristianismo y el judaísmo.

En el contexto descrito encajan todas las políticas puestas en práctica por los principales dictadores actuales: Putin, Trump, Orban, Milei, el matrimonio Ortega-Murillo, Netanyahu, Erdogan, Jamenei. El norteamericano, el más reciente (y el más poderoso) en incorporarse al grupo, pisa el acelerador para convertirse en el jefe de la manada.

No estamos ante unos liderazgos fuertes o autoritarios, la realidad es que actúan como emperadores o monarcas absolutos y gobiernan rodeados de un reducido círculo de fanáticos integristas, ávidos de sacar el mayor provecho posible de sus adulaciones.

Se jactan de su crueldad y de su desprecio hacia todos los que no le jalean y persiguen con saña la más mínima crítica. Pero no podemos ser ingenuos y pensar que las dictaduras del siglo XXI son el producto de unas minorías lunáticas y fanatizadas. Tienen detrás a millones de seguidores que les secundan y corean "el feminismo se ha pasado", "los migrantes son demasiados" y los "musulmanes son un peligro."

La banda sonora del documental "Intercepted", coproducido entre Francia, Ucrania y Canadá, son las conversaciones telefónicas interceptadas entre soldados rusos y sus familias, que en muchos casos les animan a aniquilar a los "jojoles" como llaman despectivamente a los ucranianos. Padres y madres que, en vez de preocuparse porque vuelvan pronto del frente, aplauden los crímenes de guerra.

Como se puede apreciar la salud mental es el principal problema sanitario del mundo en la actualidad. No basta con echarle la culpa a las redes sociales, a la desinformación, a la IA y a la tecno plutocracia, tenemos que mirar a nuestro interior y escuchar a nuestro alrededor para detectar y no dejar pasar ninguna de las insidias que la ola reaccionaria siembra por tierra, mar y aire. 

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