Nada es como antes, las guerras de hoy -esas que los expertos llaman híbridas- son como casi todo ahora, ni frías, ni calientes. Yo diría que más bien templadas porque en los despachos donde se preparan, se ensayan y se negocian hay un buen aislamiento y aire acondicionado para que las voces de la calle no lleguen a los oídos de las élites dirigentes.

Los que sí pasan frío son los miles de soldados rusos con los que Putin juega en las fronteras de Ucrania para intentar recuperar el esplendor perdido de la extinta Unión Soviética. Ellos son los jóvenes de un país que no reconoce el derecho a la objeción de conciencia al servicio militar obligatorio y muchos otros derechos democráticos, pero al que Trump empezó a hacerle el juego con su negacionismo de los acuerdos de reducción de armamento nuclear y desarme.

Ha llegado el momento de pedir a la sociedad civil: sindicatos, organizaciones profesionales, ONGs, asociaciones de todo tipo y condición que hagan oír su voz en su país y en las plataformas internacionales que las agrupan para que se imponga la paz y se evite la guerra. En una coyuntura como la actual, los ultraderechistas de Hazteoir no saldrán a la calle para defender la vida frente a la muerte y la crueldad de la guerra.

También la feligresía de las distintas iglesias y confesiones debería implicarse ya -antes de que sea tarde- en pedir diálogo y distensión para desactivar la escalada de un conflicto en el que laten rivalidades religiosas con siglos de antagonismo. La voz del Papa Francisco no tiene que ser la única que clame por la idea del pacifismo.

El protagonismo en la hora actual no debe limitarse al de los dirigentes políticos y los portavoces de los partidos, las trabajadoras y los trabajadores, las personas jubiladas, padres y madres, la infancia y la juventud tienen que salir a la calle para decir no a la guerra.

Parece mentira que en plena pandemia con millones de muertes en todo el planeta las voces que más suenen sean las de los dirigentes violentos y dictatoriales, mientras que a los planteamientos más sensatos se les somete a una sordina mediática porque no dan titulares estridentes y llamativos.

En las redes los que mienten con descaro libran una sorda batalla a través de podcasts y archivos de audio, como ha puesto de manifiesto en Spotify el cantante canadiense Neil Young al retirar sus canciones mientras se mantengan los mensajes negacionistas y extremistas.

El aniversario de la muerte del pacifista Gandhi se celebró ayer, 30 de enero, como el Día Escolar de la No Violencia y la Paz, dos estados o conceptos que deben ser la norma y no la excepción en toda sociedad sana y democrática.