Hace unos días me puse a leer un artículo del profesor norteamericano Joseph Stiglitz, uno de los economistas más leídos y más reputados del planeta, publicado en la revista latinoamericana Nueva Sociedad, una revista que defiende la democracia política, económica y social. El artículo es del pasado noviembre, y el título es elocuente: El fin del neoliberalismo y el renacimiento de la historia.

De economía política yo entiendo bien poco, lo justo para saber que el neoliberalismo empezó siendo una filosofía económica que comenzó a ser aplicada como doctrina política por Thacher y Reagan en la década de los 80, y continuó siendo expandida por Europa por Aznar, Sarkozy, Berlusconi o Merkel, implantando en los Estados un afán continuo de privatización de lo público, de manera paralela al auge de la globalización; y socialmente imponiendo el control de los ciudadanos y el desprecio a sus derechos; y, a la vez, alentando intelectualmente el auge de los fanatismos y los fundamentalismos ideológicos, y abriendo la puerta a los neofascismos.

En este artículo que menciono el autor deja muy claro que el neoliberalismo ha sido una inmensa estafa planetaria. El movimiento político que se fue implantando en el mundo con la promesa de que era necesario para el crecimiento económico de los países privatizar las empresas públicas, convertirlas en negocios privados y, a la vez, bajar salarios, reducir prestaciones sociales y recortar derechos democráticos tiene ya que ser superado. Tras cuarenta años “el neoliberalismo ha dejado a los individuos y a las sociedades enteras incapacitados para controlar una parte importante de su propio destino, en base a un mundo, el neoliberal, insaciable y destructivo; un mundo en el que Wall Street, o los beneficios económicos de la élite financiera, han pasado a tener mucho más poder político que los propios ciudadanos”.

Dicho de otro modo, el neoliberalismo, ese movimiento al que se adhirió la derecha española a partir de Aznar, y ha seguido siendo su fuente ideológica hasta el día de hoy, es una estafa monumental. Es la psicopatía, la ausencia total de empatía, llevada a la gestión política. En el fondo es un proceso de parasitismo y depredación de una minoría voraz y sin conciencia respecto de una mayoría manipulada e inerme. Es un esperpento ideológico que puede resumirse muy bien en cuatro ideas fundamentales, que son las mismas, en esencia, que caracterizan a los psicópatas: sólo importa el dinero, el enriquecimiento de una élite, y ese fin justifica cualquier medio (narcisismo y predación). Se cosifica a las personas, los ciudadanos no importan nada, son un simple objeto del que sacar beneficio (abuso del otro y ausencia de empatía). Privatización de las empresas estatales para convertirlas en negocios particulares de esa élite (parasitismo). En ese camino, los fanatismos, o políticos o religiosos, sirven para someter y contener a la población ante sus derechos expoliados o arrebatados (manipulación y afán de control).

Todo ello ha tenido unas consecuencias terribles en España y en el mundo, en todos los ámbitos de la vida. Además del desgaste intenso de las democracias, del empobrecimiento de las sociedades, del recorte de los derechos sociales o del desprecio a la cultura, hay una cuestión que es enormemente preocupante, porque afecta a la humanidad entera y ha llegado a un nivel que bien puede ser ya irreversible: los neoliberales, en esa búsqueda insaciable y compulsiva de dinero y de poder, y en esa tendencia al desprecio a lo que sea bien común, han seguido la teoría negacionista respecto del cambio climático. Y ello ha supuesto que se multiplique por mil el daño al medio ambiente y que la situación actual sea más que crítica, aunque lo peor es que ese daño sigue aumentando y sigue disparando los resortes de un descalabro natural sin precedentes.

El neoliberalismo y los neoliberales están detrás, es obvio, de lo que llamaron “crisis económica” en 2008, que fue el argumento perfecto para acelerar las privatizaciones y el empobrecimiento de la sociedad. Además, la actual crisis sanitaria tiene también mucho que ver con esos lodos. El cambio climático, la deforestación del planeta, la contaminación, la emisión descontrolada de gases de efecto invernadero, la pérdida dramática de biodiversidad que estamos viviendo, es decir, la injerencia destructiva del ser humano en la vida natural, están directamente conectados con la crisis del coronavirus y también, según los científicos, con casi el ochenta por cien de las llamadas “nuevas enfermedades”. Hace unos días la maravillosa científica experta en primates Jane Goodall afirmaba con contundencia que “nuestra falta de respeto a los animales ha causado la pandemia. 

En este contexto, es obvio que es hora de dar por finalizada la terrible y destructiva era neoliberal, y es hora de que se produzca un cambio radical de paradigmas. Es necesario un neo humanismo que vuelva a otorgar a las personas mayor y al medio ambiente mayor valor que al dinero y que al enriquecimiento sin límites de una élite voraz. “El único modo de salvar el planeta y la civilización es un renacimiento de la historia. Debemos revivir la Ilustración y volver a comprometernos con honrar sus valores de libertad, respeto al conocimiento y democracia” Con estas dos frases termina el lúcido artículo de Stiglitz.

Coral Bravo es Doctora en Filología